Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (4/5)

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VI PARTE (1)
“Antes se hablaba del apartheid en África; hoy podemos hablar del apartheid en el mundo, donde más de 4 000 millones de personas se ven privadas de los más elementales derechos de los seres humanos: la vida, la salud, la educación, el agua potable, los alimentos, la vivienda, el empleo, la esperanza en su futuro y en el de sus propios hijos. Al paso que vamos, pronto no nos quedará ni el aire que respiramos, cada vez más envenenado por las derrochadoras sociedades de consumo que contaminan los elementos esenciales de la vida y destruyen el hábitat humano.
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El mundo rico pretende olvidar que las causas del subdesarrollo y la pobreza fueron la esclavitud, el coloniaje, la brutal explotación y saqueo a que fueron sometidos durante siglos nuestros países. Nos miran como pueblos inferiores. Atribuyen la pobreza que sufrimos a la supuesta incapacidad de los africanos, los asiáticos, los caribeños y latinoamericanos, es decir, los negros, los indios, los amarillos y los mestizos para desarrollarnos e incluso para gobernarnos.
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Albergo la más firme convicción de que el actual orden económico impuesto por los países ricos no sólo es cruel, injusto, inhumano, opuesto al curso inevitable de la historia, sino también portador de una concepción racista del mundo como las que en su tiempo inspiraron en Europa al nazismo de los holocaustos y de los campos de concentración que hoy llaman en el Tercer Mundo centros de refugiados, y que son realmente concentrados por la pobreza, el hambre y la violencia; las mismas concepciones racistas que en África inspiraron al monstruoso sistema del apartheid.
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Luchamos por los más sagrados derechos de los países pobres; pero estamos luchando también por la salvación de ese Primer Mundo, incapaz de preservar la existencia de la especie humana, de gobernarse a sí mismo en medio de sus contradicciones y egoístas intereses, y mucho menos de gobernar al mundo, cuya dirección debe ser democrática y compartida; estamos luchando —casi puede demostrarse matemáticamente— por preservar la vida en nuestro planeta.
En una palabra, Federico: es urgente luchar por nuestra supervivencia, la de todos los países, pobres o ricos, pues en ese mismo barco navegamos todos. Y en ese sentido, en la Cumbre hice una propuesta muy concreta sobre un tema delicado y complejo: pedí a los países del Tercer Mundo exportadores de petróleo que concedieran precios preferenciales a los países más atrasados, al estilo de lo que se hizo con el Pacto de San José, firmado hace veinte años por Venezuela y México, que permite a países de Centroamérica y el Caribe comprar petróleo en condiciones más favorables.
F.M. ¿Tiene usted un juicio tan severo sobre las Naciones Unidas?
F.C. No, en modo alguno, aunque considero anacrónica su estructura. Después de 55 años de existencia, es preciso refundar la organización. Las Naciones Unidas deben merecer su nombre: deben estar realmente unidas por objetivos verdaderamente humanos y trascendentales. Todos los países, grandes y pequeños, desarrollados y subdesarrollados, deben tener la posibilidad real de hacer oír sus voces. La ONU debería constituirse en un gran espacio de encuentro donde todas las opiniones y puntos de vista puedan expresarse y debatirse. Su funcionamiento debe ser realmente democrático. Es importante que dentro de los órganos de Naciones Unidas actúen agrupaciones como el Grupo de los 77 y el Movimiento de Países No Alineados. La estructura de las Naciones Unidas tiene que ser transformada para que la organización desempeñe el importante papel que le corresponde en el mundo de hoy. El desarrollo social, por ejemplo, constituye en la actualidad una de las necesidades más dramáticas del Tercer Mundo, y la misión del Banco Mundial no es aportar fondos para resolver crisis financieras; fue creado para promover el desarrollo social, cuyo atraso es hoy la mayor calamidad de nuestra época.
F.M. ¿Cuando usted mira el mapa del mundo, ¿qué cambios le haría?
F.C. Estaría pensando en un mundo digno de la especie humana, sin naciones super ricas y despilfarradoras frente a incontables países sumidos en la indigencia; un mundo en que todas las identidades y culturas fuesen preservadas, un mundo con justicia y solidaridad; un mundo sin saqueo, opresión ni guerras, donde la ciencia y la técnica estuvieran al servicio del hombre; un mundo donde la naturaleza fuese protegida y el numeroso enjambre de personas que hoy somos pueda sobrevivir, crecer y disfrutar de las riquezas espirituales y materiales que su inteligencia y su esfuerzo son capaces de crear.
No hace falta preguntármelo. Sueño con un mundo que, a partir de la filosofía del capitalismo, será imposible alcanzar jamás.
F.M. ¿Qué piensa usted de la evolución de América Latina en su conjunto?
F.C. Pienso que ha perdido casi 200 años de historia en su desarrollo social y en su integración política. Algunos países de América Latina tienen muchos más recursos económicos que Cuba, bloqueada hace ya más de 40 años. Pero si se les mira bien, resulta que en muchos de ellos la tercera parte de la población no sabe leer ni escribir, que millones de latinoamericanos carecen hasta de un techo donde guarecerse, que los países están endeudados hasta tal punto que resulta prácticamente imposible su desarrollo. La deuda latinoamericana es tan grande que muchas de las naciones de la región, cualquiera que sea su Producto Interno Bruto, no les garantizan una calidad de vida digna a la mayoría de sus ciudadanos. Sus economías, que en cifras macroeconómicas parecen a veces marchar bien, han caído en las manos de las grandes potencias financieras y tecnológicas. De todas se escapan hacia los países ricos sumas de capital cuyo monto nadie sabe ni puede calcular. Sus débiles monedas están indefensas frente a las embestidas de los especuladores. Las reservas de divisas con que pretenden defenderlas a un elevado costo de fondos inertes, que en nada contribuyen al desarrollo económico y social, se diluyen en cuestión de días ante cualquier peligro de devaluación. Los ingresos que provienen de las privatizaciones que enajenan el patrimonio nacional desaparecen sin aportar beneficio alguno. Ante una amenaza de crisis financiera o devaluación, todos los capitales se vuelven golondrinas, tanto los préstamos que se reciben a corto plazo, como los de los nacionales atemorizados por el riesgo inminente de ver mermar sus ahorros. Las socorridas fórmulas de elevar sin límites las tasas de interés, caotiza y complica toda la vida económica del país. América Latina, como el resto del Tercer Mundo, es víctima de un orden económico internacional que le ha sido impuesto, del que ya dije que era insostenible. Divididos y balcanizados como están y seducidos por engañosas ilusiones de progreso y desarrollo que emanan de los cantos de sirena de un tratado de libre comercio hemisférico, los países de América Latina corren el riesgo de perder definitivamente su independencia y ser anexados por Estados Unidos.
VII PARTE
F.M. Me gustaría ahora abordar un tema delicado: el de la libertad de expresión y de pensamiento. El régimen cubano es atacado regularmente por su política represiva en la materia...
F.C. Te adivino lo que ibas a decir. Antes habría que preguntarse si en una región del mundo donde la inmensa mayoría de los ciudadanos son analfabetos totales o funcionales, puede hablarse de libertad de expresión y de pensamiento. Parecería una burla despiadada. Hay algo peor. Muchas personas en el mundo no sólo carecen de libertad de pensar; se les ha destruido el equipo de pensar. A miles de millones de seres humanos, incluida una parte importante de los que viven en sociedades desarrolladas, se les dice qué refresco deben consumir, qué cigarro fumar, qué ropa vestir, qué zapatos usar, con qué y con cuál marca de producto debe alimentarse. Sus ideas políticas son suministradas de la misma forma. Un millón de millones de dólares se gastan cada año en publicidad. Esa lluvia cae sobre masas indefensas a las que se les priva totalmente de elementos de juicio y conocimientos para meditar y discernir. Jamás ocurrió eso antes en la historia de la humanidad. El hombre primitivo tenía más libertad de pensar. José Martí dijo: «Ser cultos para ser libres». Habrá que añadir un apotegma: sin cultura no hay libertad posible. Instrucción y cultura es lo que más ha ofrecido la Revolución a nuestro pueblo, mucho más que gran parte de los países desarrollados, que no por vivir en sociedades consumistas son cultos. A veces aterra la superficialidad y vaguedad de sus conocimientos. Cuba ha elevado a 9 grados el conocimiento promedio de su población. Esto no constituye más que una base. En diez años más su cultura estará a nivel de graduado universitario y será integral y no parcelada. Todas las condiciones han sido creadas. Nadie podrá ya impedir que alcancemos la condición de ser el pueblo más culto de la Tierra, y en adición a ello llegar a poseer una profunda cultura política, no dogmática ni sectaria; cultura política de la que tanto carecen muchas de las naciones más ricas del planeta. Al servicio de tan elevado objetivo, pondremos las fabulosas tecnologías creadas por el hombre y sin publicidad comercial. Sería mejor esperar un poco para hablar de verdadera libertad de expresión y pensamiento, algo que no podrá conciliarse jamás con un brutal sistema económico y social capitalista que es la negación de la cultura, la solidaridad y la ética.
F.M. ¿Cómo piensa contribuir el Estado cubano a esa exigencia?
F.C. En parte he contestado esa pregunta. En cuanto a los pasos concretos que venimos dando, me gustaría hacerlo con más profundidad en otra entrevista.
F.M. Desde hace algunos años, estamos en presencia en la isla del nacimiento de un embrión de oposición: grupos de disidentes que empiezan a organizarse. En esas condiciones, ¿acaso no sería hora de que el régimen se abra al pluralismo político?
F.C. La verdadera oposición surgió cuando se produjo la más profunda Revolución social de este continente en medio de la guerra fría y a 90 millas de Estados Unidos, quien la ha organizado y dirigido durante más de 40 años.
La Revolución barrió con centenarios privilegios y afectó los intereses de los sectores más ricos e influyentes de la sociedad cubana; afectó a la vez grandes empresas agrícolas, mineras, industriales, comerciales y de servicios que Estados Unidos había creado en Cuba. Sufrimos guerras sucias, invasiones mercenarias, peligros de ataques militares directos, y estuvimos al borde de una guerra nuclear.
El jefe de esa colosal actividad contrarrevolucionaria y de lo que vino después, la guerra económica, política e ideológica, fue y sigue siendo hasta hoy el gobierno de Estados Unidos.
Lo demás es pura ficción artificialmente creada y siempre bien financiada por la superpotencia, sus aliados y lacayos, todo envuelto en mentiras y calumnias que constituyen la espina dorsal del sistema sin ideas y sin ética enfrentado a una Revolución que ya pasó, resistió y venció sus más duras pruebas, y a un pueblo unido, combativo y políticamente más fuerte.
No habrá apertura alguna en ese sentido. No vemos por qué cooperar con la estrategia de Estados Unidos.
F.M. La mayoría de sus ministros no había nacido cuando triunfó la revolución castrista.
F.C. Eso demuestra que son jóvenes y tenemos Revolución para rato.
F.M. ¿Cuáles son actualmente los sueños del pueblo cubano?
F.C. Pienso que hay 11 millones de sueños.
F.M. ¿En qué difieren de los de la generación anterior?
F.C. En que antes cada uno soñaba con la felicidad para sí mismo y hoy todos sueñan con la felicidad para todos.
F.M. ¿No desearía usted asociar más estrechamente a la población a la toma de las decisiones políticas?
F.C. ¿Cree usted acaso que sin una máxima y estrecha participación del pueblo, Cuba y la Revolución existirían?
F.M. Desde el triunfo de la Revolución, la décima parte de la población cubana ha abandonado la isla. ¿Cómo explica usted ese éxodo?
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(1) Ver los textos precedentes en:
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (1/5)
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (2/5)
Fidel Castro testó en el 2000, respondiendo a Federico Mayor Zaragoza (3/5)
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