Libros autores del daño de don Quijote



En el capítulo I.6, donde se encuentra esta frase que atribuye la pérdida del juicio de don Quijote a sus lecturas, se abre proceso:

1) contra algunos libros de caballerías,
2) contra las llamadas novelas pastoriles, y
3) contra algunos libros de poesía lírica y heroica.

Esta selección indica la preferencia del hidalgo por obras de pura imaginación o de historia poetizada. Al parecer, en su biblioteca no hay ni tratados de historia ni libros de devoción.

Imagen: "Don Quijote de La Mancha", illustré par Ricardo Balaca, 1874. Légende: "autodafé dans la bibliothèque de Don Quichotte". Detalle iconográfico: SaGaBardon.

libr-o: libr-2: librillo: 7; libro: 119: [dicho libro: 14]; √ libelo: del lat. libellus;

|| librillo (doc. s. XIII, dim. de libro ) m. 'cuaderno'

|| librillo de memoria: loc.nom. 'cuaderno para apuntes'. • En dimensiones eran comparables a los librillos de caminos o itinerarios: «Llaman itinerarios también unos librillos de caminos que ponen los lugares que hay de un reino a otro, de ciudad a ciudad, y, en el mesmo reino, de un lugar a otro, con la particularidad de las leguas y de los lugares por donde se pasa, que no es de poco alivio para los que han de hacer jornadas y peregrinaciones.», Cov. 743.b.36.

|•| Sancho se ocupa del contenido de la maleta hallada en Sierra Morena: «Y buscando más, halló un librillo de memoria, ricamente guarnecido.», I.23.11.

• «Por su parte, atrae al caballero la parte espiritual del hallazgo: un «librillo de memoria», donde encuentra versos y cartas de la más neta tradición sentimental. Colige el caballero que proceden de un amante desdeñado, a quien llegan a columbrar, a lo lejos, saltando sobre unas rocas, medio desnudo y con la desordenada pelambrera del «salvaje literario».»… Exacerbada hasta el límite la curiosidad de DQ, llega por fin ante su presencia el dolido mancebo, que saluda con bronca voz. Al final del capítulo, el narrador se decide a enfrentar, en abierto contraste y paralelismo las dos locuras de amor: Cardenio, el «Roto de la Mala Figura», y DQ, el «de la Triste». Se abrazan y contemplan con mutua admiración. El secreto de Cardenio se irá revelando en capítulos sucesivos.», Alberto Sánchez, en Rico 1998 b, p. 65

|| libro (doc. 1140, el lat. liber, -bri 'parte interior de la corteza de las plantas, que los romanos emplearon como papel') m. 'conjunto de hojas manuscritas o impresas y reunidas formando un volumen': «vulgarmente llamamos libro cualquier volumen de hojas, o de papel o pergamino ligado en cuadernos y cubierto. Díjose libro de la palabra latina liber, que vale corteza de árbol, o porque los antiguos escribían en estas cortezas o porque de entre ellas y el árbol sacaban ciertas telas de que se servían para escribir, particularmente del árbol dicho papiro, cuyo nombre también nos ha quedado en el papel común.», Cov. 765.b.27.

|| AL LIBRO: «El primero de los poemas burlescos, que ocupan el lugar de los elogios habituales al frente de los libros de la época, está compuesto en décimas «de cabo roto» o «pies cortados» (es decir, con los versos truncados a partir de la última sílaba acentuada, de forma que todos resulten agudos), según un recurso jocoso popularizado en los primeros años del siglo XVII, y se atribuye a la maga protectora de Amadís, Urganda la desconocida, apodada así porque «muchas veces se trasformaba y desconocía» (Amadís de Gaula, I, 11). El desgarro propio de los versos de cabo roto (no en balde había empezado a cultivarlos el poeta y hampón Alonso Álvarez de Soria, ajusticiado en 1603) y las alusiones de actualidad (véase en especial la nota a los vv. 31-32) se unen a múltiples ecos de frases hechas, modismos y refranes, de forma que el texto resulta de difícil interpretación.», Rico, 21. ® versos de cabo roto

• La «Calificación [de despreciables, de poco valor ] que puede aplicarse a las composiciones poéticas puestas al principio del QUIJOTE, por lo cautivas y raheces pudieran sugerir, no sin algún fundamento, la sospecha de que Cervantes quiso remedar en ellas al vivo los elogios métricos de los amigos del autor impresos con los libros, como arriba se dijo, indicando que generalmente eran exagerados, obscuros y malos.—A lo mismo parece que se dirige el siguiente diálogo entre Babieca y Rocinante; no pudo ridiculizarse más la manía de poner al frente de los libros esta clase de elogios, que suponiendo bestias a sus autores», Clem. 1012.

• «Los ridículos panegíricos introductorios, junto con los epitafios jocosos que cierran I, 52, establecen un marco decididamente burlesco para la Primera parte de la novela. La comicidad desplegada en todos ellos anticipa la sátira humanística y bufonesca, la risa liberadora de la tradición popular, y la invectiva personal que caracterizan el humor del Quijote.», ADRIENNE L. MARTIN 1998.

|| el señor del libro: ® señor

|| libro de memoria: ® memoria

|| «Libro de los Reyes»: ® Golías

|| no hay libro tan malo que no tenga algo bueno: Máxima atribuída por Plinio el Menor a Plinio el Mayor, que llegó a ser un lugar común: "dicere etiam solebat nullum esse librum tam malum ut non aliqua parte prodesset", Epístolas, III, 5. • En II.3.44 la emplea el bachiller Sansón Carrasco, el lector por antonomasia del Q.I, y en II.59.29 don Juan, el lector del Quijote apócrifo. Lo que más llama la atención en esta segunda intervención, que puede ser también una protesta contra la quema de libros, es la ecuanimidad con que un personaje de Cervantes se pronuncia sobre el libro de un enemigo.

|| quemar más libros: ® quemar

||vendrá a ser un libro: 'llegará a ser un libro' • El canónigo explica que dejó de escribir su libro de caballerías, porque le hubiera pasado con él como pasa con las comedias, que si son buenas sólo unos cuantos las entienden: «deste modo vendrá a ser un libro», I.48.2. • Cabe sobreentender 'lo que ya tengo escrito', puesto que el canónigo ha dicho un poco más arriba que ya tiene escritas cien hojas de este libro: «si he de confesar la verdad tengo escritas más de cien hojas». Algunos editores, siguiendo a la RAE 1, reemplazan el artículo indeterminado por el posesivo de primera persona: «mi libro».
libró: 2; √ libr-1: libre

libros: 148: [libros de caballerías: 39; libros de hazañas y caballerías: 1]; √ libr-2: libro

libros autores del daño [de don Quijote]: En el capítulo I.6, donde se encuentra esta frase que atribuye la pérdida del juicio de don Quijote a sus lecturas, se abre proceso:

1) contra algunos libros de caballerías,
2) contra las llamadas novelas pastoriles, y
3) contra algunos libros de poesía lírica y heroica.

Esta selección indica la preferencia del hidalgo por obras de pura imaginación o de historia poetizada. Al parecer, en su biblioteca no hay ni tratados de historia ni libros de devoción. Compárese lo que dice de su propia biblioteca otro hidalgo, don Diego de Miranda, II.16.

• En este capítulo I.6 el cura censura someramente los defectos artísticos de algunos libros de caballerías.

• En cambio, en los capítulos I.47-48, durante la conversación entre el canónigo de Toledo y el cura, se censura todo el género en términos concluyentes, tanto morales como literarios, (Nota picante: se repudia todo el género caballeresco junto con las comedias del teatro popular de Lope de Vega).


• Glaser y Riquer han reunido testimonios sobre las censuras que hicieron humanistas y eclesiásticos del siglo XVI de los libros de caballerías. Es muy de notar la confesión de Juan de Valdés sobre su propio caso:

«V. Diez años, los mejores de mi vida, que gasté en palacios y cortes, no me empleé en exercicio más virtuoso que en leer estas mentiras, en las quales tomava tanto sabor, que me comía las manos tras ellas. Y mirad qué cosa es tener el gusto estragado, que si tomava en la mano un libro de los romançados en latín que son de historiadores verdaderos, o a lo menos que son tenidos por tales, no podía acabar conmigo de leerlos.», JdeV, Diálogo, p. 249.

• Guzmán de Alfarache recuerda el daño que la lectura de estos libros hace a las mujeres: «Otras muy curiosas, que dejándose de vestir, gastan sus dineros alquilando libros… § No falta otro tal como yo, que me dijo el otro día que si a estas hermosas les atasen los libros tales a la redonda y les pegasen fuego, que no sería posible arder, porque su virtud lo mataría.», p. 220. ® Magalona

|| libros de caballerías: De su "distante proximidad" a los libros de caballerías surgió la inimitable postura, mezcla de interés, irritación y descuido, que adoptó Cervantes con relación a ellos en el Quijote. El estudio de sus antecedentes literarios muestra que «el Quijote es, ante todo, un libro de y sobre libros. En él, los de caballerías han servido, junto con otros muchos, de material de construcción para que Cervantes levantara un edificio nuevo, inventando arquitecturas narrativas que la novelística anterior no había descubierto. Esta novelística antigua no disponía aún, después de tan larga carrera, de un término específico para designarse a sí misma ni hallaba cabida en los tratados de preceptiva literaria … Cervantes, sin embargo, la transfiguró y la hizo otra, ridiculizando con devastadora ironía lo peor que había en ella y aprovechando lo mejor con magistral eficacia. La historia del ingenioso hidalgo es un ataque feroz a la tradición narrativa que representan los libros de caballerías. Pero, por una paradoja típicamente cervantina, también es la victoria póstuma de aquellos escritores medievales que, en palabras de Juan de Valdés, «escribieron cosas de sus cabezas» y fueron, sin tener quizá clara conciencia de ello, los iniciadores de la novela.», S. Roubaud, en Rico 1998 a, p. CXXIII.

• «Sebastián de Covarrubias, en su "Tesoro de la lengua castellana o española", publicado en 1611 (o sea, entre la primera y la segunda parte del.Quijote), define:

«Libros de caballerías: Los que tratan de hazañas de caballeros andantes, ficciones gustosas y artificiosas de mucho entretenimiento y poco provecho, como los libros de Amadís, de don Galaor, del caballero del Febo y de los demás.», Cov. 324.a.23.

Estas breves líneas indican que los libros de caballerías son narraciones que tienen como protagonistas a caballeros andantes y cuya acción o trama es, esencialmente, una sucesión de hazañas, pero que son «ficciones». Esto último parece esencial: si los elementos no son ficticios (o sea, si el protagonista ha existido y las hazañas se han realizado), la narración ya no es un libro de caballerías, sino un libro de historia y merecería el grave nombre de «crónica».», MdeRiquer, Q., p. LVII.

• He aquí, sobre las implicaciones tanto positivas como negativas de este punto, un precioso testimonio sacado de la polémica de Colmenares con Lope de Vega:

«siendo pues la essencia de la poética la ficción, nadie medianamente entendido negará que sean poemas la ficción de Heliodoro… y en nuestra lengua el prudente Guzmán de Alfarache, el desgraciado Gerardo y quantos libros de cauallerías abiuaron la inuención española, hasta su Herodes Don Quixote, que el ser en prosa o verso es acidente.», Diego Colmenares, Respuesta a la carta antecedente por sus mismos puntos (s.l., s.i.), 1624, fols. 8-8v.

• La literatura caballeresca dio en España y en castellano sus obras maestras: «La novela de caballerías se convirtió gracias a Amadís y su estirpe, en expresión del genio nacional. Aunque el género era importado, llegó a desarrollarse con tanto vigor, que fue uno de los instrumentos fundamentales de la gran expansión literaria de España por Europa. Las obras españolas se tradujeron al francés, italiano, inglés, alemán, holandés y hasta al hebreo, y en muchos países se las adaptó al gusto del público y se las continuó en series interminables. Ellas han fijado en el mundo la imagen de una España caballeresca. A lo cual también ha contribuido en gran parte Don Quijote de la Mancha.», A. Rosenblat, Amadís de Gaula, Introducción, p. XII...

• Los libros de caballerías españoles «se clasifican comúnmente según la materia o asuntos de que derivan o narran. Ya en la Edad Media era categórica la división de todo asunto, fabuloso, histórico o épico según nuestro criterio, en tres materias distintas: materia de Roma (o de la antigüedad griego-latina), materia de Bretaña, y materia de Francia.

En obras renacentistas, el caso del Orlando furioso, Tirant lo Blanc, y el mismo Amadís de Gaula se acentúa la tendencia a combinar asuntos procedentes de una y otra materia y cierta preferencia por la región del oriente mediterráneo como escenario de aventuras. Por tanto, cuando a mediados del siglo pasado Pascual de Gayangos hizo una división de cinco clases para los libros de caballerías españoles, las primeras tres hubieron de corresponder al ciclo bretón o artúrico (materia de Bretaña), ciclo carolingio (materia de Francia) y el ciclo greco-asiático o bizantino, que incluye la serie de los Amadises y la de los Palmerines, además de los de asunto independiente, es decir, los sueltos, como el Don Belianís de Grecia. Aunque el Amadís de Gaula deriva de las leyendas artúricas, reflejando en ello su procedencia medieval septentrional, en la refundición de Montalvo, a partir del libro cuarto, se desplazan las aventuras hacia el oriente asiático, aliándose a la empresa de las cruzadas y por fin a la guerra santa contra los turcos (Constantinopla fue conquistada por los turcos en 1453), lo cual indica ya un interés tanto narrativo como militar-político propio del Renacimiento. Consta, pues, que la mayor parte de los libros de caballerías españoles pertenecen al ciclo grecobizantino. Sobre este género son indispensables, además de los n. 150-160, los estudios de Gayangos, t. 40, BAE, 1857, y de Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, t. 1, 1905.», Nota de Murillo, I.6, p. 110-111.

|•| El error fundamental de don Quijote, error que constituye la esencia misma del personaje cervantino, es creer que los héroes inventados de las novelas fabulosas tienen la misma realidad que los héroes verdaderos. Cervantes quiere combatir esta confusión llevándola hasta sus últimas consecuencias. • Sobre los propósitos literarios, directos e indirectos, de Cervantes, ver Morínigo.

|| libros de caballerías [falsos] vs libros de hazañas y caballerías [verdaderos]: Se trata de una oposición fundamental en el Quijote, cuya importancia queda particularmente manifiesta en la discusión entre el canónigo de Toledo y don Quijote de I.49.

• «La conversación sobre libros que mantienen en el capítulo I.32 el cura y el ventero Palomeque revela, por una parte, hasta que punto la lectura de los de caballerías había cundido en el bajo pueblo, y por la otra la lamentable confusión que en algunos —entre ellos don Quijote— se producía entre la literatura fabulosa o novelesca y la histórica, que es un aspecto esencial en el pensamiento cervantino por lo que se refiere a la sátira de tipo exclusivamente literario. Cervantes no ataca la caballería ni el heroísmo, como bien se puede ver aquí, sino la degeneración literaria de una y otro, Mde Riquer, Q, p. 345.

|| libros de caballerías: perjudiciales vs una cosa buena: Es de notar que Cervantes, en la plática entre el canónigo y el cura de I.47, atribuye algunos de los juicios literarios más importantes de su libro a este eclesiástico toledano, el canónigo, que como el cura muestra tener un criterio refinado y un gusto delicado. Lo cual no obsta para que diga: «—Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república estos que llaman libros de caballerías», I.47.30.

• La crítica que hace el canónigo de los libros de caballerías se explica por razones históricas: fueron eclesiásticos los que con más empeño los censuraron a través del siglo XVI (E. Glaser, 157.1). Pero no hay que olvidar que el cura «hallaba en ellos una cosa buena». En efecto, éste replica al canónigo que

«con todo cuanto mal había dicho de tales libros [de caballerías], hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, describiendo naufragios,…, pintando un capitán valeroso… ; pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento; allí una hermosísima dama,…. Ya puede mostrarse astrólogo, ya cosmógrafo excelente,… Puede mostrar las astucias de Ulixes, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles,… la clemencia y verdad de Trajano… Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria», I.47.31.

La cosa buena de los libros de caballerías es la libertad que dan a la pluma de practicar al tiempo todos los géneros literarios, permitiéndole correr en una escritura desatada, mediante la cual es posible tanto describir sucesos extraordinarios, como pintar caracteres excepcionales, presentar las pasiones más encontradas, hacer gala de todas las ciencias, mostrar tanto virtudes como vicios.

|| libros de entendimiento: Durante el escrutinio de la librería de don Quijote, el cura abre un libro de poesía; entonces, refiriéndose a todo el género, dice: «Estos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho; que son libros de entendimiento, sin perjuicio de tercero.», I.6.43. • Algunos editores, de entre los más conspicuos cervantistas (expresión de Gaos), reemplazan la palabra entendimiento de esta última frase por entretenimiento, (Schevill-Bonilla, Rgz Marín).

Como este tipo de correcciones quedan descalificadas en cuanto la concordancia muestra que existen otras ocurrencias de la expresión corregida, hemos procedido a la búsqueda pertinente. ¿Qué encontramos apenas abrimos la obra? La primera frase del autor anuncia que el Quijote es «hijo del entendimiento»: «Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse.», I.Pról.1. En consecuencia, de tener que calificar al Quijote habría que decir de él que es un «libro de entendimiento».

• Don Diego de Miranda confiesa a don Quijote «Hojeo más los [libros] que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención», II.16.24. En este pasaje, como lo hace notar Gaos, se oponen «de un lado, los libros devotos, del otro los profanos, es decir, los de entretenimiento, que, a su vez, pueden ser o no ser de "honesto entretenimiento". Estos últimos son los de entendimiento. Por ser honestos es por lo que no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho. En cambio, los de entretenimiento, si no es honesto, pueden ser nocivos. Los libros de entendimiento se oponen, pues, a los disparatados y perjudiciales libros de caballerías».

• Hay que concluir que si no existe ninguna otra ocurrencia exactamente idéntica a la expresión corregida, sí existen varias ocurrencias del mismo contenido semántico. Por otro lado cabe notar en cuanto a la expresión propuesta, de entretenimiento: 1) que las dos únicas ocurrencias de esta expresión que encontramos en el Quijote se sitúan en la segunda parte y son la del humanista, que presentaremos en la nota siguiente, y la de la Aprobación del Doctor Gutierre de Cetina: «Por comisión y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial; no contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral»; 2) que siendo libros de entretenimiento expresión más común que libros de entendimiento, no es verosimil que se cometiera la supuesta errata (Gaos).

|| libros de gran provecho y no menos entretenimiento: Son los que compone el humanista, primo del licenciado, conformándose al precepto horaciano de «enseñar deleitando»: «Aut prodesse volunt, aut delectare poetae, / aut simul...», Epistola ad Pisones, 333-334.: «él respondió [a don Quijote] que su profesión era ser humanista; sus ejercicios y estudios, componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república», II.22.15.

|| libros de hazañas y caballerías [verdaderos]…: «Y si todavía, llevado de su natural inclinación, quisiere leer libros de hazañas y caballerías [verdaderos], lea en la Sagrada Escritura el de los Jueces, que allí hallará verdades grandiosas y hechos tan verdaderos como valientes. Un Viriato tuvo Lusitania; un César, Roma; un Aníbal, Cartago; un Alejandro, Grecia;…; un don Manuel de León, Sevilla; cuya leción de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar a los más altos ingenios que los leyeren.», I.49.13. Los héroes de las lecturas que cita el canónigo en este c. I.49 son rigurosamente históricos: Gonzalo Fernández es el Gran Capitán; Garcilaso es el caballero Garcilaso de la Vega, que se distinguió en la guerra de Granada (es improbable que el canónigo se refiera al poeta del mismo nombre). Sobre don Manuel de León, II.17.46, (Schevill-Bonilla, Murillo).

|| libros grandes: En la descripción de la librería de don Quijote es una manera de evocar los libros de caballerías, que solían imprimirse en folio, por contraste con los de poesía, de formato inferior. • Escrutinio de la librería de don Quijote: «hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños», I.6.1.

|| libros mentirosos: en el Quijote lo son por antonomasia 'los libros de caballerías', opinión compartida con los grandes humanistas de comienzos del siglo XVI que, habiéndolos leído con pasión, los condenan por mentirosos y desbaratados:
«VALDÉS… a los quatro libros de Amadís, como a los de Palmerín y Primaleón, que por cierto respeto han ganado crédito conmigo, terné y juzgaré siempre por mejores que essotros Esplandián, Florisando, Lisuarte, Cavallero de la Cruz, y que a los otros no menos mentirosos que éstos, Guarino mezquino, La linda Melosina, Reinaldos de Montalván, con La Trapisonda, y Oliveros que es intitulado de Castilla, los quales, demás de ser mentirosíssimos, son tan mal compuestos, assí por dezir las mentiras muy desvergonçadas, como por tener el estilo desbaratado, que no ay buen estómago que los pueda leer.
MARCIO ¿Avéislos vos leído?
VALDÉS Sí que los he leído.
MARCIO ¿Todos?
VALDÉS Todos. MARCIO ¿Cómo es possible?
VALDÉS Diez años, los mejores de mi vida, que gasté en palacios y cortes, no me empleé en exercicio más virtuoso que en leer estas mentiras, en las quales, tomava tanto sabor, que me comía las manos tras ellas. Y mirad qué cosa es tener el gusto estragado, que si tomava en la mano un libro de los romançados en latín, que son de historiadores verdaderos, o a lo menos que son tenidos por tales, no podía acabar conmigo de leerlos.», Juan de Valdés, Diálogo de la lengua, 1535, p. 248.

• En ellos se inspiró don Quijote para nombrar a los caballeros de la aventura de los rebaños: «todo absorto y empapado en lo que había leído en sus libros mentirosos!», I.18.25. • En la aprobación del segundo volumen se lee: «su bien seguido asunto para extirpar los vanos y mentirosos libros de caballerías», II.Aprob.1.

||… libros…|| andar ya en libros: 'estar ya publicado el libro relativo a alguien o algo' • Sancho informa a don Quijote: «anoche llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y yéndole yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha», II.2.30.

Por obra de Sancho y, sobre todo, del mejor lector del Quijote, que lo ha puesto al corriente de su lectura, el primer volumen se integra en el segundo, transformando a los lectores más críticos del primero en actores del segundo. Lo cual presupone que el primer volumen ya ha sido publicado, leído y criticado. ¿Consecuencia? «Hay un desajuste entre el tiempo real y el narrativo: en el espacio de un mes hubiera sido imposible la composición e impresión del libro. En la narración, la incongruencia consiste en que se le pueda decir a DQ que había salido el libro, pues la Primera parte se cierra con los epitafios que suponen la muerte de los personajes más importantes, incluido el protagonista; se crea, por lo tanto, una situación literariamente genial, pues la Primera parte se integra en la Segunda como un elemento más del relato, pero literalmente absurda.», Rico, 645.

Hay que reconocer aquí, teniendo en cuenta el humor cervantino, que su genialidad no es incompatible con la aceptación de ciertos daños colaterales, que él ha estimado como menores e incluso como críticamente útiles en el contexto de su formidable parodia de los libros de caballerías.

|| lo que han de tener los libros de caballerías para ser buenos: El cura se pronuncia sobre los libros de caballerías antes de tomar en mano y leer la "Novela del curioso impertinente": «si me fuera lícito agora, y el auditorio lo requiriera, yo dijera cosas acerca de lo que han de tener los libros de caballerías para ser buenos, que quizá fueran de provecho y aun de gusto para algunos», I.32.32. ® monda: dártela monda y desnuda [la historia de don Quijote].

|| que le murasen y tapiasen el aposento de los libros: «Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron, por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase—quizá quitando la causa, cesaría el efeto—, y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo; y así fue hecho con mucha presteza.», I.7.10.

• Rico comenta la frase: "no los hallase [los libros]": «Quizá en el sentido de 'no los echase de menos'. Solamente unas líneas más arriba la solución para la locura de DQ había sido la quema indiscriminada de su biblioteca; ahora, en cambio, el cura parece olvidar que ya no hay libros que esconder a su amigo y propone como solución la desaparición del aposento por arte de magia de un encantador bibliófilo.», Rico, 89.

|| quemar más libros: «—Luego ¿quiere vuestra merced quemar más libros? —dijo el ventero.», I.32.20. • El ed. de Bruselas y muchos otros transforman el adverbio de cantidad en posesivo, lo cual da: "mis libros". Schevill protesta con razón de esta enmienda diciendo: «enmienda que no parece necesaria porque es posible que el ventero estuviese enterado de la quema de los libros por el mismo cura. Consúltese I, capítulo XXVII donde el cura les cuenta al ventero y a la ventera... la locura de don Quijote. En este caso lo que el ventero pregunta: '¿quiere vuestra merced quemar más libros?', está bien, y le contesta lógicamente el cura: 'no más que estos dos'». En los presupuestos del texto hay lo que pretende Schevill y más: «Contó el ventero a todos cuantos estaban en la venta la locura de su huésped, la vela de las armas y la armazón de caballería que esperaba.», I.3.9. «El cura le contó en breves razones la locura de don Quijote, y cómo convenía aquel disfraz para sacarle de la montaña, donde a la sazón estaba. Cayeron luego el ventero y la ventera en que el loco era su huésped, el del bálsamo, y el amo del manteado escudero, y contaron al cura todo lo que con él les había pasado, sin callar lo que tanto callaba Sancho.», I.27.1. Ahora bien, con estos presupuestos del texto, y acabando de replicar el barbero: «también sé yo llevallos al corral o a la chimenea, que en verdad que hay muy buen fuego en ella», I.32.19, es perfectamente comprensible la réplica cuantitativa e interrogativa del ventero.

• Rico glosa muy justamente en el sentido intencional de esta interpretación: «Se replantea aquí, desde presupuestos y criterios distintos, y con otras consecuencias literarias, el escrutinio de los libros (I, 6), referido ahora a la mucho más limitada biblioteca del ventero. La crítica y planteamiento de los valores literarios y estéticos se ampliará después, en la discusión entre DQ, el cura y el canónigo (I, 47-50).», Rico, 371. ® quemar

|| pelotear: pelotear (doc. 1566; no es neologismo en 1615, de pelota 1 ) v.intr. y tr. 'jugar a la pelota con algo'. Covarrubias dice del cuerno del rinoceronte: «bien se colige de aquí la fuerza que tiene en él, pues levantaba en el aire un oso, como el toro suele pelotear en alto con los dominguillos de paja.», Cov. 181.a.20.

|| pelotear libros: 'jugar a la pelota (con ellos)'. • En la visión de Altisidora, los diablos juegan a la pelota en el infierno, empleando libros en lugar de pelotas:

«A uno dellos, nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo, que le sacaron las tripas y le esparcieron las hojas. Dijo un diablo a otro: «Mirad qué libro es ése.» Y el diablo le respondió: «Esta es la Segunda parte de la historia de Don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés que él dice ser natural de Tordesillas.» «Quitádmele de ahí -respondió el otro diablo-, y metedle en los abismos del infierno: no le vean más mis ojos.» «¿Tan malo es?» -respondió el otro-. «Tan malo -replicó el primero-, que si de propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara.» Prosiguieron su juego, peloteando otros libros», II.70.20.

• «Es interesante observar que el ataque al plagiario que encontramos en este lugar toma la forma onírica de una visión de ultratumba, desarrollándose a su propósito el motivo tradicional del juego de pelota alegórico en el que intervienen los demonios. Estos, en los infiernos visitados por Altisidora, no están jugando con almas o con cabezas, sino con libros. El de Avellaneda, que llega allá flamante y bien encuadernado, recibe la suerte que merece por ser el peor de todos y es sucesivamente destripado y condenado al abismo de un olvido perpetuo.», M. Joly, en Rico 1998 b, p. 235-236.® pelotear



Fuentes:

Salvador García Bardón, Diccionario enciclopédico de El Quijote, Skynet, 2005. Nueva edición en preparación.
Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo, Skynet, 2005.
Salvador García Bardón, El Quijote ilustrado por G. Doré y pintado por S. Tusell. Los textos ilustrados y su contexto textual, flickr, 2005-2008 (Doré) y 2016 (Tusell)

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