Morfosemántica y sintaxis del Quijote
Una de las mejores maneras de probar que Cervantes fué un genial artesano de la lengua, consiste en procurar una idea lo más exacta posible de la enorme riqueza de sus recursos léxicos y sintácticos, puestos al servicio de su semántica y de su pragmática. Es lo que hemos hecho dando una visión panorámica relativamente completa de las frecuencias morfológicas y sintagmáticas que encontramos en el Quijote. Somos conscientes de que nuestro trabajo puede ser completado con nuevas investigaciones.
En el Taller cervantino del Quijote ofrecemos la morfología regular del léxico completo de la obra, apoyada en la gramática histórica y en la etimología.
Explicitamos la competencia morfosemántica cervantina mediante el establecimiento de paradigmas:
1. Los paradigmas de la competencia morfosemántica
Desde que la tradición analógica existe en gramática, las familias morfológicas se presentan en la morfología bajo la forma de paradigmas gramaticales. Desde hace ya un cierto tiempo, se presentan en algunos diccionarios las familias léxicas basadas sobre la derivación, la composición y la parasíntesis, bajo la forma de paradigmas derivativos, compositivos y parasintéticos; esto se hace mayormente en los diccionarios de uso, que son los que están inspirados por una epistemología morfosemántica, esto es, por una epistemología que establece como problema central de la lingüística el estudio de las operaciones que rigen la relación entre el sentido y la forma y entre la forma y el sentido.
1.1. Los paradigmas gramaticales: declinaciones y conjugaciones
A nadie se le ocurre pensar que el descubrimiento por los analogistas griegos de las familias morfológicas, y con él el descubrimiento de las reglas que permitirían en su día el descubrimiento de los paradigmas morfológicos de todas nuestras gramáticas, no haya sido un avance colosal en nuestro conocimiento de la semántica de las lenguas naturales.
1.2. Los paradigmas léxicos: familias por derivación, composición y parasíntesis
Pocas personas pueden pretender hoy día que la incorporación reciente en nuestros diccionarios de la ordenación de los vocablos por familias léxicas no sea un nuevo avance en nuestro conocimiento de la semántica de las lenguas naturales. Tras más de veinte siglos de espera, estas familias léxicas nos han habituado a ver, más allá de los paradigmas morfológicos de la gramática, otros paradigmas más de forma y de sentido, esto es, los paradigmas morfo-semánticos del Diccionario [1]. En estos paradigmas de nuevo cuño, cuya explicitación es debida a la perseverancia de las teorías morfosemánticas, frente a la resistencia antisemántica de las teorías distribucionalistas, nos hemos habituado a discernir la función distintiva de los prefijos, de los infijos, de los sufijos, o sea, de la derivación, y la función especificativa, en el mismo nivel paradigmático que la derivación, de la composición; hemos comprendido que esta última resulta ser, a la luz de nuestras investigaciones, una especie de presencia de lo sintagmático en lo paradigmático, presencia que hemos logrado comprender, tanto en sus mecanismos creadores sintácticos como en la organización paradigmática de sus resultados, salvando barreras conceptuales un poco rígidas de una cierta tradición teórica que quería separar a toda costa lo paradigmático de lo sintagmático.
1.3. Organización morfosemántica
Con esto tenemos que tanto la conjugación verbal, con sus miles y miles de formas así agrupadas (nótese que cualquier verbo no defectivo reúne en su paradigma ciento diecisiete formas); como la declinación nominal, pronominal y adjetival; como la derivación y la composición organizan morfosemánticamente enormes dominios de la espléndida riqueza en paradigmas de signos, ofrecida a la facultad de opción intencional del locutor por su lengua natural. Esto quiere decir que, cuando el locutor quiere expresar sus intenciones por medio del léxico, modulando la articulación actual de estas intenciones mediante la articulación virtual del léxico, cuenta con una cantidad extraordinaria de opciones léxicas no sólo posibles, sino directamente disponibles bajo la forma de paradigmas perfectamente estructurados, donde a cada intención del locutor corresponde o bien un morfema, o bien un lexema o bien una combinación de morfemas y de lexemas a insertar como elementos distintivos directamente rentables en el seno de los sintagmas que expresan sus actos completos de lenguaje.
Nadie puede negar que todos estos signos organizados en paradigmas constituyan auténticas clases formales, gracias a las cuales el locutor de la lengua puede producir y comprender automáticamente un número infinito de significaciones, pasando sin mayor problema de los sentidos a las formas y de las formas a los sentidos, y de un sentido a otro sentido opuesto, al pasar de una forma a otra forma opuesta. Todos sabemos que si este paso es posible, lo es gracias a la arquitectura formal de la gramática, que el locutor posee en su conciencia lingüística bajo la forma de competencia, porque la gramática sirve de paso automático entre toda forma y todo sentido que están asociados en clases formales, precisamente mediante mecanismos que ella administra.
La competencia morfosemántica es la facultad que tiene el locutor o escritor de una lengua, por el simple hecho de conocerla como su lengua natural, de manejarla gramaticalmente, asociando su morfosintaxis y su léxico con sus estrategias pragmáticas, no sólo sin esfuerzo sino dejándose guiar por ella como si dispusiera de un piloto automático. Cabe decir que la morfosemántica de la lengua le ayuda a pensar y a expresarse no sólo con naturalidad sino incluso sin esfuerzo, al no tener que pensar que piensa o que se expresa, facilitándole las asociaciones de ideas, mediante el juego de sus significantes, y guiándole tanto en la reflexión mental como en la expresión verbal. Le sucede con esta competencia algo así como lo que le sucede normalmente con sus propios procesos corporales, que funcionan inconcientemente, mientras no sufre de enfermedad, sin que él tenga que ocuparse de ellos, e incluso sin que él sepa cómo ni cuando funcionan, ya que, a pesar de su eventual ignorancia anatómica y fisiológica, estos procesos ponen automáticamente en relación su organismo con el mundo exterior, respirando, digiriendo, palpitando, oxigenándose, viendo, oyendo, oliendo, palpando, etc.
La competencia morfosemántica no se reduce a permitir la navegación automática por los campos semánticos de las palabras, evocando mediante ellas identidades y distinciones del mundo exterior, tal cual las interpreta en abstracto el sistema cultural de la lengua. Se trata de una facultad mucho más potente y precisa, cuyo aspecto más visible es la organización paradigmática de conjuntos de palabras unidas entre sí en racimos de forma y de sentido, que llamamamos comúnmente, según la categoría gramatical que las vincula en paradigma, conjugaciones, declinaciones y familias léxicas de derivados, compuestos y parasintéticos. Cada palabra del mismo racimo está provista en su forma de un pedúnculo que podemos llamar radical, por cumplir la función de unirla estrechamente a una raíz común [2]. Los conjuntos de estas palabras se comportan, en relación con las frases en que las palabras pueden aparecer, como opciones de sentido que hacen posible la libertad de palabra del locutor y con ella de su pensamiento creativo. Mediante sus cauces formales, estas opciones garantizan la transformación de los sentidos virtuales de la lengua en sentidos actuales del locutor o escritor. La actualización pragmática de cualquiera de estos sentidos se traduce para el locutor o escritor en una comunicación existencial con su interlocutor o lector, con garantías de referencia inequívoca dentro del mundo en que comunica.
2. ¿Otros paradigmas?
El problema que hemos deseado plantear aquí, a propósito de una obra de un autor en una época del pasado, como lo hicimos sobre el español actual en nuestros trabajos de Semántica y Lexicología de los años 70-90, es el saber si las formas y los sentidos que están asociados mediante mecanismos que administra la gramática en su componente léxico se limitan a los ya establecidos por la investigación y que acabamos de recordar. ¿No hay más allá de estos paradigmas reconocidos hoy por todos, tanto lingüistas como usuarios de las gramáticas y de los diccionarios, otros paradigmas que todos pudiéramos reconocer? Los Diccionarios de Sinónimos y de Antónimos y los Diccionarios Analógicos parecen haber respondido ya a esta pregunta. La respuesta que nosotros aportamos en nuestros trabajos teóricos y aplicados es que efectivamente, como lo han hecho pensar estos Diccionarios, más allá de los paradigmas conocidos hay todavía otros muchos paradigmas por descubrir, paradigmas que estos diccionarios han descubierto parcial e imperfectamente y que cabe descubrir más completa y correctamente. Esta es la ambición de la lexicología científica, ir más allá en el descubrimiento de paradigmas léxicos de la lengua que no lo han hecho hasta ahora los Diccionarios más avanzados en este sentido.
3. La noción de paradigma
En gramática tradicional se entiende por paradigma el conjunto de formas flexionales de un mismo lexema variable o lexema con una base radical común, esto es, el conjunto de las formas que toma un morfema léxico flexional combinado con sus desinencias; estas desinencias son de declinación, si se trata de un nombre, adjetivo o pronombre; o de conjugación, si se trata de un verbo. Los morfemas léxicos cambian de forma flexional, aunque manteniendo una base común, en función del tipo de relación que mantienen con los otros constituyentes del sintagma en que participan; se dice corrientemente que los morfemas verbales cambian de persona, de número, de tiempo y de modo; mientras que los morfemas nominales cambian de género y de número. En este tipo de gramática todo paradigma es necesariamente un conjunto morfológico, puesto que se impone la exigencia de que haya un radical común a todas las formas flexionales.
Siguiendo a Ferdinand de Saussure, que prestó gran atención a todo tipo de asociaciones léxicas, la lingüística moderna ha ampliado el campo de aplicación de la noción de paradigma. En esta disciplina se entiende por paradigma todo conjunto de unidades que mantienen entre sí una relación virtual de substituibilidad, aunque no mantengan como los conjuntos flexionales una base radical común. El paso de la noción tradicional, limitada a lo morfológico, a la noción lingüística, que considera lo morfológico como un caso particular, consiste en no exigir para que haya paradigma las dos condiciones de que exista un radical común y de que los términos sean substituibles los unos por los otros, sino sólo la condición de substituibilidad, que aunque implica cambio de forma, no implica la conservación de una base formal común. Se dice que una unidad está en relación virtual de substituibilidad con otra, cuando ambas unidades no pueden aparecer juntas en el mismo contexto sintagmático, porque si una se concibe en relación con la otra en el mismo contexto sólo es como la ausente que podría reemplazar a la unidad presente, esto es, como la unidad capaz de substituirla en el mismo punto del contexto, cambiando la significación de la primera; lo cual hace que si una de estas dos unidades aparece en un contexto determinado, la otra no puede aparecer en el mismo punto del mismo contexto, y que si esta segunda unidad aparece, porque el locutor opta en su favor para expresar una intención, la primera tiene que desaparecer, porque al cambiar la una por la otra, el locutor ha querido cambiar el sentido que expresaba mediante la primera elección por el sentido que expresa mediante la segunda. Se ve claramente que de Saussure ha deseado hacer notar para todo el ámbito de los valores de la lengua, y no solamente para el ámbito de lo flexional, que si es verdad que el locutor establece relaciones “in praesentia” entre los términos léxicos que emplea en un mismo sintagma (estas son las relaciones sintagmáticas), también es verdad que al mismo tiempo, aunque en otra dimensión, por el mero hecho de elegir uno entre varios términos que puede colocar en un punto determinado de su sintagma, establece relaciones “in absentia” entre el término que de hecho emplea en el sintagma y los términos que no emplea de la misma reserva virtual de términos (del mismo paradigma) donde va a procurarse este término; de los términos que no emplea cabe decir que hubiera podido emplearlos en lugar del término que emplea: éstas son las relaciones paradigmáticas.
4. Definición de la lexicología como búsqueda de nuevos paradigmas
La semántica lexicológica, o lexicología, es la ciencia que intenta hacer avanzar nuestro conocimiento de los paradigmas léxicos de la lengua, esto es, la ciencia que intenta descubrir las asociaciones en conjuntos organizados de los elementos del léxico todavía dispersos en nuestros diccionarios, conjuntos cuya organización quedará probada en cuanto se pruebe explícitamente que están sometidos a reglas de correspondencia entre sentido y forma, esto es, que su organización de sentido se manifiesta por una organización de forma correspondiente, y que las unidades formadas por estos sentidos y estas formas mantienen entre sí una relación virtual de substituibilidad, o sea, que si se substituye una forma por otra, se substituye un sentido por otro y viceversa. Si tal es el caso, nos cabrá establecer clases formales cuya asociación de forma y de sentido, y cuya substitución mutua quepa atribuir al empleo por los locutores, para expresar sus intenciones, de la gramática interiorizada mediante la cual pueden efectuar estas operaciones, como ya atribuimos al empleo de esta gramática las asociaciones y las substituciones fundadas por los paradigmas conocidos.
Si entendemos por conjunto una totalidad clasificatoria que existe o está vacía según contenga o no objetos, diremos que un conjunto léxico A es una totalidad clasificatoria que existe si contiene lexemas x, mientras que está vacía si no contiene ningún lexema.
La lexicología es una ciencia reciente, cuyo objetivo es estudiar los conjuntos formados por los lexemas de una lengua determinada. Se llama léxico a la reunión de estos conjuntos. El lexicólogo intenta comprender las estructuras formadas por el léxico de una lengua, dar razón de ellas mediante la explicitación de operaciones, y estudiar sincrónica y diacrónicamente las condiciones de su formación.
Así, pues, la lexicología se ocupa del estudio de las relaciones paradigmáticas de sentido que ligan entre sí los lexemas de la lengua. Cada paradigma se organiza alrededor de una operación semántica que mantiene asociados a sus términos.
5. Los paradigmas de las operaciones semánticas
Las principales operaciones semánticas que hemos estudiado [3]son: las operaciones de integración ontológica: la meronimia, la holonimia, la metronimia; las operaciones de clasificación sistemática: la hiponimia, la hiperonimia; la cohiponimia, la cohiperonimia; la sinonimia; las operaciones de oposición privativa, dentro de la clasificación sistemática: la antonimia complementaria, la antonimia graduable; las operaciones de inferencia fundadas sobre la clasificación sistemática: la implicación formal y la equivalencia; las operaciones de relación ordenada:: la conversión, o paso de la relación directa a la conversa, por cambio de orden; los encadenamientos relacionales sintéticos: la potencia relacional, el producto relacional; la serie graduable o escala; la serie no graduable o jerarquía: la jerarquía cualitativa; la jerarquía cuantitativa (ordinal, cardinal e indefinida); el orden práxico; el ciclo; la relación comunicativa favorable, la relación comunicativa desfavorable; las operaciones de localización: las deixis: personales, espaciales, discursivas y temporales; la topología estática y la topología dinámica.
En el estudio de estos paradigmas, hemos prestado la atención que se merecen a las transformaciones de la forma fonética, que por ser las más visibles en la materialidad de la dicción, son llamadas metaplasmos, es decir, transformaciones por antonomasia: 1) adiciones: prótesis, epéntesis, paragoges; 2) supresiones: aféresis, síncopas, apócopes; 3) trasmutaciones: metátesis; contracciones, diptongaciones; asimilaciones, disimilaciones; etc.
6. Paradigmas intencionales sintácticos y pragmáticos:
Son los paradigmas que encontramos en el seno de una Gramática intencional, cuya ambición consiste en explicar la articulación integrada de los componentes morfo-sintáctico, semántico y pragmático de la competencia lingüística de los locutores. El punto culminante de esta explicación lo constituye el estudio del período o hipertaxis discursiva, ya que con él se sientan las bases de la construcción de todo texto, sea por hipotaxis (subordinación), sea por parataxis (coordinación), sea por ambas a la vez.
Los marcadores hipertácticos del discurso son un conjunto heterogéneo de taxemas, que funcionan en el texto como engarces entre las intenciones, ideas, temas, frases, incisos y párrafos que lo constituyen, expresando y mostrando las relaciones que existen entre las diferentes partes de su textura discursiva. El último subconjunto que presentamos aquí (el III.) está formado por conjunciones, preposiciones, adverbios y diferentes tipos de expresiones lexicalizadas, entre las cuales cabe señalar una gran variedad de locuciones conjuntivas, prepositivas y adverbiales. Este grupo es eminentemente pragmático, por servir de guía al lector para su interpretación del texto, en complemento a las indicaciones que obtiene mediante la hipotaxis y la parataxis.
Intentamos probar que uno de los factores principales de la belleza de la escritura cervantina es la excelencia del arte de su sintaxis y la brillantez de sus estrategias discursivas, al servicio de las cuales dispone de una rica paleta de marcadores del discurso:
I. Hipotaxis (El período de cohesión máxima)
A. Substantiva
B. Adjetiva o de relativo
C. Adverbial o circunstancial
C.1. Circunstancia relacional interna
La relación antecedente consecuente (directa: causal; inversa: consecutiva)
La relación hipotética (condicional y concesiva)
La relación de propósito (final)
La relación de semejanza (comparativa y modal)
C.2. Circunstancia relacional externa o espacio-temporal
La relación espacial
La relación temporal
II. Parataxis (El período de cohesión mínima)
La relación de simple adición
La relación de diferenciación por alternancia
La relación de diferenciación por contradicción
La relación de diferenciación por contrariedad
III. Otros marcadores pragmáticos del discurso
Con respecto al tema
Introductores
Ordenadores
Comentadores
Digresores
Continuadores
Resumidores
Concluidores
De transición
Con respecto a la argumentación
Indicadores de opinión
Descriptores
Generalizadores vs particularizadores
Demostradores
Intensificadores vs atenuadores
Enfatizadores vs minimizadores
Ejemplificadores
Matizadores
Rectificadores
Con respecto a la interlocución
Fáticos
Consentidores vs disentidores
De interjección
Etc.
[1] Quepa notar aquí que si el mérito relativo a nuestro siglo de esta innovación es de María Moliner en su Diccionario de uso del español de 1967, el mérito absoluto es de Sebastián de Covarrubias, primer lexicógrafo en haber practicado esta visión sintética en su Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, 1611, en pleno siglo de Oro. La organización del diccionario de María Moliner, está inspirada en los trabajos etimológicos de Joan Corominas, como lo confesó en su día la propia autora: Corominas, Joan, Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana, 2.ª ed., Madrid, Gredos, 1967. Corominas, Joan, Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, 2.ª ed., Madrid, Gredos, (4 vol.), 1974.
[2] Lexema invariable de una palabra que aporta el significado léxico y constituye el elemento común de su familia semántica: la raíz verbal {dorm-} se manifiesta en la conjugación del verbo «dormir» mediante los radicales: {dorm-}, {durm-} y {duerm-}. Lexema: Unidad básica de la lexicología, portadora de un significado léxico propio: se dice que una palabra como "gato" está compuesta por el lexema "gat-" (cuya significación es la de 'animal felino doméstico') y el morfema gramatical "-o" (que indica género masculino).
[3] Ver nuestra Lexicología española: semántica sincrónica, CIACO y ALE, Lovaina-la-Nueva, 1990 Igualmente en nuestra Gramática Intencional del Español, CIACO y ALE, LLN, 1989. Ver también: Cómo actuar con el léxico, La acción intencional léxica por obra de las operaciones semánticas del español, CIACO y ALE, LLN, 1990.
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Este artículo apareció precedentemente en Qué diario, el 04/09/2005 17:41