EL DIOS PATÉTICO: UNA PISTA DE LECTURA PARA EL EVANGELIO DE HOY

Comentario a las lecturas del Domingo 24 del Tiempo Ordinario (13 de Septiembre 2020)

Hay una posible pista para leer los textos de este Domingo: lo patético de Dios. Ahora, si por definición antropológica somos imagen de ese Dios, somos seres humanos patéticos e invitados a vivir lo patético de la misma vida. En primer lugar, la necesaria purificación de la misma palabra. Culturalmente se ha entendido que lo "patético" es una expresión peyorativa. La misma RAE la define como aquel que es "penoso, lamentable y ridículo". Hemos mantenido esa mala "traducción" aún cuando lo patético es una expresión de una profunda riqueza. La palabra proviene del griego "pathos" que significa: emoción, sentimientos, pasión. De ella surgen palabras como: compasión, pasión, simpatía. Y, en su negativo, apatía. Los autores (Boff, Cassasus, Gesché, entre otros) recuerdan que el primer sistema que define al ser humano es lo límbico, es decir, lo emotivo, el sentimiento, las experiencias del pathos. Luego vino el uso de la razón. Parafraseando al Prólogo de Juan: Al principio era la emoción; y el que es y posee emoción se hizo ser humano y convivió entre los seres humanos. La tradición budista declara incluso que la "karuna", la compasión, es uno de los cuatro pilares de buena vida.
Lo patético, por tanto, define a Dios. Por ello el Salmo declara que Dios es compasivo y misericordioso. La palabra misericordia, en hebreo, tiene una riqueza única. Proviene del "rehem", palabra semita que significa: útero, entrañas, misericordia. La misericordia de Dios se encuentra en su útero femenino, desde una metáfora teológica muy querida en los profetas del Antiguo Testamento.
Y, por otra parte, lo patético nos define como seres humanos. Nos define pero también nos lanza a ser patéticamente positivos con los otros. Por ello Jesús utiliza la parábola del Rey (figura de Dios mismo) que perdona al que debe, y le debe mucho. Pero, y ahí está la clave de la parábola, el perdonado no es capaz de perdonar a otro que debía una cantidad mínima. Ahí encontramos dos claves: primero, que Dios se entiende en la lógica de la desmesura en cuanto perdona más de lo esperado. Y, por otra parte, lo patético de perdonar, de compadecerse, de volver a abrazar.
La profesión de fe debe moverse en la lógica de creer en un Dios "compasivo" (Salmos judíos ), en el "compasivo y misericordioso" (primeras palabras de toda oración musulmana). Y, como su correlato, creer que podemos y debemos vivir patéticamente con los que forman nuestro espacio vital, ecológico, cultural, espiritual.
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