Breve nota a la pedagogía del discernimiento en los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola

Extracto de la tesis de Licenciatura en Educación (2012) realizada sobre "El discernimiento como propuesta pedagógica a la luz del Misterio histórico de la Encarnación" en la Universidad Católica del Maule. 

La experiencia de Ignacio de Loyola (1491-1556), y los EE, constituyen uno de los legados fundamentales sobre el discernimiento. Los EE tienen como fuente del discernimiento la experiencia histórica que Ignacio fue acumulando, la cual era leída desde y en la fe. ¿Cuál es la experiencia que Ignacio de Loyola de discernimiento y que nos sirve como fundamento de la dimensión pedagógica del discernimiento? La respuesta es “la búsqueda activa de la voluntad de Dios sobre la vida de la persona ¿qué es lo que Dios quiere de mi? (Mifsud, 1996, p.493).

Teniendo esto, ¿cómo entiende San Ignacio de Loyola el discernimiento? Para él, este “constituye un proceso de confrontación con la vida, la muerte y la resurrección de la Persona de Jesús el Cristo dentro de un contexto de pertenencia a su Iglesia” (Mifsud, 1996, p.495) La importancia que el discernimiento sea un proceso vivencial, es de suma importancia, ya que como veíamos en la dimensión del educador y del educando, ambos generan procesos continuos en que contrastan sus respectivas actividades con la experiencia, fundamento del discernimiento.

El discernimiento ignaciano, presenta como condición básica “la indiferencia, es decir, una disposición activa de generosidad y una libertad que no plantea condiciones para comprender cuál es la voluntad de Dios sobre la vida de cada uno y llevarla a cabo” (Mifsud, 1996, p.495) La disposición activa, se relaciona con la capacidad de escuchar y leer la realidad que se nos presenta, siendo capaces de orientar nuestra vida desde ella hacia Dios.

Para comprender la dimensión pedagógica de los EE, queremos centrarnos en la segunda semana de ejercicios, en la cual se medita sobre el sentido de la historia y de la Encarnación. Lo que Ignacio de Loyola hace, es recrear un imaginario teológico que permite al ejercitante tener una visión sobre la realidad. Dice Ignacio de Loyola: “el primer punto es ver las personas, unas y otras: y primero las de la faz de la tierra, en tanta diversidad, así con trajes como en actitudes, unos blancos, y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo” (EE 106)

Es interesante la visión sobre la realidad que se realiza desde el imaginario teológico de los ejercicios. La sociedad y la historia son espacios multiculturales, y a su vez el hombre mismo es un ser plural, cambiante. El profesor debe saber leer de manera inteligente el contexto en el cual realiza su acción pedagógica, y debe comprender que sus educandos son distintos, así como Ignacio de Loyola los imagina en el texto anteriormente citado. Es por esto que “los EE enseñan a utilizar las armas de la inteligencia y la sagacidad y a emplear las tácticas y estrategias de la sabiduría evangélica. Tratan de generar en nosotros un sujeto crítico e inconformista, empeñado en remontarse desde lo que siente y le pasa al por qué le pasa” (Aleixandre, 2012, p.23) El profesor, y el mismo educando, deben transformarse en esos sujetos siempre críticos, los que basados en categorías sociales, políticas, antropológicas, teológicas y culturales, propongan nuevas estructuras para una sociedad más humana. Esa es la clave del discernimiento.

Cuando se realiza un óptimo discernimiento, como el que realizó San Ignacio, inspirado siempre en su experiencia de vida, la cual era contrastada con la fe, “somos capaces de reaccionar de manera contraria a lo que parecía irremediable y obvio. El precio será la decisión arriesgada de introducir cambios en costumbres que nos parecen evidentes  a fuerza de repetirlas” (Aleixandre, 2012, p.24) Sólo de esta manera, podremos ir generando espacios auténticamente humanos de transformación personal y social,  desde nuestra vocación como pedagogos, que son capaces de leer la realidad histórica, marcada con el sello de la Encarnación, misterio histórico que supera las limitaciones y propone lo nuevo como condición de cambio integral.

41aWsiiooWL

ACTIVIDAD PRÁCTICA

¿Qué es el discernimiento?

Cuando nos enfrentamos a una situación de vida, en la cual tenemos dudas de si realizarla o no, o por ejemplo, cuando se nos presenta en la vida una experiencia de una vocación laical o consagrada, o también cuando estamos en la disyuntiva entre si aceptar un trabajo o rechazarlo, ese acto de reflexionarla y decidir por una de las opciones, estamos realizando el proceso del discernimiento.

Pero ¿qué es el discernimiento? En primer lugar, puede ser el aclarar qué quiere Dios de mí o de nosotros. En segundo lugar, puede ser un proceso espiritual, la cual es el medio para comprender la primera acepción. Por el discernimiento, se va eligiendo y decidiendo una conducta concreta en la vida concreta del individuo concreto. Por lo tanto, el discernir conlleva un proceso o una serie de actos ligados unos con otros que conducen a un compromiso de vida.

¿CUÁL ES EL PROCESO DEL DISCERNIMIENTO?

  1. Preparación para el discernimiento
  • Importancia de una purificación interior, la cual consiste en el reconocimiento de nuestro ser limitado que constantemente se enfrenta a situaciones de pecado personal o social. Desde este reconocimiento, vamos abriendo nuestra vida a la acción de Dios que interrumpe en ella.
  • Luego de la purificación interior, adviene un momento de ir comprendiendo aquello que es agradable a Dios. El discernimiento es fundamentalmente eso, optar por aquello que es mejor, y que en clave cristiana, es la voluntad de Dios.
  • En el reconocimiento de aquello que es agradable a Dios, necesitamos de una disposición de la voluntad a lo que nos vaya pidiendo el Señor desde la escucha de su Palabra y de su asimilación con nuestra experiencia concreta.
  • El culmen de la primera etapa del discernimiento, que es resultado de las disposiciones precedentes, es el amor incondicional a Jesucristo y su proyecto. Por el amor, se va configurando nuestra adhesión a la vocación y a la llamada realizada en nuestra historia personal y social.

2. Desarrollo del discernimiento como tal

Discernimiento es elegir cuál opción – entre varias – es la que Dios quiere de mí en este instante concreto de mi historia. Dios viene a mi encuentro, me llama y me invita, en mi libertad, a adherir a su proyecto. Para realizar el buen discernimiento, es estar en un estado de paz en el espíritu, la cual favorece la claridad en la comprensión de las opciones que me son presentadas, y de las cuales debemos escoger la mejor.

En la evidencia de las opciones, debemos realizar un itinerario, recorrido o historial, identificando aquellos momentos de nuestra historia en la cual hemos sentido la presencia de Dios que nos interpela. La historia es un lugar teológico, es decir, un espacio propicio en el cual Dios se revela, llama y ama.

Junto con el factor espiritual, la inteligencia juega un rol fundamental. La necesidad de hacer razonable aquello que creemos y esperamos, provoca que las opciones que se nos presentan en la elección, sean confrontadas entre el querer de Dios y nuestra experiencia. Ambas experiencias, la de Dios y la nuestra, suponen que se hagan manifiesto en lo humano, en lo histórico y concreto. La de Dios, se hace presente en la Encarnación de Jesucristo que asume verdaderamente la condición humana, asemejándose a cada uno de nosotros.

Será finalmente el Misterio de la Encarnación que da sentido a toda la historia. La persona de Jesucristo es eje de los acontecimientos temporales, y desde sus acciones y palabras, desde sus gestos de gratuidad y de liberación, vamos adquiriendo las categorías necesarias para comprender nuestra realidad y optar por aquello que Cristo haría si estuviera en nuestros lugares.

3. Confirmación y compromiso con la opción tomada en el discernimiento

En este momento del recorrido del discernimiento, vamos perfilando nuestra opción fundamental nacida de las mociones del Espíritu Santo en nuestra inteligencia. Dios actúa de manera libre en un sujeto libre, que es interpelado y convidado a un proyecto específico de redención  en los contextos que le son propios. La misión del creyente, asume pues, una connotación histórica, ya que sólo en la historia, puede construir el Reino como prolongación, confirmación y compromiso práctico del discernimiento.

Las experiencias de los sujetos bíblicos, como por ejemplo Moisés, Samuel, María y Jesús de Nazaret, nos van demostrando concretamente cuáles son las opciones fundamentales a las que optan luego de hacer un proceso de sana reflexión desde la llamada que Dios les realiza. Moisés es llamado y baja a liberar al pueblo hebreo de la opresión egipcia. Samuel luego de 3 llamadas divinas, accede gracias a la ayuda de otros a confirmar: habla Señor que tu siervo escucha. María luego del saludo de Gabriel y de cuestionarlo, es decir, de pasarlo por el cedazo del discernimiento, llega a decir: hágase en mí según tu palabra. Finalmente el mismo Jesucristo, que va creciendo en estatura y sabiduría, discierne su ser Hijo de Dios y actúa desde su contexto social, económico, político y cultural en pos de esa llamada realizada por su Padre.

Referencias:

Mifsud, T. (1996). Moral fundamental, el discernimiento cristiano. Bogotá: CELAM.

Aleixandre, D. (2012). Lectura bíblica de las reglas del discernimiento. Revista Mensaje, 609, 212-216.

Ignacio de Loyola. (1985). Ejercicios Espirituales. Madrid: Edapor.

IgnacioLoyola-31Julio

Volver arriba