“Curar” puede considerarse como el trabajo profesional civil de Jesús Domingo 5º TO B (07.02.2021): Jesús trabajaba, no fue un parásito social

También debería ser normal para un sacerdote vivir de un trabajo civil

Comentario: “Recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios” (Mc 1, 29-39)

Leemos hoy el núcleo de la “jornada de Cafarnaún” (1, 21-3,6). Vemos la actividad misionera habitual de Jesús. Constatamos sus prioridades según la distribución de su tiempo. La mayor parte lo emplea en atender y curar a los enfermos. Es su dedicación preferente. La segunda prioridad es enseñar a la gente y a los discípulos. En tercer lugar está la oración, no sólo accidental, sino programada con reserva de tiempo y lugar.

En la mañana de un sábado, enseña en la sinagoga. Al mediodía va “a casa de Simón y Andrés”, que consideraba suya. Allí cura a la suegra de Simón: “se acerca, la coge de la mano, la levanta”. Ella “se puso a servirles”. La suegra puede ser símbolo los ancianos: está cerca de ellos, les coge la mano, les levanta para “servir” como todo cristiano.

Cuando se puso el sol,le llevan “todos los enfermos y endemoniados”. Curó “a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”. Enfermos físicos, psíquicos y sociales. La “vida abundante” (Jn 10,10b) que trae Jesús empieza por la salud corporal. Sin salud no es posible vivir humanamente. La Covid-19 evidencia esta aguda necesidad. “Curar” puede considerarse como el trabajo profesional civil de Jesús. Por él le ayudarían para subsistir él y su grupo. El trabajo para vivir y la actividad gratuita son modos usuales de vida. También debería ser normal, optativo, para un sacerdote vivir de un trabajo civil. Así no absorbería todos los servicios comunitarios, ahogando carismas de otros. Servicios ejercidos libremente gratis son signos del amor gratuito. Es cierto que algunos trabajos necesitan mucho tiempo y deben remunerarse (coordinación, profesores, administración, limpieza...). La comunidad debe ver qué dedicación debe ser retribuida. Los clérigos no deben ser sostenidos por la Iglesia, si su trabajo es celebrar una misa al día.

“Predicar el reino” a la gente y, más detenidamente, a los discípulos, sería actividad que ocuparía lo que hoy llamamos “tiempo libre”, no remunerado, pero útil socialmente. Así catequistas, monitores, visitadores de enfermos, ayuda a necesitados, presidir liturgias, convivencias, retiros... pueden considerarse actividades de voluntariado gratuito.

Se levanta de madrugada, va al descampado y se pone a orar”. Jesús elige tiempo (de madrugada) y lugar (en soledad). La oración conecta con el Misterio de amor gratuito y hace respirar a nuestro espíritu en consonancia con el Espíritu divino. Ahí saborea su misión, la voluntad divina, la toma decisiones, a veces imprevistas para la gente y los discípulos: “vámonos a otra parte”. Ahí desoye pretensiones y expectativas egoístas de los amigos y la multitud. “Orar” es otra acción básica, pero gratuita. ¿Qué diría Jesús del uso de la eucaristía y otros rezos taxados (misas sueltas, gregorianas, novenas...) con el hábil eufemismo de “do ut des”, donde todos “dan”, y nadie compra ni vende? ¿No diría aquello de “¡cuidado con... los que devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones!? (Mc12,40; Lc 20,47).  

Oración: “recorrió toda galilea, predicando... y expulsando demonios” (Mc 1,29-39)

Contemplamos hoy, Jesús, las actividades básicas de tu vida:

trabajas curando enfermos;

enseñas el reino de Dios con palabras y actitudes;

reservas tiempo y lugar para orar al Padre.

Estas ocupaciones están envueltas por otras de menor calado:

encontrarte con la gente, estar con los amigos,

descansar, participar en fiestas, etc.

El trabajo forma parte esencial de nuestra vida:

desarrollamos nuestras capacidades y humanizamos el mundo;

obtenemos bienes para vivir y ayudar a quien no puede trabajar.

A veces hemos llegado a creer que el trabajo es una maldición:

lo hemos llamado “servil”, propio de esclavos, indigno de señores;

“para las nueve décimas partes de los cristianos practicantes,

el trabajo humano no pasa de ser un estorbo espiritual...;

...la masa de los fieles abriga oscuramente la idea de que el tiempo

pasado en la oficina, en los estudios, en los campos o en la fábrica

es tiempo sustraído a la adoración”

(Teilhard de Chardin: El medio divino. Madrid, Taurus 1967, ed. 6ª, P. 54).

Afortunadamente esta mentalidad está desapareciendo:

“el trabajo es el medio ordinario de subsistencia,

nos unimos a los hermanos, les servimos, les amamos,

cooperamos al perfeccionamiento de la creación divina,

nos asociamos a la obra redentora de Jesús que trabajó, incluso manualmente...”;

“el trabajo es una cierta imitación sagrada de Dios creador”

(Vat. II GS 67; SC 127).

Los cristianos sencillos siguen viendo con preocupación:

a clérigos holgazanes, “de misa y olla” y paseos solemnes;

que trabajan una hora escasa, “y encima con vino”, dicen;

amigos de mesas pudientes y capellanías bien dotadas;

creemos símbolos de tu presencia a los sacerdotes:

que ocupan su jornada en tareas eclesiales de servicio real;

que deciden no ser gravosos a sus comunidades,

ejerciendo una profesión civil;

unos y otros comen el pan con “el sudor de su frente”.

Cristo trabajador: carpintero, médico, enseñante:

danos el Espíritu creador que alegre nuestra tarea diaria;

infunde en todos el amor a la justicia en el trabajo;

únenos en la lucha por la dignidad de todos los trabajadores.

Cristo de la oración:

que seamos capaces de buscar tiempo y lugar para el encuentro contigo;

que sintamos el amor del Padre que está siempre con nosotros;

que a solas y en compañía pidamos el Reino de Dios.

Jesús,aviva en nosotros tu Espíritu:

que habita en nuestros corazones y en nuestras comunidades;

que nos hace llamar a Dios “Padre de todos”;

que nos invita a trabajar por un mundo mejor;

que nos abre ojos y corazón de fraternidad;

que nos pone en movimiento contra todo egoísmo.

Jesús itinerante, que predicas y expulsas demonios:

aviva en nuestras comunidades la libertad de palabra y de vida;

suelta nuestras lenguas para expresar tu Espíritu;

convéncenos de que Dios habla en el diálogo fraterno:

de que sólo en tu amor compartimos tu palabra;

de que sólo en comunidad nos conformamos al evangelio;

de que en los hermanos se revela tu Espíritu.

Preces de los Fieles (D. 5º TO B 07.02.2021)

Hoy, en el evangelio, vemos a Jesús trabajando de médico: a los enfermos dedica la mayor parte del tiempo. Una segunda actividad es explicar el Reino de Dios. Tiene un tiempo reservado a la oración con el Padre Dios. Pidamos que nuestra vida se parezca a su vida de Jesús, diciendo: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por la Iglesia universal:

- que invite a todos a “comer el pan con sudor de su frente” (Gn 3,19);

- que anime voluntarios para servir a los más necesitados.

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por las intenciones del Papa (Febrero 2021):

- que “las mujeres víctimas de la violencia sean protegidas por la sociedad”;

- que “su sufrimiento sea considerado y escuchado” por todos.

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por nuestro trabajo de cada día:

- que podamos trabajar y vivir dignamente de nuestro trabajo;

- que trabajemos bien, imitando al Creador que nos acompaña.

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por el voluntariado:

- que dediquemos algún tiempo gratuito a los hermanos;

- que alegremos la vida colaborando según nuestras capacidades.

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por nuestra diócesis, parroquia, comunidad...:

- que seamos signos de Jesús por nuestro trabajo en favor del Reino;

- que no haya nadie “viviendo sin trabajar, pero metiéndose en todo” (2Tes 3,11).

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Por esta celebración:

- que nos llene de tu honradez, “comiendo el pan con sudor de nuestra frente”;

- que nos dé a sentir tu generosidad para hacer un mundo mejor.

Roguemos al Señor: “queremos vivir como tú, Señor”.

Padre de todos, Hermano Jesús, Espíritu de amor: queremos vivir en vuestra compañía. Queremos realizar nuestra vida en trabajo y en fraternidad, animados por vuestra presencia: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que vivís por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), 7 de febrero de 2021

Volver arriba