En la Iglesia “no hay esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús” Que la Iglesia supere “su profunda incapacidad para comprender los signos de los tiempos” (Domingo 23º C TO 07.09.2025)
Danos a todos tus “entrañas”, Jesús
| Rufo González
Comentario: “te lo envío como algo de mis entrañas” (Flm 9b-10.12-17)
Única vez que la liturgia lee un fragmento de esta carta. La más breve de Pablo, ajustada a una hoja de papiro. Dirigida en primer lugar a “nuestro querido colaborador Filemón”. También “a Apia la hermana”, su esposa. Y “a Arquipo nuestro compañero de armas”, su hijo. Y, por último, “a la Iglesia de tu casa” (lit.: “a la asamblea según tu casa”).
Los vv. 4-7 narran la concepción que tiene Pablo del cristiano Filemón: a) “el amor y la fe que tienes en el Señor Jesús, y hacia todos los santos”; b)“la comunión de tu fe resulta eficaz (energès genétai) en el conocimiento de todo el bien que hay en nosotros en orden a Cristo”; c)“pues tuve gran alegría y consuelo por tu amor”; d) “las entrañas de los santos descansaron gracias ti, hermano” (Fil 1,4-7). Básicas cualidades cristianas: amor, fe, comunión práctica, consuelo.
Filemón es un cristiano de Colosas, acaudalado y practicante (synergô hemôn: colaborador de nosotros). Debió bautizarlo por Pablo, pues al final de la carta le recuerda: “tú me debes tu propia persona” (v. 19b: seautón moi prosofeíleis: tú mismo te me debes). Tiene esclavos, según el uso social. Uno de ellos, Onésimo, se ha fugado. Pablo lo encuentra en una cárcel de Roma, donde le evangeliza y bautiza. Cumpliendo la ley, le devuelve a su dueño con esta misiva. Pablo mantiene su idea de que “en Cristo no hay amo ni esclavo” (Gál 3,28). Resuelve el caso legal cumpliendo la ley, pero insta a Filemón a cumplir lo que quiere Cristo: que le reciba como un hermano.
El texto leído (vv.: 9b-10.12-17) contiene la intercesión para que reciba al esclavo fugitivo sin castigo, más bien con amor, “como hermano querido”. Los bautizados hemos reconocido la igual dignidad de todo ser humano. Toda persona es hija de Dios que nos creado y nos sostiene. En el bautismo recibimos el Espíritu de Jesús, que nos une a todos en su Cuerpo. Desde esta perspectiva leemos el texto de Pablo a Filemón.
Le llama “mi hijo” por haberle convertido y bautizado, darle a luz en el nacimiento “del agua y del Espíritu” (Jn 3,5). Conviene leer también el versículo 11. Juega con el nombre de Onésimo, que en griego significa “útil, aprovechable”. Reconoce “que antes era tan inútil para ti” (quizá le robó; pero, al menos le perjudicó no trabajando para él), y ahora en cambio es tan útil para ti y para mí”. Ahora ha sido útil para Pablo en la cárcel y quiere volver a servir a su dueño.
El versículo 12 expresa el valor de Onésimo para Pablo. La traducción litúrgica es deficiente:“Te lo envío como a hijo”. Lit.: “el que te devuelvo, él mismo, él es mis entrañas” (ὃν ἀνέπεμψά σοι, αὐτόν, τοῦτ’ ἔστιν τὰ ἐμὰ σπλάγχνα).
Los vv. 13-14 invocan el amor que rige ya la vida de Filemón. Pero respeta la libertad con que Filemón debe aceptar la nueva condición del bautizado Onésimo:“Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad”. La revolución cristiana, basada en el amor de Jesús, no incluye violencia, sino libertad.
Los versículos 15-17 explican el versículo 10. “Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre” (v. 15). Introduce una posibilidad providencial de la huida: “Quizá se apartó de ti” traduce la oración pasiva teológica que sugiere la acción de Dios. Literalmente “quizá fue separado,te fue retirado” (tája ejorísze). El v. 16 pide que lo reciba“no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que, si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor (v. 16). “Humanamente (lit.: en la carne) parece pedir la emancipación, además de la fraternidad cristiana (en el Señor). Termina igualándose en Cristo:“Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí” (v. 17).
Oración:te lo envío como algo de mis entrañas (Flm 9b-10.12-17)
Admiramos, Jesús, a un misionero de tu evangelio:
ha anunciado tu gracia, tu bautismo;
se cree “padre” de un esclavo social
porque ha colaborado en hacerle
nacer “por el agua y el Espíritu”.
Pablo quiere cumplir la ley social:
sabe que “en ti, Cristo, no hay amo ni esclavo” (Gál 3,28);
por eso invita a Filemón a cumplir lo que tú quieres;
abiertamente le dice: “te lo envío como a hijo”;
“el que te devuelvo es mis entrañas” (literal).
Pablo, como tú, Cristo, respeta la libertad:
“Si alguno quiere venir en pos de mí,
que se niegue a sí mismo,
tome su cruz y me siga” (Mt 16,24; Lc 9,23).
“Me hubiera gustado retenerlo junto a mí,
para que me sirviera en nombre tuyo
en esta prisión que sufro por el Evangelio;
pero no he querido retenerlo sin contar contigo:
así me harás este favor, no a la fuerza,
sino con toda libertad” (Fil 13-14).
Somos, Cristo Jesús, maestros de “tus ideas”:
pero la realidad está muy alejada del evangelio;
no todas nuestras iglesias, “han hecho el esfuerzo
de no pasar de largo,
de no dar un rodeo ante el herido en el camino,
sino de acercarse a él como el buen samaritano...
Este encuentro con los pobres nos ha hecho
recobrar la verdad central del Evangelio...
Se ha perseguido y atacado a aquella parte de la Iglesia
que se ha puesto del lado del pueblo pobre
y ha salido en su defensa...
La persecución ha sido ocasionada
por la defensa de los pobres...
La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre,
que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia...
Cuando la Iglesia se ha organizado y unificado
recogiendo esperanzas y angustias de los pobres,
ha corrido tu misma suerte, Jesús...”.
(Discurso de Oscar Arnulfo Romero al recibir
el doctorado honoris causa por la Universidad de Lovaina,
el 2 de febrero de 1980, 50 días antes de su asesinato).
Vivir en tu amor tiene un coste:
la cruz de realizar el reino de la vida en fraternidad...
enfrentamiento, primero con nosotros (“niéguese a sí mismo”),
apegados al “camino ancho” del egoísmo;
también con los enemigos del reino:
acumuladores de riqueza, poder y honores,
causantes de la miseria mayoritaria.
Tu vida, Jesús, fue obediencia al Amor;
te mataron los enemigos del amor y la mesa común;
los mismos que hoy siguen persiguiendo a la Iglesia
identificada con los pobres;
los que no firmarían la carta de Filemón
intercediendo por los parados, los marginados,
los impedidos de realizar su vocación...
Desde tu Amor pedimos por la Iglesia:
que no desperdicie el tiempo callando
o no emprendiendo reformas evangélicas;
que supere “su profunda incapacidad para comprender
los signos de los tiempos”;
que atienda las expectativas evangélicas
que ella está frustrando con sus leyes;
que suprima el miedo, fruto de la poca fe;
que sea consciente “del sufrimiento que ha generado
y sigue generando” con sus leyes no evangélicas.
Danos a todos tus “entrañas”, Jesús.
rufo.go@hotmail.com