Jesús resucitado habita el universo PREGÓN PASCUAL: Jesús resucitado, un Amor que no se apaga (16.04.2022)
“Señor, aviva tu amor en nosotros”
| Rufo González
Comentario: “¿Porqué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lc 24,1-12)
Lucas proclama la resurrección narrando la experiencia pascual de unas mujeres que van al sepulcro. Coincide básicamente con el texto de Marcos (16,1-8). Pero añade datos silenciados o divergentes: las mujeres “no encontraron el cuerpo del Señor Jesús”, “se les presentaron dos jóvenes”, en vez de uno; intenta explicar el hecho: “recordad cómo os habló estando todavía en Galilea...”; las mujeres “anunciaron todo esto” a los discípulos es la divergencia principal con Marcos: “no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían”; se añaden los versículos 10-12 sobre la reacción de los apóstoles al anuncio de las mujeres.
“El primer día de la semana” es traducción no literal de la frase griega: “te miâ ton sabbáton”: “el uno de los sábados”. Expresión judía en la que “shabbat” se entiende como semana. Recuerda el “´hémera mía”: “día uno” de Gn 1,5. Con ello, Lucas alude a la nueva creación que inicia el Resucitado. El Espíritu recrea la nueva humanidad. Esta recreación empieza con la experiencia pascual de los discípulos tras la muerte. Y las primeras en ser transformadas son la mujeres que acompañaban a Jesús. Mujeres judías, observantes del descanso sabático, “que lo habían acompañado desde Galilea..., yvieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo” (Lc 23,55). Van al sepulcro llevando aromas. Es un gesto de fidelidad y amor al cuerpo de un ajusticiado.
Al buscar el cadáver,“no encontraron el cuerpo del Señor Jesús”. También en Marcos está el relato de la tumba vacía. Los primeros cristianos interpretaron la resurrección como ascensión al cielo en cuerpo y alma. En los textos de Pablo nada se dice la “tumba vacía”. Según el Libro de los Hechos, son los jefes judíos quienes “lo bajaron del madero y lo enterraron” (He 13,29). Lo normal era que los cadáveres de los ajusticiados fueran echados a la cueva o fosa común de los malhechores. El funcionario encargado sería José de Arimatea. La tradición posterior elevaría la fosa común a sepulcro, y al encargado a miembro del Sanedrín. Es muy probable que los discípulos no tuvieran acceso al sepulcro común. En nada compromete la fe en la resurrección. Nadie fue testigo de la resurrección porque no es posible: la dimensión divina no es captable por nuestros sentidos. La tumba vacía no es argumento válido para probar la resurrección, ya que ésta no es objeto de experiencia sensitiva. Sólo la fe puede aceptar y vivir la resurrección.
El relato de las apariciones es un modo de proclamar el proceso de fe de los discípulos: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”. “Dos hombres con vestidos refulgentes” es un recurso literario para expresar la llegada de la fe a estas mujeres, doloridas por la muerte de Jesús. “Recordaron sus palabras” (v. 8). Este recuerdo les iluminó la muerte: “el Hijo del hombre tiene que ser entregado..., ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Este recuerdo iluminó su vida: “Anunciaron todo esto a los Once y a los demás... Lo tomaron como un delirio y no las creyeron”. Las oscurecidas por la sociedad civil y religiosa anunciarán la noticia más radiante de la historia: el amor del Padre ha resucitado a Jesús. Su vida ha sido hecha plenitud de Dios.
PREGON PASCUAL (Lc 24,1-12)
Hermanos:
Celebramos hoy la resurrección de Jesús:
el ser humano que manifestó el amor de Dios,
Jesús de Nazaret, el que creó una familia nueva,
el profeta de Galilea que “pasó haciendo el bien
y curando a todos los oprimidos por el mal” (He 10,38).
El recuerdo de su vida nos sigue reuniendo:
esta noche (hoy) nos ha atraído a descubrir de nuevo
su “paso”, su “pascua”, de la muerte a la vida.
Os invito a reavivar vuestra fe:
El Señor resucitado esté con vosotros...
Levantemos el corazón...
Demos gracias al Señor nuestro Dios...
Especialmente esta noche (hoy),
es justo y necesario dar gracias a Dios:
porque su Amor resucitó a Jesús de entre los muertos;
así iluminó la esperanza de la humanidad;
así reavivó la fraternidad universal.
Jesús resucitado es un Amor que no se apaga,
un manantial inagotable de vida,
una presencia de libertad y dignidad humanas.
Jesús resucitado reaviva nuestra vida:
nos “recrea” hijos de Dios y hermanos de todos;
nos entrega el Espíritu Santo, que perfuma,
sella y habilita para vivir como él;
su vida resucitada se hace “alimento” nuestro;
“reconcilia” con su amor nuestros desvaríos y soledades;
suscita e inspira servidores que nos cuidan en su nombre;
“hace” a las parejas signos de su amor permanente;
“sosiega” nuestra enfermedad con su paz y esperanza.
El Espíritu creador ha penetrado todo su ser:
ha sido hecho gloria, luz, comunión, presencia ilimitada,
transparencia plena, “ser viviente” (1Cor 15,45);
“carne olvidada de sí misma” (S. Ireneo, Ad Haer.V,9,2).
Jesús resucitado habita el universo:
Se acerca a todo ser humano:
“Mira, estoy de pie a la puerta y llamo.
Si alguienescucha mi voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apoc 3,20).
Jesús resucitado vive en quien le abre el corazón:
“el que me ama, guardará mi palabra,
y mi Padre lo amará,
yvendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23.
Jesús resucitado tiene por “vicarios” a los necesitados:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre;
heredad el reino preparado para vosotros...
porque tuve hambre y me distéis de comer,
tuve sed y me distéis de beber,
fuiforastero y me hospedasteis,
desnudo y me vestisteis,
enfermo y me visitasteis,
en cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25,34-36).
Jesús resucitado vive entre nosotros:
“donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20);
entrega continuamente su Espíritu al creyente;
restaura interiormente como hijos y hermanos;
nos recuerda sus palabras que no pasan de moda;
nos incita a ser testigos del amor que alegra el alma.
¡Alegría!, hermanos:
Al creer en Jesús resucitado
“hemos recibido un Espíritu de hijos de adopción,
en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios;
y, si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo;
de modo que, si sufrimos con él,
seremos también glorificados con él” (Rm 8,15-17).
Este cirio encendido es imagen de Cristo resucitado:
en su luz hemos prendido nuestras velas;
la luz de su vida ilumina nuestras vidas;
“estamos convencidos de que ni muerte, ni vida,
ni ángeles, ni principados, ni presente,
ni futuro, ni potencias, ni altura,
ni profundidad, ni ninguna otra criatura
podrá separarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8,38,39).
Por los siglos de los siglos.
Amén.
Preces de los Fieles (Resurrección 17.04.2022)
Los símbolos del fuego, la luz, el agua, el pan y el vino, la comunidad, las palabras de Jesús..., reavivan la fe en la resurrección de Jesús. Pidamos la alegría del Resucitado, que nos hace testigos de su amor, diciendo: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por la Iglesia:
- que el Resucitado la devuelva al Amor primero;
- que promueva el Reino de la vida, de la paz, de la fraternidad...
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por las intenciones del Papa (abril 2022):
- que “los sanitarios atiendan enfermos y ancianos, sobre todo en los países más pobres”;
- que “el personal sanitario sea apoyado por los gobiernos y las comunidades locales”.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por el cese de toda guerra:
- que sintamos al Resucitado entregando su vida por la paz;
- que crezca la conciencia de la inhumanidad de toda guerra.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por los más débiles:
- que sientan la fuerza del Resucitado que se identifica con ellos;
- que su dignidad y derechos y deberes humanos sea promovidos.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por el cuidado de la naturaleza:
- que no dañemos el agua, la flora y la fauna;
- que defendamos y cuidemos toda entorno natural.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por nuestra comunidad:
- que nos tengamos como hermanos que el Padre nos da;
- que “tratemos y decidamos entre todos lo que afecta a todos”.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Por esta celebración:
- que sintamos la presencia de Jesús en medio de nosotros;
- que “arda nuestro corazón” con su mismo amor.
Roguemos al Señor: “Señor, aviva tu amor en nosotros”.
Cristo resucitado, bendice nuestros deseos y ayúdanos a hacerlos realidad. Tú que vives por los siglos de los siglos.
Amén.