Seguimos en la Iglesia sin vivir el “No será así entre vosotros” (Mt 20, 20-28). Dominar, tener los primeros puestos, sobresalir, usar títulos rimbombantes (santidad, eminencia, monseñor...).. no tiene arreglo en nuestra organización eclesial. Pidamos hacer la voluntad divina, diciendo: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por la Iglesia:
- que no imite a los poderes de este mundo: imponiendo, excomulgando...;
- que no existan pecados reservados a ninguna instancia superior.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por nuestra sociedad:
- que no deje a nadie en la miseria, en los márgenes de la salud y educación;
- que no se castigue a nadie con la pena de muerte.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por los dirigentes:
- que no olviden la común dignidad de toda persona;
- que no procuren su propio beneficio y encumbramiento.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por nuestra diócesis y parroquia:
- que no se apague el Espíritu de igualdad, de libertad, de amor...;
- que “lo que afecta a todos” no sea decidido sólo por los clérigos.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por los más débiles:
- que no sean marginados, desatendidos, desoídos...;
- que no les escandalicemos con nuestro lujo y despilfarro.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Por esta celebración:
- que nos abra al Espíritu de pobreza, de disponibilidad, de trabajo...;
- que la comunión con Jesús no nos aparte jamás de la comunión con los necesitados.
Roguemos al Señor: “no sea así entre nosotros, Señor”.

Que el apóstol Santiago, que aprendió de Jesús a servir humildemente, nos anime a seguir sus huellas de fraternidad, igualdad de trato, diligencia en el anuncio del Evangelio. Por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González