El silencio de los obispos sobre el celibato (23)

“Cada obispo debe solicitar al Papa la abolición de la ley del celibato”

Jesús no actuaría así
Estoy convencido de que Jesús no se portaría con los presbíteros y obispos casados como se portan los actuales dirigentes de la Iglesia. La normativa actual no viene exigida por su doctrina oficial:
- “el celibato no es exigido por la naturaleza del sacerdocio, como aparece en la praxis de la Iglesia primitiva -cf. 1Tim 3, 2-5; Tit 1, 6- y en la tradición de las Iglesias Orientales, donde, excepto los que con todos los obispos eligen guardar el celibato como un don de gracia, existen Presbíteros casados también muy meritorios” (PO 16).
- “Jesús no puso esta condición previa en la elección de los doce, como tampoco los apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas (1Tim 3, 2-5;Tit 1, 5-6)” (Pablo VI: encíclica “Sacerdotalis Caelibatus", n. 5).

Los Papas hoy no se atreven a actuar como Jesús
La Iglesia ha desplazado el centro del Evangelio a sus leyes. Lo llaman eclesiocentrismo: las leyes eclesiásticas dominan y marcan el rumbo al seguimiento de Jesús. El Código de Derecho Canónico sustituye al Evangelio. Se llama también “catolicismo no cristiano”. Los Papas no se atreven a contradecir la ley. Hasta Francisco, exponiendo el perfil del obispo según la carta a Tito (1,1-9), calla la cualidad episcopal del v. 6: la fidelidad a la esposa (“Vatican News 12.11.2018”). La ley les lleva a “invalidar la palabra de Dios” (Mc 7,13). Jesús, lleno Espíritu, puso al ser humano por encima de toda ley sagrada (Mc 2,27-29). Por eso dejó el celibato como una opción libre para el que lo entendiera como don divino y aceptara “hacerse soltero a sí mismo por causa del reino de los cielos” (Mt 19, 11-12). No lo vinculó a ningún ministerio o servicio por el reino de Dios. La vinculación obligatoria al ministerio es espuria a su proceder. Él haría lo que han hecho tantas iglesias cristianas, que nos “llevan la delantera” en libertad evangélica: Iglesia Oriental en parte, Ortodoxos, Anglicanos, Reformados...

El Vaticano da alguna señal de apertura a discutir el tema
Más de cuarenta años llevan las Asociaciones de Sacerdotes Casados exigiendo esta libertad. Los cristianos sencillos lo han discutido y solicitado hasta la saciedad. El silencio de la mayoría de dirigentes es el contrasigno. La sangría de sacerdotes y obispos a causa del celibato no la creen signo del Espíritu. Desde otoño del año 1977, fecha en que surgieron MOCEOP y ASCE en España y otras por el mundo, el Espíritu Santo ha animado a muchos a unirse, a trabajar por el cambio, a orar juntos para abrir caminos nuevos, a tomar conciencia del Evangelio, a crear comunidades donde los ministerios surgieran de los carismas, a llamar a los dirigentes de la Iglesia para que cambien la ley... Es un movimiento universal. Por los cinco Continentes, el Espíritu ha hecho brotar, desde los valores evangélicos y los derechos humanos, la esperanza de que las cosas pueden cambiar. Dios no quiere que tantos sacerdotes, enamorados de Jesús y de su evangelio, tengan que enterrar sus “talentos”, su vocación, su valía, su amor pastoral, por una ley impuesta al margen del Evangelio. El Espíritu Santo los ha sostenido, los ha llevado a organizar asambleas, congresos a nivel local, regional, nacional e internacional durante más de cuarenta años.

El Espíritu saca bien hasta del mal
Lleva la Iglesia unos años siendo centro de escándalos y contestación. Abusos de menores y mayores, clericalismo, seminarios vacíos y abandono de sacerdotes casi en exclusiva por el celibato, cierre de parroquias, discriminación de la mujer... Los dirigentes buscan razones para explicar estos males. Achacan todo a los demás: débil fe, ambiente malsano, tendencias egoístas... Dan la impresión de que sus leyes son perfectas, eternas, divinas. El que no esté de acuerdo que cierre la puerta por fuera y se marche a “las tinieblas exteriores”. Así es imposible ser “testigo de la verdad”. La Iglesia tiene que aceptar la libertad evangélica y no exigir más de lo indispensable (He 15, 28). “Todas las reglas de los hombres pueden cambiarlas también los hombres” es un principio aplicable también a las comunidades cristianas.

La tozudez del Espíritu les está abriendo los ojos
La realidad es tozuda. Como tozudo es “el Espíritu de Dios, que con admirable providencia dirige el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra...” (GS 26). La Iglesia reconoce la presencia del Espíritu en el esfuerzo humano por cambiar el orden social y hacerlo digno del hombre. Por eso la Iglesia intenta conocer los verdaderos signos de la presencia de Dios en los hechos, en la exigencias y en los deseos de la gente. La vida real es mediación de las llamadas del Espíritu: “hay que responder a los impulsos del Espíritu” (GS 11). Pertenece a todo el Pueblo de Dios, sobre todo a pastores y teólogos, con “la ayuda del Espíritu Santo”, auscultar, discernir, interpretar y juzgar a la luz de la palabra divina las diversas voces de nuestro tiempo (GS 44).

El Espíritu “sugiere y fomenta las convenientes acomodaciones del ministerio”
El Decreto “sobre el ministerio y vida de los Presbíteros” manifiesta el cambio social, económico y cultural, y su repercusión en el ministerio: “El mismo Espíritu Santo, mientras impulsa a la Iglesia a abrir nuevos caminos para llegar al mundo de este tiempo, sugiere también y fomenta las convenientes acomodaciones del ministerio sacerdotal” (PO 22). Esta orientación conciliar está esperando concreciones. Falta “espíritu de valentía, de amor y de buen juicio” (2Tim 1,7) para ponerlo por obra. El Espíritu ha hablado y sigue hablando. Recientemente, el Espíritu ha hablado por boca de Asociación Alemana de Curas Casados (RD 09 noviembre 2018. 08:42). Propone que “cada obispo en particular debe solicitar al Papa la abolición de la ley del celibato para su diócesis o, si fuera posible, toda la Conferencia Episcopal Alemana. El tiempo apremia. Sería un primer paso de un cambio hacia una Iglesia de verdad inculturada en la cultura occidental de este milenio”. Veremos su razonamiento en otro artículo.

Rufo González
Madrid, enero 2019
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