Viernes Santo, nuevamente acólito, que no monaguillo ni turiferario.
Pues no sé si lo dije. Pero prometí volver a ser acólito en Viernes Santo. No diré monaguillo que luego Hirundo me corrige. Y por si las influencias de Luis Fernando alcanzan hasta mi parroquia y me hacen foto, me repase mis barbas no vayan a sacarme bien feo como la foto de mi blog.
Pues llegué a la parroquia muy ajustado de tiempo, y esta vez fuimos tres acólitos en misa con cuatro curas. Ya se sabe la afición de nuestro párroco por conseguir acólitos y monaguillos cueste lo que cueste. Esta vez tuve mayor soltura, salvo un tropiezo con la vestimenta, que por ser larga hasta los pies casi consigue que me caiga en las escaleras del altar.
Pues todo fue muy bien hasta que vino la prueba de la cera. Ya decía yo ayer que me había librado de la cera, pero en un momento en que nos llevábamos las velas a la capillita de la parroquia desde el templo, súbitamente me cae en las manos la cera de uno de los cirios, a lo que me salió desde dentro un ¡¡COOOÑOOO!!. Milagro fue que no me oyeran gritar en el templo, menudo espectáculo. Mis compañeros acólitos muertos de risa, y yo abochornado entrando al templo con cera en las manos.
Digan lo que digan, lo mío no es el altar, sino los bancos con el resto del público. Y esta noche vuelvo otra vez de acólito. No por gusto, sino esta vez por penitencia. No se si recuerdas Ivan que el párroco nos impuso a cada uno por penitencia participar activamente en la semana santa. Este se vale de las confesiones y absoluciones para chantajearnos. Supongo que sabes quien es el experimentado acólito del que hablé en el post anterior, pues digo yo que peor penitencia debe de estar cargando ya que le hizo ayer no solo hacer de acólito sino hasta cantar en misa. En fin, que el año que viene ni se te ocurra irte a Praga o a otro destino, que tu de acólito el año que viene.
Pues llegué a la parroquia muy ajustado de tiempo, y esta vez fuimos tres acólitos en misa con cuatro curas. Ya se sabe la afición de nuestro párroco por conseguir acólitos y monaguillos cueste lo que cueste. Esta vez tuve mayor soltura, salvo un tropiezo con la vestimenta, que por ser larga hasta los pies casi consigue que me caiga en las escaleras del altar.
Pues todo fue muy bien hasta que vino la prueba de la cera. Ya decía yo ayer que me había librado de la cera, pero en un momento en que nos llevábamos las velas a la capillita de la parroquia desde el templo, súbitamente me cae en las manos la cera de uno de los cirios, a lo que me salió desde dentro un ¡¡COOOÑOOO!!. Milagro fue que no me oyeran gritar en el templo, menudo espectáculo. Mis compañeros acólitos muertos de risa, y yo abochornado entrando al templo con cera en las manos.
Digan lo que digan, lo mío no es el altar, sino los bancos con el resto del público. Y esta noche vuelvo otra vez de acólito. No por gusto, sino esta vez por penitencia. No se si recuerdas Ivan que el párroco nos impuso a cada uno por penitencia participar activamente en la semana santa. Este se vale de las confesiones y absoluciones para chantajearnos. Supongo que sabes quien es el experimentado acólito del que hablé en el post anterior, pues digo yo que peor penitencia debe de estar cargando ya que le hizo ayer no solo hacer de acólito sino hasta cantar en misa. En fin, que el año que viene ni se te ocurra irte a Praga o a otro destino, que tu de acólito el año que viene.