Sobre el reparto de bofetadas a los niños cuando es conveniente.

Hace un año y pico en la academia en la que trabajé se admitió a dos alumnas gemelas muy revoltosas de 4º de la ESO, desde un principio me di cuenta que iba a ser difícil tragarlas en mi clase. Resultó que terminé harto de ellas y ellas de mi, se creían que el ritmo de una clase de academia lo debían marcar ellas, y lo que es peor me hacían el desprecio de jugar con el teléfono móvil debajo de la mesa. A estas se les unía otro chaval más, igual de impresentable y de la misma clase que ellas en el colegio. Al final mi jefa las retiró de mi clase y se las cogió para darles clase ella.
Ocurre que estos críos, no deben jamás ser mantenidos en una clase, en una academia o en un colegio o instituto si son capaces de desafiar la autoridad de un profesor. Constituyen un peligro mantenerlos en los centros ya que enseguida el resto de elementos de una clase ve que el profesor frente a ciertas actitudes es un pelele, y entonces pueden adoptar dos posturas, sumarse a los alborotadores o quejarse por la incapacidad de un profesor. En muy rara ocasión se compadecen del profesor.
Pues aunque dejé de darles clase, se aseguraron de darme la peor imagen que pudieron imaginar. Se encargaron de lanzar rumores de todo tipo sobre mi, el primero era que yo tenía una novia feísima en Cataluña por haberme visto una vez con una amiga Catalana, hubo quien insinuó que yo tenía algo con la jefa, y hubo quien decía que me habían visto en tribunal con uno a las cuatro de la madrugada. Sobre mis clases decían que yo era un friky, que explicaba muy mal, que explicaba cosas que no entraban en el temario, etc. Mi jefa debió parar estos rumores en la academia a tiempo y expulsar a los impresentables. Denigrar a un profesor del centro es malo para el negocio.
Siguiendo con el tema, un buen día mi jefa sale a tomarse un café, yo estoy dando clases en la academia a un grupo de gente, y los otros en la clase de al lado que no paraban de hablar. Una compañera no quería intervenir en esa clase, así que molesto porque daban golpes en la pared, entró en la clase y mando callar a un grupo de ocho adolescentes. Enseguida saltan las estúpidas gemelas y me increpan, yo les pido que abandonen la academia hasta que venga Marieta, ellas se ríen de mi delante de los demás, y como un acto reflejo engancho a una por el pelo y la amenazo con llevármela fuera, ella indignada, y habiendo ya cometido un error de agarrarla del pelo, cometo el error de no cumplir seriamente mi amenaza. Total, me retiro abochornado a mi clase, aguanto hasta que llegue mi jefa, bajo el grito de las gemelas que me van a denunciar porque la ley las ampara. Cuando llega mi jefa no se lo puede creer. Me reúno con ella después de las clases y me cuenta entre sorprendida, seria y muerta de risa mi reacción, tan insospechada, yo me defiendo que me sacaron de mis casillas, que nunca me había pasado, y que lamento haber llegado a eso, y una vez llegado ahí no haberla sacado de la academia por el pelo para que me vean con autoridad cuando amenazo.
Solución al conflicto: llamo a la madre, le pido perdón por tirar del pelo a una de sus hijas y le cuento el motivo. La madre se disculpa conmigo y yo con ella, y al día siguiente regresan las niñas diciendo que por el puto friky su madre les había soltado una bofetada en casa. Me quedé satisfecho, aunque la verdad es que sirvió de poco, las niñas en mi opinión requerían más bofetadas por parte de su madre, más castigos, pero la pobre mujer bastante tenía que aguantar con un trabajo duro y ante un marido que o bien falleció o bien tomó las de Villadiego.
Primero perdieron los profesores autoridad para impartir castigos físicos y síquicos, reconozco que hubo abusos. A mi madre le tocó soportar la reglita que dolía muchísimo, aquello era desproporcionado e injusto, a mi el simple guantazo, que no es tan malo y la verdad en mi caso en las pocas veces que se me aplicó fue mano de santo. Pero entiendo que con el abuso cometido por una gentuza, se optase erróneamente por retirar castigos físicos en los colegios, bastaría con perseguir o corregir a los profesores que los imparten de forma desproporcionada. No soy partidario para nada que la letra con sangre entra, pero en ocasiones no hay mejor forma de grabar ciertas lecciones cuando un crío se rebela por activa y por pasiva. En 1º de EGB recuerdo el tortazo recibido por sacarle la lengua a una profesora, ni lo volví a hacer. Abusos nunca se procedieron contra mi persona, contra mi hermano los hubo pero síquicos, y le causaron un gran daño en 4º de primaria.