Extraido del libro "Trazos de evangelio, trozos de vida" Adviento para mirar, despertar y velar la VIDA.

Adviento para mirar, despertar y velar la VIDA.
Adviento para mirar, despertar y velar la VIDA. Jose Moreno Losada

Salir de la dormición vital para adentrarnos en el sentido luminoso de cada día. El adviento nos invita a despertar de corazón ante la realidad, para sentirla, dolernos, amarla y querer transformarla. Todo desde la pequeñez de lo diario y la situación personal de cada uno. Este adviento puede ser nuevo y distinto si buscamos los caminos que nos despiertan y nos ayudan a estar en vela ante la verdad y la justicia.

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Evangelio: Marcos 13,33-37

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡velad!».

Velad, mirad, vigilad… imperativos de vida

El peligro es estar dormidos. La distracción de la existencia sometida por la rapidación impide entrar en lo profundo del tiempo vivido, en el sentido vital, en el camino de lo auténtico. Cuando eso ocurre nos despistamos y no sabemos cuándo es el momento, ni en qué tiempo estamos.

Jesús contrapone el sueño y la vela. Para él no es lo mismo existir que vivir. Ya el Antiguo Testamento en su teología de la creación y en su antropología, va desgranando lo que es la vida, atendiendo a una existencia colmada, llena de luz en el encuentro con la naturaleza, con uno mismo y con los demás. Se puede existir sin tener vida, sin consciencia del valor del momento.  Cuando pretendemos guardarnos la vida, entramos en el camino de la pérdida, nos adormecemos, sin encontrar el tesoro, lo auténtico, lo que vale.

Mirada con dolor

“Clara llegó a la reunión de su grupo juvenil, indignada. Al salir del instituto se había producido una pelea de tres alumnos, los demás compañeros se habían puesto a grabar esa lucha y jalearlos, lo enviaban por wasap como algo interesante. Ella respondió que cómo hacían eso y todos le comentaron que era lo normal. Ella que está vigilante, que mira con pasión, que vela por hacer las cosas bien, no podía entenderlo, cómo va a ser normal lo que nos rompe y destruye, lo que colabora con el mal, lo que no para la violencia. Hicimos revisión de vida de ese hecho para mirar, velar y vigilar nuestro camino vital y compartido, estudiantil y juvenil.”

El Maestro enseña a despertar

jovenes

Los profetas se sienten comprometidos en el empeño de despertar al pueblo cuando henchido en sus posesiones, éxitos, seguridades, pierden el sentido de la verdadera esperanza, del agua pura que les libera de toda atadura e impureza. 

El Maestro de Nazaret sabe vivir en la tensión de la vigilancia, lo vemos atento a todos los detalles que hablan de cómo se cumple la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo: el trigo, el lirio, los pajarillos... así como el padre que perdona, la mujer que sufre y da lo que tiene para vivir, el niño que está desprotegido y es bendecido. Esa vigilancia le llega de una mirada profunda y atenta al momento, a la realidad más allá de sí mismo. El maestro se interesa y prioriza en la pedagogía con los discípulos, el despertar en ellos el deseo de velar, vigilar y mirar desde el interior, con el corazón de la compasión como camino de perfección. Aun así, vivirá con paciencia sus estados de dormición y de superficialidad, hasta lograr su mirada creyente y resucitada. A los discípulos le cuesta permanecer velando como su Maestro, la debilidades propias y ambientales se lo ponen difícil.

revolucion

Hoy la humanidad necesita personas de adviento, nuestro mundo ha de ser mirado, vigilado y custodiado por vigías que sabiendo estar en vela, promuevan lo signos despertadores de existencias llamadas a la vida. Nuestro reto es pasar a lo profundo de una nueva mirada de lo humano que consagre la voluntad de lo divino, como clave de salvación y de liberación verdadera.

El Espíritu del Maestro nos invita a una mirada educada, a una vela profunda con emociones de autenticidad, a descubrirnos como comunidad de la esperanza que transforma y abre caminos de fraternidad y de cuidado en el encuentro de todos con todos y con todo. Estamos necesitados de despertadores proféticos que nos lancen a la vela en alta mar donde la mirada está ganada por el absoluto del amor y de la alegría.

Deseamos andar por los caminos de una escucha atenta de la palabra, de una oración verdadera, de una lectura creyente de los hechos de vida y de una entrega a favor de los que necesitan un amor más humano y limpio.  Vivamos despiertos para poder dormir más tranquilos con sueños de justicia y verdad, de Reino de Dios presente.

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