In memoriam - Inmaculada Fernández Antelo- Joven y llena de vida : "Ganar el mundo o vivir la vida"

Acabamos de despedir a una compañera de la facultad de educación. Desde sus dieciocho años ligada a todos nosotros, como estudiante, como becaria y como docente. A sus cuarenta y cuatro años, una enfermedad rápida ultima su existencia. Nos toca hacer lectura humana y creyente de su vida y su muerte. Compartimos la reflexión homilética de su funeral.

Palabras de oración y consuelo en la despedida de Inmaculada Fernández Antelo

Inma

( Respondiendo al deseo de personas que estuvieron en la celebración comparto los apuntes de la reflexión homilética desde la vida de Inma)

HOMILÍA

Bendito sea Dios, Señor de la vida y vencedor de la muerte. Nos reúne y convoca esta tarde en este templo la celebración del final de la vida terrena de Inma.

Estamos rotos, pero no rendidos, apretados, pero no aplastados. La muerte no tiene la última palabra sobre la vida y nosotros no se la vamos a dar.  Nuestro dolor es creyente y esperanzado. El amor es más fuerte que la muerte, y esta celebración está llena de amor, desborda de amor, es incalculable el amor que nos congrega y nos une en lo más profundo de nuestras entrañas, de nuestros corazones: “¿no lo notáis… no arde nuestro corazón como en aquella aldea de Emaús cuando aquellos discípulos descubrieron que el crucificado había resucitado?” Es tanto el amor de cada uno de nosotros hacia Inma – Madre, padre, hermanos, sobrinos, tíos, amigos, compañeros…- y el de ella hacia nosotros, que este momento ha de ser de vida, en dolor sí, pero de vida y no de muerte. No vamos a consentir que la muerte nos gane la partida, y menos en una persona que ha tenido como lema vital la lucha y la construcción de su propia persona junto a la de los demás.

“No está aquí, ha resucitado”

Es el grito más revolucionario de toda la creación y de toda la historia. Cristo ha resucitado y vive para siempre, y su resurrección está actuando constantemente en nuestro mundo, en nuestra vida, en su reino, y en el enfrentamiento con la muerte.

Cristo vivió mucho menos que nosotros, menos que Inmaculada. En una aldea oculto, sencillo, transparente y disponible. Creyó en Dios padre y se hizo hermano de los que le rodeaban y de los más sufrientes de la historia. Lo arrancaron de la tierra de los vivos, los crucificaron. Pero la injusticia no pudo frente a su amor. Pasó haciendo el bien y curando, se ha hecho fuerza de los que creen en él. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. Este Cristo es el que nos presido hoy en esta celebración, este altar. Inmaculada ha sabido de este Cristo, de esta fe, de esta victoria sobre la muerte. Lo ha mirado y nosotros queremos ver hoy en el rostro de este Cristo, con fe, el rostro de nuestra hija, hermana, amiga, compañera.

Celebrar su vida

En Cristo nos miramos y lo celebramos, celebramos la vida de Inmaculada, porque no ha sido inútil, sino fecunda, no ha sido fría y distante sino fraterna y cercana, no ha sido estéril, sino que está llena de frutos. Precisamente por eso lloramos, porque la amamos. No nos duele que su corporeidad se haya ausentado, sino que no queremos que su amor se termine:

  • ZAFRA

    - Vosotros los padres, los hermanos, sobrinos… la familia. en su niñez, adolescencia, juventud… su ser de Zafra, rodeada de lo sencillo y lo oculto, creció en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres. Esa vida no es para enterrarla sino para ponerla en el altar se haga eterna en el corazón del Dios Padre y madre, en el que creemos y en el que confiamos que el amor es más fuerte que la muerte.

  • - Su juventud, su ser estudiante y amiga. Persona inquieta creativa, luchadora, reflexiva, prudente, comprometida, implicada, con esfuerzo y gracia. Ha hecho de su estudio un instrumento de vida y de relación, de conocimiento y sabiduría personal y humana. Y el sentido de la amistad tan profundo que vosotros hacéis vivo con vuestra presencia en esta celebración y con las palabras que dirigís hacia ella.

  • FACULTAD

    - universitaria: Sus inicios en la investigación y la docencia, entendiendo como vocación el ser y el hacer universidad, desde la seriedad de sus trabajos y su disponibilidad para salir, aprender, crear. Eso desde relaciones de encuentro y de equipo con sus compañeros de materias y líneas de investigación. Tampoco podemos tirar lo que ha sido construido y que queda ahí en esa realidad de facultad y de equipo, para seguir adelante.

  • - el tesoro desbordante e inabarcable de su cariño hacia los pequeños, la vivencia de los sobrinos, con el detalle de su ternura y su amor materno cifrado en el acompañamiento y en el deseo de su felicidad. La recuerdo con sus sobrinos en el parque bioclimático, orgullosa de hablar de ellos y mostrar su afectividad.
  • - Y el carisma de la relación humana como eje transversal de la verdadera fe en la vida y la única personalidad que le ha configurado. Lo que ha sido para cada uno de nosotros, señalando de un modo especial su sentido de la amistad y el gozo de la vida, es para ofrecerlo con ofrenda de vida ante su muerte, para reconocer que más allá de la fuerza de una enfermedad está la fuerza de lo amado que pide eternidad y vida.

La parábola

Cristo del Rosario

Ante la pregunta de Jesús en el relato: ¿Quién se hizo prójimo del otro…? Nuestra respuesta es hoy, desde la vida y la muerte: Inma. Estamos aquí porque es para nosotros muy próxima por unas razones o por otras. Estamos personas de su vida. Para nosotros, ella lo sabía muy bien por su especialidad, las personas somos relación y encuentro. La grandeza y la profundidad de una vida, así como la felicidad, no viene dada por los años que se viven, sino por la grandeza de las relaciones y de los encuentros vividos en los años de existencia. Ella muere joven ante los ojos del mundo y la temporalidad medida, pero eso no le quita valor a su mundo de relaciones y de encuentros, podemos decir que en ese sentido ha tenido la gracia de la madurez y de la profundidad. Podremos decir que ha vivido pocos años temporales, pero no podremos decir que no haya vivido profunda y maduramente en su juventud y en su gracia. Todo un mundo de relaciones y de encuentros que es su verdadero tesoro y lo será también para nosotros si tenemos la sabiduría de la vida. La sabiduría del evangelio que nos aventura que de poco sirve ganar el mundo entero, vivir un siglo, si perdemos la vida. Jesús lo entendió muy bien y en su juventud pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, cuidó sus relaciones y sus encuentros.

Herencia y sacramento

Esa es la mayor herencia y legado  que puede alguien dejar a los suyos, a sus prójimos, a los que ha tenido cerca.  Contigo Inma hemos aprendido que la vida no se puede guardar ni conservar, es regalo y es para vivirla y darla. Tu herencia y tu sacramento es lo que hemos vivido juntos. Nos toca seguir viviendo en la clave de la vida que se da y se entrega, la que no busca seguridades y búsquedas infecundas. La muerte no acaba con el amor. Tú has sido transformada, glorificada, resucitada, el Cristo en el que te bautizaste es ahora tu amor eterno y ahí no esperas a todos.

Eucaristía y vida eterna

Por eso estamos celebrando la eucaristía, la comunión con Cristo resucitado, es nuestra esperanza y nuestra meta. Ella ya ha cruzado la orilla, está el paraíso que todos deseamos. Desear la vida tras la muerte, no es la expresión de una proyección falsa sino el cumplimiento de todo lo que ansiamos de verdadero y de plenitud en nuestra existencia. Ella ya ha arribado, pasando la frontera de la muerte, a la vida definitiva. Ahora será una luz de horizonte, para que nosotros mientras vivimos no perdamos la esperanza, ni el sentido. Nos ayudará a caminar en nuestras vidas y vendrá a acompañarnos con Cristo, cuando nos toque dar ese paso. Cada Eucaristía nos abrazaremos a ella en la comunión y sentiremos su abrazo y su ternura, con mas fuerza si cabe que lo hemos experimentado en la tierra.

Pero ahora nuestro mejor homenaje y recuerdo, será apuntarnos al epitafio del Cristo crucificado que ha resucitado y vive para siempre: “Pasó haciendo el bien, curando, ayudando…”. Caminemos presurosos por ese camino del bien y dejemos la huella del evangelio en nuestras propias vidas.

Ayer leía que el padre Arrupe rezaba pidiendo a Dios que no quería que a su muerte el mundo siguiera como si él no hubiera existido. Quería dejar su huella de amor y de bien. Aquí tenemos a una hermana que no ha dejado el mundo como se lo encontró, sino que en la medida en que ha podido, con su debilidad, lo ha mejorado y enriquecido en humanidad y fraternidad. Que el Dios que en la vida le ha dado el ciento por uno en amor, en madurez y proximidad, ahora le dé la vida eterna y un día nos ayude a reencontrarnos en el gozo completo y en la alegría definitiva.

¡Inma, no está aquí, ha resucitado y vive para siempre!

Recuerdo vivo

SALMO

Señor tú eres mi auxilio y mi esperanza

A ti, Señor, levanto mis ojos

a ti que habitas en el cielo 

y entre los hijos de los hombres.

Levanto mis ojos

de donde viene mi esperanza.

La esperanza me llega a borbotones de tu inmenso amor,

de que no te olvidas nunca de mí.

Señor tú eres mi auxilio y mi esperanza

Muchos hombres ponen su esperanza 

en que tengan suerte en el juego,

en que todo les salga bien,

en la solución de sus problemas.

Mi esperanza es pronunciar tu nombre.

Mi alegría se llama conocerte, 

saber de tu bondad infinita,

más allá de donde alcanza mi razón.

Señor tú eres mi auxilio y mi esperanza

Señor, tú eres una puerta abierta, 

una ventana llena de luz.

Cuando los hombres me miran, 

me preguntan por qué sigo creyendo, 

por qué tú sigues siendo mi esperanza, 

me digo:  si te conocieran, 

si supieran sólo un poco de ti, 

si ellos descubrieran lo que tú me has dado, 

estoy seguro de que no dirían lo que dicen;

pues tú eres maravilloso, 

acoges mis pies cansados.

Por eso, por todo y por siempre, 

tú, señor, eres mi esperanza. Amén

Señor tú eres mi auxilio y mi esperanza

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