Consumir sin consumirnos

El lema "Compro, luego existo" se ha extendido en las últimas décadas. De la mano de un crecimiento económico, que parecía imparable, hemos pasado de ser apacibles ciudadanos a convertirnos en voraces consumidores. Hoy emergen voces que hablan de:

Romper con la cultura de “usar y tirar", que tanto daño está haciendo a la naturaleza.

Fomentar el Consumo sostenible, que gira en torno a cinco 'erres': reducir, reciclar, reusar, reparar y redistribuir.

Impulsar el consumo colaborativo, como medida más eficiente, sensata y ajustada a los tiempos que corren.

El consumo colaborativo está inspirado en el principio de que: "Las personas pueden cooperar para actuar en aras del bien común”. Una idea desarrollada en el libro “Lo que es mío es tuyo”, de Rogers&Botsman.

La idea arranca de los estudios del psicólogo M. Tomasello quien, contra la creencia del instinto posesivo ¡mío!, asegura que los niños son "sociables y cooperativos por naturaleza". Que son las "normas culturales" aprendidas, las que les acaban volviendo egoístas.

Si eso es así de la misma manera que ha habido un cambio cultural que nos ha arrastrado hacia actitudes egoístas otro cambio cultural nos puede llevar a actitudes colaboradoras. Del yo al nosotros.

Alguien puede pensar que son propuestas si no utópicas sí marginales. Otros aportan datos concretos y reales: en muchas ciudades las bicicletas públicas son una realidad.

Quizás no sea descabellado pensar que es posible dar un giro copernicano, desde la satisfacción individual al redescubrimiento del bien colectivo.

Algo está cambiando, y quizás sea para bien. ¿No deberíamos impulsarlo?
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