... Y Tudela, "Cabeza de la Merindad" Antonio Aradillas: "Pamplona, 'La primera del Camino'"

Catedral de Pamplona, "La primera del Camino"
Catedral de Pamplona, "La primera del Camino"

A la catedral de la ciudad de Pamplona se le adjunta con todo derecho el soberano título, no solo geográfico, sino el religioso y sentimental de “La Primera” catedral del Camino en sus penúltimos tramos, ya hispanos 

"Diríase que todo el cielo, con su "Años Santos" y calendarios litúrgicos, sus letanías, estaciones y misterios del santo Rosario, se hacen devotamente presentes en las capillas y relicarios de su catedral"

"Además, todos los estilos y gustos registrados en la historia y en la práctica del arte, relacionado de alguna manera con los elementos "religiosos", se hacen presentes en el recinto, con calidad, arte, devoción y riqueza"

Y en Tudela, la sencillez del estilo románico, al abigarrado barroco tardío, es archivo y retablo radiante su catedral, con muestras artísticas muy valiosas. La Portada del Juicio es prueba infinita de ello...

"Sí, lo mismo a Pamplona - Tudela que "a San Fermín", son muchos los que van y los que tendrán que ir, por largos y dificultosos que sean los caminos jacobeos en su rica pluralidad de intenciones y de versiones religiosas y no tanto"

En España, y en el resto de Europa, ni hubo, ni hay por ahora, más “Camino” que el “Jacobeo”, es decir, el de Santiago de Compostela, que además y para que nadie pudiera equivocarse de ruta, hasta su reflecta en el cielo, con la luminosa denominación maternal de “Vía Láctea”. A la catedral de la ciudad de Pamplona por la que se adentra en España este Camino, después de haber cruzado los heroicos pasos de los Pirineos, aquí, ahora y siempre, se le adjunta con todo derecho el soberano título, no solo geográfico, si no el religioso y sentimental de “La Primera” catedral del Camino en sus penúltimos tramos, ya hispanos.

Por lo tanto, en Pamplona, cuyo nombre, propio heredó de Pompeyo, en tiempos del emperador Vespasiano, refrendado por Ptolomeo, Estrabón, Plinio, el “Itinerario de Antonino”, y otras autoridades latinas, es frecuente –habitual- haberse encontrado, y seguir encontrándose, con peregrinos en su plural variedad de países, a la vez con ejercicio ministerial y religioso- político en las más altas cúspides de la jerarquía eclesiástica, que en las devotas filas de los laicos y de alguna que otra “laica”.

La Pamplona actual es fruto y consecuencia de la unión poblacional de tres “burgos”, con nombres de santos como los de san Nicolás y san Cernín, además del de la “Navarrería”, lejanos ya los tiempos en los que Carlomagno imperara en el año778 por aquellos lares, Roldán no dejara de entonar sus “canciones” y la sede pamplonesa fuera visitada por san Eulogio de Córdoba, al igual que solía hacerlo con otros monasterios navarros.

(Como dato curioso aporto la información de que la pacificación y unión de los tres “burgos” se logró en día 8 de septiembre de 1423, cuando el rey Carlos III “El Noble”- dicto el “Privilegio de Unión”, mandando derribar los muros que los separaban entre sí y determinó el lugar en el que habría de instalarse la “Casa de la Juraría”, donde hoy se asienta el edificio del Ayuntamiento, desde el que se señala con la algarabía festiva del “chupinazo” el inicio de las fiestas de los “peregrinos” protagonistas, de dentro y de fuera de España, que recorren las “estaciones” diversas, divertidas, pero arriesgadas, desde la Cuesta de santo Domingo, Plaza Consistorial, Mercaderes, y Estafeta, con recuerdos literarios para don Ernesto Hemingway, ya a las mismas puertas de su coso taurino)

Resulta difícil encontrar una ciudad tan “santa” como Pamplona, en la que además, y sobre todo, sus fiestas, en todo el mundo archiconocidas y alabadas matinalmente –“maitines y laudes”- se inicien todos los días con la ceremonia popular y religiosa de la invocación y dedicación “a san Fermín pedimos,/ por ser nuestro patrón,/ que nos libre y nos proteja,/ dándonos su bendición”.

Tampoco es fácil contemplar un plano de cualquier otra ciudad en el que aparezcan con tan rica profusión referencias de plazas, calles, edificios y monumentos “religiosos”, con dedicación a santos/as ya canonizados o canonizables… El área “religiosa” de la catedral así lo relata con nitidez y holgura, en uno de los lugares más significativos y preferidos de la población navarra, con menciones tales como, además del templo catedralicio, el palacio arzobispal, convento de las Carmelitas Descalzas y su arco, plaza de san José, calle del obispo Barbazán, plaza de Santa María la Real y calle de Salsipuedes…

Quedan recuerdos de la primera catedral románica (s.1100-1127) sobre este lugar, que bien pudo corresponderse con el del capitolio romano, convertida después, en el siglo XV, en templo gótico. La fachada principal actual de la catedral, con su enorme pórtico, es obra de Ventura Rodríguez (a. 1784), con cuatro pares de columnas que sostienen un frontón colosal exornado por una cruz, a la que adoran dos ángeles. En una de las dos torres macizas hizo su nido la campana “María”, de la que se refiere con preciado orgullo que es la “mayor de entre las que están hoy en uso en España”.

Catedral de Pamplona

De entre tantos argumentos existentes en el interior de la catedral para justificar larga y complacida visita turístico- religiosa, no es fácil hacer reseña de todos y cada uno de ellos, en su trazado arquitectónico de cruz latina, sus cinco naves y otras dependencias. De entre algunas de sus razones, destaca el dato de que, todos los estilos y gustos registrados en la historia y en la práctica del arte, relacionado de alguna manera con los elementos “religiosos”, se hacen presentes en el recinto, con calidad, arte, devoción y riqueza, resultando tarea imposible su resumen en este epítome –ensayo de guía.

Reclama insoslayable mención, en medio de la nave central de la catedral, el mausoleo, de alabastro, en el que reposan los restos mortales del rey navarro Carlos III “El Noble” y su esposa, Leonor de Trastámara, obra maestra de la escultura funeraria gótica de comienzos del siglo XV, con las figuras de un león y unos perros, a sus pies, además de una interesantísima serie de figuras afiligranadas, verdaderos prodigios del arte y de ejecución delicada. Su autor principal fue Johan Lopes de Turnay (a. 1413-1419) La contemplación de una obra de tales proporciones y características como esta, y la correspondiente interpretación de sus signos y símbolos, podría justificar el alargamiento de la visita…

Pero queda mucho –todo- por ver. Es curioso el dato de la muchedumbre y calidad de imágenes de santos y santas, Cristos y de Vírgenes, con diversidad de invocaciones, como pueblan las capillas y los retablos del templo catedralicio. De largo y sin más detalles, anoto, a titulo de ejemplo, estos nombres: san José, san Gregorio, san Sebastián, san Juan Bautista, san Juan Evangelista, san Antón, san Antonio, san Ildefonso, san Florentino, santa Elena, san Jerónimo –este con su libro, su pluma, trompeta y leones-, san Ignacio, san Fernando, san Agustín, san Nicolás, san Francisco de Sales, san Francisco Javier, san Francisco de Borja, san Francisco de Asís, santa Águeda, san Fermín, santo Domingo, santo Tomás de Aquino, san Fidel, santa Diosdada, san Pedro Nolasco, san Miguel, san Inocente, la Virgen de las Buenas Nuevas, La Piedad, santa Catalina, santa María Magdalena, Virgen del Amparo, .. Es de notar que, de los santos-santos “navarros” o asimilados, se registran variedad de representaciones en nobles esculturas y en lienzos de prestancia artística.

Diríase que todo el cielo, con su “Años Santos” y calendarios litúrgicos, sus letanías, estaciones y misterios del santo Rosario, se hacen devotamente presentes en las capillas y relicarios de la catedral. La reliquia del “Lignum Crucis” reclama especial y fervorosa atención. El claustro, el coro, la crujía de la Barbazana, las puertas Preciosa, del Refectorio y del Arcediano, el museo y las cadenas que los navarros les arrancaran a los moros como otros tantos gloriosos trofeos de su triunfo en la batalla de las Navas de Tolosa… exigen la localización exacta, con la consiguiente, docta y respectiva información

A la salida del templo, en la plaza de su titular, Santa María la Real, se alza, incólume, la churrigueresca y ostentosa fachada del palacio arzobispal.

Tudela

Tudela, cuidad Navarra, “Cabeza de la Merindad”, a orillas del Queiles y cerca del Ebro, completa el título canónico de la diócesis de Pamplona. Es población, ya conocida en la época de los romanos, procediendo etimológicamente su nombre de “tutela”-“protección o amparo”- y del de una diosa, encargada de tareas tan convivenciales y de cualquier distinción tanto civil como religiosa, muy en consonancia, por cierto, con las anotadas en las agendas de los “pastores” y no de los burócratas, sean o no señores obispos o arzobispos.

De la sencillez del estilo románico, al abigarrado barroco tardío, es archivo y retablo radiante su catedral, con muestras artísticas muy valiosas. La Portada del Juicio es prueba infinita de ello, con figuras y detalles espectaculares y adoctrinadores, muy convincentes para los vivos y con firmes e inequívocas remembranzas para los muertos, más para los malos que para los buenos.

La capilla de santa Ana, patrona de la localidad, es explosión barroca de inolvidable intensidad. En su archivo –museo se conserva Por eso de su episcopalidad compartida, recuerdo que el palacio- Casa del Deán es renacentista un cuadro con el argumento del Juicio Final, del siglo XVI, atribuido nada menos que a El Bosco….

Sí, lo mismo a Pamplona - Tudela que “a San Fermín”, son muchos los que van y los que tendrán que ir, por largos y dificultosos que sean los caminos jacobeos en su rica pluralidad de intenciones y de versiones religiosas y no tanto.

El caudillo almohade Miramamolín, quien le donara a Sancho “El Fuerte” de Navarra las cadenas de los cautivos en la batalla de Las Navas, aconsejarán a perpetuidad la visita…

Puerta del juicio. Catedral de Tudela

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