"Un apodo que es signo, medida, programa y hasta síntesis de vida" Catedral de Barcelona: "La silla de plata"

Catedral de Barcelona
Catedral de Barcelona

"Lo de 'silla de plata' responde a ser poseedor el templo de un excepcional obsequio que le hiciera el rey aragonés Martín, apodado “El Humano”; su trono real. Y que sirviera, además, de peana a la Custodia"

"Es imprescindible admirar la fachada principal, el cimborrio, que se levanta sobre el crucero, otras puertas, la torre-campanario, diversidad de gárgolas exteriores, capilla de santa Lucía…"

"En el interior, y de entre tantas opciones religiosas y turísticas como se ofrecen, destacan el Altar Mayor, variedad de capillas, tumbas reales, museo, púlpitos, Sala Capitular, Sacristía, tesoro..."

"A título personal aconsejo prestarle atención la más pormenorizada posible, a las claves de las bóvedas, policromadas, esculpidas bella y artísticamente y que sobrepasan con creces el número de 200"

"Las leyendas conforman un rico legado de recuerdos y misterios, como el anuncio de muertes a canónigos de san Benito y la de la la imagen del llamado Cristo de Lepanto, con su cuerpo retorcido..."

Lo más rápidamente posible intento responder al interrogante formulado por muchos, de qué es eso de “silla de plata y de su aplicación preciosa y precisa a la catedral de Barcelona, así como del porqué de entre otras, de características tanto o más singulares en arte y riquezas, al principal templo canónico de la diócesis catalana la tradición y los mismos tratados de arquitectura religiosa así la valoren y distingan, prescindiendo, por ejemplo, de las de Burgos, León, Sevilla, Toledo Santiago, Jaén y otras.

La historia de la catedral “silla de plata” responde a haber sido, y seguir siendo poseedor el templo de un excepcional y grandioso obsequio que le hiciera el rey aragonés Martín, apodado “El Humano”, a finales del siglo XV, su trono real, habitualmente usado por él, transportable también en sus desplazamientos. Obsequio tan valioso sirvió de peana a la Custodia en la que se venera y adora el Santísimo Sacramento, exornada ella-la Custodia- con las más preciadas y legendarias joyas; donadas por los reyes y por devotos y devotas. Refiere la historia que, en desdichada ocasión, la plata de la “silla” fue sustraída, aunque en seguida, y viviendo aún Martín “El Humano”, fue repuesta aún con mayor y más regia generosidad, piedad y riqueza… En la actualidad, de tal tesoro, apenas si se tiene referencia exacta alguna acerca de dónde, cómo y quienes lo guardan, no habiendo sido contemplado por muchos.

Signo y medida

Por supuesto que, además del valor, arte y riqueza que define el conjunto de tales proporciones y que justificaría el pequeño introito dedicado en este capítulo a la catedral catalana, es obvio añadirle el de ser “La silla de plata”, signo, medida , programa y hasta síntesis de vida, dado que en el mismo se integran los conceptos de “Política” y de “Religión”, o de “Religión” y” Política”, encarnados en las figuras del ·”rey” y de los “obispos”, como fundamento de convivencia tanto cívica como religiosa. Eran otros tiempos, pero de ellos perduran no solo añoranzas y recuerdos, sino también no pocas huellas que muchos quisieran eternizar en leyes es decir, cánones y artículos constitucionales, o con aspiraciones legítimas a serlo algún día.

El “trono”, con modos o modalidades distintas, si bien mayoritariamente democráticas, o casi, y el “altar”-antidemocrático hoy por hoy- en la pluralidad de versiones “religiosas” o no tanto, rige, o pretenden regir, la convivencia entre los mortales con imposiciones más o menos sutiles, engaños y figuraciones. Por muy democráticas que sean, digan serlo y profesarlo, quienes las aspiran o rigen, la “teocracia” se hace presente de alguna manera en Códigos y Constituciones... Así lo cantan y evangelizan los hechos, en gregoriano, o en himnos patrióticos son argumentos en determinadas parcelas del vivir y del convivir. La Virgen de Montserrat y san Jordí son argumentos teologales sociológica y políticamente invencibles

Y dejando la “silla de plata” – “trono”, así como la de “montar”, la “eléctrica” y la de “ruedas”-, seguimos nuestro peregrinaje por las catedrales, en este caso, por la de Barcelona, en la que se descubren tesoros de valía y riqueza tan esplendorosa y digna de mención.

Santa Eulalia y san cucufate

Lo mismo santa Eulalia que san Cucufate, con sus respectivas actas martiriales, parecen atestiguar que bien pronto el cristianismo apareció en Barcelona, ya en tiempos de las persecuciones de los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano. Hay constancia de que el año 343 participó el obispo don Pretexto, y cinco hispánicos más, en el concilio de Sardica. Los nombres de san Paciano y otros, se relacionan con la sede episcopal catalana y hay constancia de ellos en los tiempos primeros de la Iglesia. Del templo en el que se reunían los cristianos se refiere el año 599 el hallazgo milagroso del cuerpo de santa Eulalia, niña mártir, al que milagrosamente respetarían después las tropas del mismísimo Almanzor, quien recorriera España en su ferviente y devastador afán islamizante.

De la primitiva iglesia basílica paleocristiana de Barcelona hay constancia que se edificó sobre un templo romano, que desde sus principios visigóticos estuvo dedicado a “La Santa Cruz y a Santa Eulalia”. El templo románico se inició en 1046, por obra y gracia de Ramón Berenguer “El Viejo”, su esposa Almedís y el obispo don Guilabert. El actual templo gótico se inició el 1 de mayo de 1298, siendo obispo don Bernardo Pelegrí, en el reinado de Jaime II “El Justo”, dándose oficialmente por terminado a mediados del siglo XV, en tiempos del obispo don Clemente Sapera, y el rey de Aragón, Alfonso V. Mención especial reclaman diversas obras de ajuste y reparación efectuadas ya en el siglo XIX.

No está de más destacar que por todas partes del edificio se encuentra el emblema-recuerdo de santa Eulalia, co-patrona también de la ciudad, junto con la Virgen de la Merced. Tal emblema se identifica con una cruz en forma de aspa, en la que se recuerda que fuera martirizada Eulalia, niña de 13 años de edad, cuya vida se escenifica bucólica y pastorilmente en el claustro gótico de la catedral en cuyos espacios son pastoreadas todavía precisamente 13 ocas, tarea a la que se dedicaba en el predio -finca rústica- propiedad de su familia.

(En este mismo lugar del claustro catedralicio pervive la costumbre titulada “Cómo bailar el huevo”, coincidente con la festividad del Corpus, o “Dia del Señor”. El año 1440 hay ya descripciones diversas de la misma y se echan huevos a la fuente que preside el recinto. Aparte del significado que pueda tener tal rito o ceremonia, empleando los jóvenes nobles el tiempo de ocio, a la espera del paso de la procesión eucarística por allí, viendo cómo “bailan” los huevos en la diversidad de locas direcciones, algunos creen descubrir un gesto de fe en relación con la Eucaristía. La fuente y su recipiente en forma de copa -cáliz, decorada de flores y frutas, rememora la santa misa, con la consagración del vino, a la vez que tiene en cuenta el significado de la vida nueva de la que es portador el santo bautismo)

Antes de adentrarnos en el interior del templo, catedral de “La silla de plata”, es imprescindible admirar la fachada principal, el cimborrio, que se levanta sobre el crucero, otras puertas, la torre-campanario, diversidad de gárgolas exteriores, capilla de santa Lucía…

Claves de bóveda

Ya en el interior, y de entre tantas opciones religiosas y turísticas como se ofrecen, destacan el Altar Mayor, variedad de capillas, tumbas reales, museo, púlpitos, Sala Capitular, Sacristía, tesoro... A título personal aconsejo prestarle atención la más pormenorizada posible, a las claves de las bóvedas, policromadas, esculpidas bella y artísticamente y que sobrepasan con creces el número de 200. Causan admiración y sorpresa las que representan a la Virgen y a san Juan (Sol y Luna), a santa Eulalia (con el escudo de Blanca de Nápoles, esposa de Jaime II)). En otras claves, la Virgen de la Misericordia, a un lado de su capa, acoge a un papa, un rey, un cardenal, un obispo y un canónigo, y al otro lado lo hace con una reina, unas monjas y otras figuras femeninas. En otras claves aparece el Padre Eterno entre ángeles, el arcángel san Gabriel, san Ivo, san Pedro, san Juan con su águila… Los vitrales son capítulo aparte con sus cuatro etapas. En la primera, en 1317, aparece la figura de san Silvestre, y posteriormente las del “Noli me tángere”, san Miguel y santa Eulalia.

El coro es obra de inmenso valor artístico, sobre todo desde que era elegida la catedral para que en ella celebrara su Capítulo la “Orden del Toisón de Oro” en 1519, por el propio rey Carlos I, tiempo en el que el templo y su coro se sometieron a profundas reformas. Es realmente regio y excepcional su valor artístico. En su configuración y exorno intervino nada menos que Juan de Borgoña, conocido entonces, y ahora, como “el Pintor de la Historia”

Aseverar que la catedral de Barcelona resulta ser un tanto extraña, no es desmerecerla ni por su arquitectura ni, por supuesto, por la ubicación que le fuera asignada ya desde la selección del solar sobre el que se edificaría el templo actual. No obstante, es de destacar el hecho de que en otra ocasión más, -¡y de qué manera¡- la catedral está construida,- diríase que entablada- en medio del palacio real -institución y autoridad político-civil- y el palacio episcopal,- institución y autoridad religiosa-, con acceso directo desde uno y otro conjunto de sus moradores oficiales a la celebración de los Oficios Sagrados.

…Y leyendas

Tan fácil como bochornoso es tener que reconocer que tales “oficios” no se limitan a los estrictamente litúrgicos, considerados como “religiosos”. Son y se trata de la liturgia de la vida real, laboral, social, económica, política, familiar, cultural... en cuyo marco se vive y se convive. Y es que a una intercomunicación tal en la que se lleguen a confundir los términos y actividades correspondientes a tan distintas esferas, no beneficia ni a una ni a otra, sino que ambas saldrán perjudicadas hasta substantivamente. La mezcla, confusión y ayuntamiento entre lo civil y lo eclesiástico conforman un ”totum revolutum” de imposible digestión. Los nacional-catolicismos, en su diversidad de versiones, lo testifican de modo oneroso y desedificante. De tales situaciones y frutos, todavía perduran reliquias, con condenas a muerte y estas, dictadas, aún “en el nombre de Dios”.

Pero además de lecciones de historia e historias, de verdadera piedad, de civismo, de cultura y de culto, las leyendas conforman un rico legado de recuerdos y misterios entre los muros y en el marco de la catedral de Barcelona, bautizada como “La silla de plata”. De entre las mismas, subrayo la de que prebendados y canónigos disfrutaban del privilegio de que san Benito en persona habría de avisarles tres días antes de sus respectivas muertes, con tres golpes que hacía sonar en la parte de bóveda que le correspondía a su silla del coro. Del anuncio de la muerte del obispo, por su cuenta y por sí sola, la campana de nombre “Tomasa”, se encargaría de proclamar los tres “sones” inconfundiblemente episcopales…

De la imagen del llamado Cristo de Lepanto, con su cuerpo retorcido, y que acompañara a don Juan de Austria en su galera al mando de las triunfadoras tropas en la batalla de Lepanto (a. 1571) se refiere que así fue cómo milagrosamente esquivó el Crucificado el cañonazo disparado por una nave turca…

La Tomasa

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