Deudores de aquellas bofetadas

"En tiempos de Franco mandaba la Iglesia". La última vez que me dijeron esto fue ayer, tomando un café con unas perrunillas mareantes de buenas. No sé si es exacto, pero algunos efectos "colaterales" de ciertos excesos nos salpican hoy.

Antes de Navidad participé en la celebración de un bautizo, comida de las que me encantan por su sencillez: platos de plástico, tarta de galletas, ambiente de familia, música enlatada... Varios hombres conversábamos de pie, y con el cura es inevitable que salga el tema de "yo no voy a la iglesia", "los que van a misa son tan malos como los demás", etc.

Comíamos de un par de platos de caldereta casera; el vino de Puebla de Sancho Pérez activó las memorias y soltó las lenguas: empezaron a desgranar su trauma infantil, aquel cura, Don Fulanito, que les pegaba en la escuela, que repartía bofetones en las misas de los sábados si te movías lo más mínimo; o el profesor tal, que les hacía rezar y cantar el Cara al sol y luego cerraba la puerta de la clase y les daba unas palizas que les dejaban sembrados de moratones.

Tal era el terror que a alguno le entraba diarrea los lunes por la mañana a la hora de ir al cole; y otro cuenta que pasó de ser el que mejor leía a volverse incapaz, a tartamudear entre palos y palmetazos... Hoy odia los libros.

Llega el café. Me describen las agresiones constantes, los abusos arbitrarios de autoridad -"pásame el azúcar"-, la crueldad con la que se ensañaron con sus cuerpos de niños... Yo aprieto los dientes y digo que "entonces era así", pero me avergüenzo por dentro. Golpes que penetran por la piel y marcan las entrañas, verdugazos clericales que han bloqueado la sensibilidad hacia lo religioso, maldad que mutila la capacidad de reconocer a Dios Padre bueno.

Reímos porque me sacan a bailar un pasodoble, pero yo no puedo evitar recordar a los curas y las monjas de la película "La voz dormida", ¿cómo pudieron llegar a un extremo de degradación tan contrario al Evangelio? ¡Cuánto daño han hecho aquellas bofetadas! No me extraña que a mucha gente le repela la Iglesia. Si pudiera pedir perdón por la brutalidad gratuita ensotanada... Todavía estamos pagando las consecuencias. Menos mal que nací poco antes de la democracia, porque si no, creo que hubiera sido cura su prima la vikinga.

César L. Caro

PS: total, como para tratar mal a la gente, y en especial a los niños...
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