Un documento papal que me hace reír

El Papa Francisco es un mago.
Así que me lo he comprado (también la primera vez que lo hago). Y ahora voy a releer la exhortación con detenimiento, voy a analizarla, a subrayarla, reflexionarla, a dejarme interpelar por ella para ir haciéndola vida.
Mi compañero Antonio Sáenz, el párroco de Celendín (Perú), me envió hace algunas semanas una especie de radiografía del escrito. Ahí va:
En clave dialéctica, destaco algunos acentos que me parecen significativos y que indudablemente señalan una ruta y apuestan por un estilo.
· Lenguaje accesible, sencillo, popular, antes que técnico.
· Los demás por encima de los propios intereses.
· La vida se acrecienta dándola, no encerrándose en el aislamiento y la comodidad.
· Mejor sumar que restar.
· Misericordia y amor por encima del juicio.
· Más reino que iglesia.
· Más Jesús que Papa.
· Más fuera que dentro.
· Mejor una iglesia accidentada que enferma.
· Más teología y menos moralismo.
· Más evangelio que catecismo.
· Más pascua que cuaresma.
· La gracia es más fuerte que el pecado.
· De una pastoral de mantenimiento a situarse en clave de misión.
· Olor a oveja y no a perfume de despacho.
· Optimismo mejor que pesimismo paralizante.
· Arriesgarse desde la dimensión social del evangelio en lugar de privacidad cómoda.
· Mayor atención a responder a la sed de Dios que al ateísmo.
· Compromisos fraternos antes que experiencias subjetivas sin rostro.
· Facilitar el acceso a la gracia por encima de controles.
· Iglesia casa, no aduana.
· Iglesia: Antes pueblo que institución orgánica y jerárquica.
· Alegrarse con los frutos ajenos para combatir la envidia.
· Sí a la unidad; no a celos, divisiones e imposición de las propias ideas.
· Sí al diálogo; no a la imposición.
· Antes la persona que el dinero.
· Los pobres antes que los ricos.
· No a un sistema económico que en lugar de dar vida, mata.
· No al sistema globalizado del descarte y el derrame; sí a la inclusión y a la equidad.
· Pasar de la dictadura de la economía consumista a una economía con orientación antropológica.
· El dinero es para servir, no para gobernar.
· Las periferias antes que el centro.
· Más acento en la justicia y la caridad que en la templanza.
· Más preocupación por la situación de los pobres que por la de la bolsa.
· La sinodalidad antes que lo individual.
· Los pastores, que son minoría, al servicio de los laicos, la gran mayoría.
· La promoción social y la formación de los fieles antes que cierto cristianismo de devociones.
· Conectar e integrar antes que aislar y proteger.
· Conversión pastoral y misionera para desterrar el “siempre se ha hecho así”.
· Entusiasmo misionero y no realización de tareas forzadas.
· Pocos preceptos, para que la religión sea un ejercicio de libertad y no una esclavitud.
· Dar la vida por los demás es preferible a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana.
· En la pastoral más atención a las personas que a la organización.
· Fervor espiritual sí; fanatismo no.
· Audacia por encima de dudas y temores.
· Toda palabra en la Escritura es don antes que exigencia.
· Dejarse penetrar por la Palabra antes de transmitirla.
· Que el anuncio del kerigma exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa.
· Respetar la libertad antes que imponer la verdad.
· Ser alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza antes que expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación.
· Peregrinos sí, errantes no.
· Dejarse evangelizar antes de evangelizar.
· Renovación, no mantenimiento.
· Aprender de los pobres antes que enseñarles.
· Privilegiar los tiempos de los procesos a los espacios de poder.
· Unidad por encima del conflicto.
· La realidad es más importante que la idea.
· El todo es superior a la parte.
· La fe no debe temer a la razón, sino buscarla y confiar en ella.
· Confianza en el compañero de camino en lugar de recelos.
· No es lo mismo tratar de construir el mundo con el Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón.
· Dar razón de nuestra esperanza con dulzura y respeto, no señalando y condenando.
· Ser hombres y mujeres de pueblo y no príncipes que miran despectivamente.
· La fecundidad prevalece por encima de la cuenta de resultados.
· El Espíritu escapa a cálculos y controles.
Y, como colofón, llamadas a la ternura, a abrazar la cruz e invitaciones a la alegría por todo lo alto. ¿Hay quien dé más? Léanla. Nadie va a quedar indiferente. La mayoría va a disfrutar.
Antonio Sáenz Blanco