Señor, ¡cuanta gente en la Plaza de San Pedro! Dicen que mis homilías son muy diferentes a las tan bien estructuradas y tan profundas de mi antecesor. A mi, a veces, me vienen a la mente frases que recuerdo nos decía a la abuela y las suelto. Tú, Señor, hablabas con frases sencillas e inteligibles a todos. Después vino San Juan y escribió un Evangelio ¡válgame Dios!, sólo para teólogos y filósofos Lo mío es la botica de la abuela; quiero decir, la teología de andar por casa. Me llegó a los oídos que los humildes y sencillos de corazón dicen: “Lo van a matar”. Me parece que no digo más que cosas de sentido común aunque, como dicen las gentes, el sentido común es el menos común de los sentidos. Señor, aunque feliz y contento, estoy rendido de tantos saludos y tantos besos. Me voy a dormir.