Rumores de Dios

Los árboles con escarcha destellan como brasas en la mañana. Los ojos beben la luz del espacio y la desnudez del mundo. Las huellas del jabalí, del lobo y de los raposos, rumores y alma del mundo, entran, inundan y salen del bosque como ríos desbordados, escribiendo las notas de la música del silencio sobre los senderos. El viento reconcilia los lamentos de la creación, rumores de Dios, en la rama de los árboles. Todo es como una presencia misteriosa, como un canto feliz del aire y de la tierra que brota del otro lado de las sombras. Al regresar en el patio, el olor de los frutos en el canastro y de la ropa en los roperos me hicieron remontar mil años en la dulzura de los recuerdos. Las gentes salen al encuentro de la palabra que se esconde detrás del humo de las chimeneas, sonrisas secretas de momentos fugaces.

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