En las carreteras no están anunciados las iglesias ni los cruceros ni otra clase de monumentos pero si los restaurantes. Se hacen campañas contra el alcohol pero los medios están llenos de programas en los que especialistas cantan las excelencias de los vinos. Hacen creer que el vino no es alcohol sino gracia divina; es más, hacen pensar que quien no sabe de vinos es idiota perdido. Cualquier folleto de promoción turística dará exhaustica cuenta de lo que se puede comer y en dónde. ¿Sabe alguien que quiere decir esta publicidad: “sorprende al consumidor por su elegancia y complejidad, untuoso, glicérico y bien estructurado”? Un paisano, acostado a la barra del bar, cuando todo el mundo miraba un programa de cocina en la tele, definía así al hombre: “un estómago con patas”. Su argumento para enmendar a Aristóteles era este: “La tele y la radio sólo hablan de cocina y de fútbol”.