Todos los que hablaron ayer ante una representación de nuestros representantes son unos beatos. En vez de ir a los tribunales, los fieles deberían exigir a la Iglesia que los eleve a los altares. Algunos nunca mataron una mosca ni rompieron un plato pero no sólo cobraron un buen sueldo mientras estuvieron en aquel sitio sino que al marcharse cobraron indemnizaciones millonarias. Si no hicieron nada porque la ley y los estatutos se lo prohibían que devuelvan el dinero que cobraron. El común denominador de los mortales ha de estarles eternamente agradecidos por haber creado, inventado, puestos en los que se ganan cantidades ingentes de dinero sin hace nada.