Un amigo que había pedido ir a trabajar a la embajada que la Generalitat tiene en Nueva York, me contó que un político le ha explicado: “No me extraña que no te lo hayan concedido. Nueva York, París, Londres y alguna otra capital son lugares reservados a hijos, sobrinos, primos o, en todo caso, gente muy cercana a los jerarcas de los partidos, para ir a aprender inglés, francés, alemán u otra lengua que les interese. Es inútil que nadie lo pida; ya tienen ellos gente a quien enviar”.