En Loureses, y otros muchos pueblos, cada casa calentaba el horno cuando le tocaba el turno. Sólo las casas que no tenían leña suficiente, estaban dispensadas de esta obligación; alguna otra casa les cocía sus panes.
- Abuelo, en Barcelona no tenemos horno, pero tenemos pan.
- Y aquí, a veces, no tenemos pan aunque tenemos horno.
En invierno, cuando llegaban los gitanos y el horno estaba dormido, se instalaban en él. Los gitanos nunca cosecharon grano, nunca fueron al molino ni nunca calentaron el horno; pero no se morían de hambre.