Recuerdo cuando era niño, durante los días de Navidad, asábamos manzanas en las brasas de la lareira mientras los mayores contaban cuentos y nos niños jugábamos alrededor del fuego que atizaba la abuela, señora del fuego. Para postres de mediodía, las asaban en el horno de la cocina económica, y ahora en el de la cocina de gas o en otra cualquiera de las modernas. En todo caso, las manzanas asadas siempre hicieron parte de la dieta atlántica.