Es preciso hacer una apuesta seria por la educación de calidad Una misión educativa de acuerdo con los signos de los tiempos

Una misión educativa de acuerdo con los signos de los tiempos
Una misión educativa de acuerdo con los signos de los tiempos

"Es el momento para ser significativos en nuevos escenarios, con nuevos desafíos, para las nuevas generaciones"

"En sus inicios, la escuela cristiana suplió al estado y proveyó la educación ante la incapacidad del Estado de hacerlo"

La historia ha mostrado con creces que los pueblos que han hecho una apuesta seria por la educación de calidad han logrado mejoras oportunidades en las condiciones de vida de sus ciudadanos y consecuentemente en el desarrollo humano, es decir, han logrado sociedades más equitativas y justas, disminución significativa de la pobreza, y democracias más fuertes. La Escuela Católica apareció en la frontera de la deshumanización y por eso se propuso hacer accesible la escuela a los niños y jóvenes; esto, constituyó en los orígenes, una forma de democratizar el conocimiento y de crear las bases para una mayor movilidad social en una sociedad férreamente anclada en los estratos sociales basados en la cuna y la fortuna.

Como bien señala Pedro Chico en su monumental obra sobre Fundadores, la educación cristiana ha pasado por tres estadios fundamentales en la historia y en su relación con la obligación que la modernidad asignó al Estado: la educación de los ciudadanos. Tales son: Suplencia, Competencia y Presencia. En sus inicios, la escuela cristiana suplió al estado y proveyó la educación ante la incapacidad del Estado de hacerlo.

No sobra decir, que en variadas circunstancias, aún en algunas lugares de América Latina sigue habiendo procesos supletorios. Una vez empezó a universalizarse la escuela tanto primaria como secundaria, la educación cristiana vivió procesos de reacomodación y compitió con el Estado en la oferta. El siglo XX es para América Latina, la época en que la oferta católica competía y ganaba la competencia sobre la oferta pública.

La escuela católica: un lugar para sembrar
La escuela católica: un lugar para sembrar

Hoy los estados, en su mayoría, han mejorado la oferta en su calidad y en su cobertura; así que vienen los tiempos de la “presencia” en el mundo educativo. Resulta obvio que debemos sentirnos satisfechos porque la educación es cada vez más un tema de importancia y de acción en nuestros países, que más sectores se comprometen y que va constituyéndose poco a poco en un tema central en la agenda política, de los gremios, del sector productivo.

Los espacios para suplir se han achicado, las décadas del competir van terminando, y vienen los felices tiempos de una nueva presencia. Se vislumbran, pues, tiempos para la creatividad y la esperanza, tiempos en que la fuerza, coherencia y consistencia de nuestra propuesta que, a manera de signo nuevo, aportará aire fresco y sentido a la juventud. Es el momento para ser significativos en nuevos escenarios, con nuevos desafíos, para las nuevas generaciones.

Es, pues, impostergable las reflexiones y decisiones sobre cómo haremos presencia en estos nuevos contextos y realidades del Continente Americano.

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