Adiós, Paloma, vuela alto

"Sigo en la brecha. Te pueden jubilar las circunstancias: la salud, que te falle la voz o tengas que ir en silla de ruedas, bastón y comiendo sopitas, pero yo sigo en la brecha" decía en una reciente entrevista al diario ABC. Hasta el final, ha continuado viajando, escribiendo e informándonos acerca de la vida en Roma y en Italia. Su cadáver ha sido trasladado al tanatorio madrileño de Tres Cantos, en donde a partir del mediodía de mañana sábado se instalará la capilla ardiente.
La periodista madrileña desarrolló gran parte de su actividad profesional en Italia y el Vaticano como corresponsal de RTVE y la COPE. De hecho, Gómez Borrero era sobre todo conocida por su información sobre la Iglesia católica. Cubrió tres cónclaves y realizó numerosos viajes con los Papas, más de un centenar con Juan Pablo II. Fue la primera mujer corresponsal en el extranjero de TVE y había sido reconocida con numerosos premios y distinciones.
Paloma era un pozo de sabiduría, y una fuente inagotable de anécdotas. Pero, ante todo, una gran persona. Siempre atenta y dispuesta a ayudar a compañeros, amigos o, simplemente, turistas de paso en la Ciudad Eterna. Fue la gran viajera durante el Pontificado de Juan Pablo II (llegó a dar 29 veces la vuelta al mundo), a quien acompañó en más de un centenar de viajes, deleitándonos con toda suerte de detalles. Gracias a Paloma conocimos el lado más humano de los Papas. Siempre explicando, con su voz dulce e incontenible, las claves de la Iglesia romana.
En 2012, abandonó la corresponsalía de Cope, pero no se resignó a abandonar esta bendita profesión. En la actualidad, además de escribir y colaborar en la radio, participaba en el programa "Amigas y conocidas" de TVE. Nunca dejó la información de la Santa Sede, y se mantenía informada, prácticamente al minuto, de todo lo que ocurría tras los muros vaticanos.
Paloma Gómez Borrero fue una mujer incombustible, amable, siempre dispuesta a ofrecer su casa, su coche, los secretos de la Ciudad Eterna, sin pedir nada a cambio. Muchos obispos, sacerdotes o periodistas se hubieran perdido irremisiblemente por las calles de Roma sin el consejo, la compañía y la ternura de Paloma, que ya estará disfrutando de un nuevo viaje, seguramente muy cerca de Karol Wojtyla. Adiós, Paloma, vuela alto. Ya te echamos de menos.