Francisco pone punto final al "modelo Rouco" en España

La noche y el día. Mientras Rouco hablaba de “concepción secularista y materialista” en la sociedad española, de “preocupaciones acuciantes” en el campo del matrimonio, la familia y la defensa de la vida, de la “herencia católica” de España, Francisco abogaba por la “ternura y la misericordia”, el “respetar con humildad” a cada persona y les recordaba que “la fe no es una mera herencia cultural”.
Contra el excesivo poder acumulado por los jerarcas católicos en los últimos años, el Papa recordó a los obispos que “también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios”. Que se acabó el ordeno y mando y que los prelados tomen las iglesias como coto privado y particular.
Las claves, pocas y muy claras: “Ternura y misericordia, y buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación”. Con los sacerdotes, pero también con “las personas consagradas, por su rica experiencia espiritual y su entrega misionera y apostólica en numerosos campos. Y los laicos, que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia”. Los grandes olvidados de los últimos años de la Iglesia española, cobrando protagonismo una vez más en las palabras del Santo Padre.
Frente a la tentación de poder, un llamamiento a “la colaboración franca y fraterna”, y al “anuncio valiente y veraz del evangelio” y de convencer “con el ejemplo, la educación y la cercanía”, para que “nadie se quede excluido” y para “llegar al corazón de todos”.
“El Papa nos ha marcado las claves de presente y de futuro”, señalaba un obispo a la salida del encuentro. Nadie quería dar nombres, y mucho menos personalizar en la figura del cardenal de Madrid, pero el que más y el que menos daba por finalizada la etapa de Rouco en la Conferencia Episcopal.
El próximo 12 de marzo, un día antes de que se cumpla el primer aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Obispo de Roma, los prelados españoles elegirán sus cargos directivos para el próximo trienio, ya sin el peso –tremendo- del cardenal de Madrid entre los muros de la calle Añastro (sede de la Conferencia Episcopal). El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, y los prelados castrense (Juan del Río) y Valencia (Carlos Osoro), se presentan como los principales candidatos a abrir las ventanas de la Iglesia española y dejar que, un año después, la primavera de Francisco llegue. Aunque sea con una esquina –la de Rouco Varela- rota.