Martínez Camino, de diez

"La misión de la caridad en la Iglesia es esencial, no es algo añadido. Es tan esencial como la predicación del Evangelio y la liturgia. Van unidas, y son coesenciales, de modo que no habría una verdadera celebración ni vida de la fe, si no se expresara también en el trabajo de caridad con los hermanos”. Perfecto. Cáritas, la expresión de la caridad del cristiano, es una "forma esencial de ser Iglesia". Un reconocimiento público, en toda regla, a la labor que realizan miles de voluntariados en toda España por crear un mundo mejor, más justo y solidario, más propio del anuncio de Evangelio. Algo que, por otro lado, merecían desde hace tiempo todos los que forman (en mi humildad, formamos) la gran familia de Cáritas.
"Esto la iglesia lo hace bien". Y hay que volver a decirlo. Porque Cáritas es la Iglesia. También es la Iglesia. La Iglesia no sólo es el conocimiento del Evangelio o la liturgia. Son tres patas de un banco que, durante demasiado tiempo, se ha sentido cojo. Y actos como el de hoy contribuyen a "calzar la pata". Por eso, muy bien por Camino.
Que, como buen zorro viejo, se escapó por la tangente cuando un servidor le preguntó -más bien le propuso- por qué los obispos, ya que Iglesia es predicación, liturgia y caridad, no organizaban una gran Eucaristía pública para pedir la erradicación de la pobreza en el mundo. "Todo puede pensarse", respondió. Y uno, en su imaginación (reconozco que sí, que esta vez muy afectada por las luces navideñas) pensó en una plaza de Colón abarrotada por fieles, en torno a sus pastores, reclamando una sociedad más justa y solidaria, más liberadora. Que saliera al encuentro de los pobres, como hace Cáritas. Más samaritana, en definitiva.
Y, qué quieren que les diga... que la imagen me gustó mucho más que la de hace un año. Y que, probablemente, la de dentro de once días. Pero en fin... hoy, de lujo, monseñor. Por si le sirve.
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