Una amenaza indigna
No es de recibo que el máximo responsable de la Iglesia española, que todavía no se ha atrevido a decir una sola palabra sobre los recortes en sanidad o educación, al que no se le ha escuchado una voz de aliento a los que están pasándolo peor, y que por supuesto tampoco se le ha visto visitando comedores o manchándose las manos en el barro de las situaciones más injustas de nuestra sociedad, vuelva a cometer unos errores imperdonables y que denotan una cruda falta de sensibilidad, y muy poco de Evangelio.
Más aún cuando la Iglesia de Madrid no paga ni siquiera impuestos de basuras o las lógicas tasas de alquiler de locales a particulares. Nadie está hablando de que la institución abone el IBI por edificios destinados a uso litúrgicos o pastorales, pero el negocio por el negocio no. No, señor cardenal, no.
Y no es la primera vez. Es muy triste tener que decir esto como miembro de la misma Iglesia, pero Cristo sentiría vergüenza ante declaraciones de este tipo, que demuestran que desde las ventanas de determinados palacios no se puede advertir el dolor, el sufrimiento, el hambre, la solidaridad. Gracias al cielo, son muchos los seguidores de Jesús que, movidos por su fe, acallan a golpes de corazón estas indignas e indignantes declaraciones de un personaje que, hoy más que nunca, está pidiendo a gritos la aceptación de su renuncia.
No nos merecemos algo así. Cáritas no lo merece, los pobres no lo merecen, el Evangelio no lo merece. Y lamento, lamento profundamente, tener que escribir este post. Sepulcros blanqueados. Indignación.
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