¿Una bajada de pantalones ante los lefebvrianos?

Más de veinte años después, los lefebvrianos parece que se saldrán con la suya. Sólo con aceptar unas bases doctrinales -en las que no se les obliga expresamente a aceptar en su totalidad el Concilio- conseguirán su vuelta a Roma, y en condiciones tan especiales que, hasta la fecha, sólo tiene el Opus Dei. Una prelatura personal internacional, únicamente sometida al Papa, a quien sí rinden pleitesía. La vieja disputa sobre la primacía del Pontífice o de los concilios vuelve a retomarse. En el camino, hemos regresado a las misas en latín y a la liturgia tridentina, y acabaremos por enterrar el diálogo interreligioso y la apertura a la sociedad. Al tiempo. Si se confirma que esto es así, se trataría de un paso atrás, otro más, que volvería a demostrar el doble rasero a la hora de condenar, o condonar la pena, que se sigue sirviendo en el Vaticano. Obispos que niegan el Concilio, que minimizan el Holocausto, que destierran cualquier posibilidad de diálogo con otras confesiones religiosas, que nos devuelven la imagen de una Iglesia encerrada en sí misma y de espaldas al mundo. Lefebvre es el paradigma del pasado y, lamentablemente, del futuro de un estilo de hacer Iglesia. Con el que, con todo respeto, no comulgo en absoluto.

baronrampante@hotmail.es
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