Por mucho que algunos se empeñen en asegurar que Roma está a punto de tomar cartas en el asunto. Por cierto, los mismos que criticaron en su día al cardenal Amigo, y los que, todavía hoy, juran y perjuran que la Santa Sede va a condenar al cardenal Sistach por la falacia del cura Pousa. Aun a riesgo de parecer un Gonzalo de Berceo cualquiera, lo diré otra vez: no es verdad. No hay "caso Pagola", nunca lo ha habido. Y, no, Roma no va a pronunciarse en las próximas semanas.

Otra cosa es que, en las próximas semanas, Uriarte presente su renuncia al Papa por motivos de edad y se le acepte casi de inmediato. Pero eso no tiene nada que ver con el libro de Pagola. Que no ha generado polémica alguna, más allá de la pastoral de Demetrio Fernández en Tarazona. Si queremos mezclar las churras con las merinas, adelante. Pero no a costa del libro de Pagola.

Ni Rouco, ni Uriarte, ni la Santa Sede van a emprender acciones contra el ex vicario de San Sebastián. Otra cosa es que el propio Pagola, como ya hemos contado, se ofreciera a explicar, en el prólogo, algunos puntos que habían causado controversia, así como ordenar de mejor modo otros puntos. Tras 30 años de investigación, no es de extrañar que Pagola se haya convertido en un perfeccionista con este libro, y quiera pulirlo hasta en aquello que ya reluce. En ningún caso va a rectificar nada, puesto que no hay nada que rectificar. Y, para que no quepa duda alguna, habrá un "nihil obstat", lo cual, para aquellos más papistas que el Papa, significa que la Iglesia -sí, la Iglesia- no ve problema alguno en su publicación.

Si, a partir de ahora, otros quieren seguir mareando la perdiz o alimentando falsas polémicas, que lo hagan. Pero que no cuenten con esta bitácora. El caso ya aburre, excepto para los más morbosos. El libro es muy bueno, ameno y necesario. Y no huele a azufre. Y mucho menos a Inquisición. Para eso ya están otros. Ojo: el libro. Que ya dije en un post anterior que Pagola no es santo de mi devoción.

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