El día del Amor y la Traición. ¿Hacemos eso en memoria suya?

Jueves Santo, Jueves de Pasión. Seguramente, el día más “humano” que pasó Jesús entre nosotros. Hoy es el día del Amor Fraterno, y el de la Traición. El día en que el Dios-Hombre besa los pies que ha limpiado, y en que recibe en la mejilla el beso que lo condena. El día en que necesita a sus amigos, y en el que éstos se duermen mientras reza, sufre y llora. El día del Amor y de la Soledad, la antesala de la Muerte.

Hoy es el Día en que Jesús se hace humano plenamente, y arrastra consigo todas nuestras alegrías, gozos, penas, odios, miserias, sueños, deseos... Hoy nos deja su cuerpo, su sangre. Haced esto en memoria mía.

Hoy es el Día en que el hombre que iba a morir por nuestros pecados grita desesperado al Padre porque tiene miedo, y pide a Dios que, si puede ser, aparte de él el cáliz de la cruz y del suplicio. Hoy, Jesús siente miedo, nostalgia de sus amigos y su familia, y al tiempo el gozo de poder congregarse junto a todos ellos (y ellas) en una comida de despedida, y de anuncio.

Porque la Última Cena, en realidad, no fue sino la primera. Desde aquella noche en Getsemaní, allí donde dos o más nos reunamos para celebrar la vida (y la Vida), allí, estará Jesús con nosotros. Desde entonces, muchas primeras-últimas cenas. Muchas amistades recobradas, muchas traiciones, muchos olvidos, muchas mentiras. Pero Él sigue estando allí, recordando que podemos encontrarle en el abrazo, en los pies sucios del camino, en el pan partido y compartido, en la mirada del otro, en sus manos. También, porque somos tan humanos como Jesús lo es hoy, en las monedas de plata y los besos con sabor a hiel.

Y como Jesús quiso despedirse como vivió, en un encuentro, con una celebración, comiendo y bebiendo con sus amigos, tal vez hoy sea día de recordar a aquellos que no tienen con quién encontrarse, que se encuentran solos, perdidos, sin nadie que les cuide o les lave los pies de una vida manchada. Los olvidados, aquellos ante los que seguimos apartando la mirada, los débiles, aquellos a los que nadie quiere.

Hoy, Jesús se nos muestra infinitamente humano. Tal vez sea un buen momento para comenzar a verle en todos los hombres y mujeres que nos encontramos por el camino. Haced esto en memoria mía.
Volver arriba