El homenaje que Madrid le debía a Tarancón

"Tarancón fue un grande". Con estas cuatro palabras, el Papa Francisco quiso hacerse presente, este lunes, en la inauguración de la semana-homenaje que desde Mensajeros de la Paz y Religión Digital quisimos rendir al "cardenal de la Transición". Con una mesa de lujo en la que, además del mensaje papal (traído por Julio Rimoldi, presidente de ProFuturo), participaron tres cardenales de postín: el coordinador del C-9, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga; el emérito de Barcelona, Lluís Martínez Sistach; y el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Junto a ellos, los 'alma mater' del proyecto: el padre Ángel y José Manuel Vidal. Y un muy emocionado Juan José, sobrino del cardenal Tarancón.

Que Madrid debía un homenaje a su cardenal más recordado resultaba obvio. El que arrancó este lunes fue, sin lugar a dudas, el primer plazo de una deuda difícil de pagar para un hombre libre, responsable, prudente y justo, como recordó en su intervención Maradiaga. Un hombre que "tenía muy claro que era arzobispo de Madrid y que era arzobispo de todos los madrileños, a los que acercaba el rostro de Cristo", según recalcó Osoro. No será el último, pues el padre Ángel está empeñado (y ya saben que consigue casi todo lo que pretende) en 'canonizar' al hombre que, entre otras muchas cosas, hizo posible que Mensajeros se convirtiera en la ONG que hoy es, presente en medio mundo.

Este martes fueron los políticos los que se sumaron al homenaje. José Bono, María Teresa Fernández de la Vega y Marcelino Oreja, magníficamente moderados por Cándido Méndez, recordaron aquella época en la que, gracias a personajes como Tarancón, resultó posible dejar a un lado las legítimas diferencias partidarias en pos de un bien común. ¿Dónde está el Tarancón para la España del siglo XXI?

Con todo, estas jornadas, que el jueves tendrán continuación con la celebración del I Encuentro de Periodistas Pro Francisco y la clausura, con la presencia de eclesiásticos de la talla del cardenal Estepa, José María Castillo o Juan Mari Laboa, dejan un cierto sabor amargo: que hayan tenido que ser dos entidades 'laicas', como Mensajeros de la Paz y Religión Digital, las que sumen esfuerzos para homenajear a un hombre, un político, un cardenal, una personalidad insustituible en la España de hoy. Ni la Iglesia ni los políticos quisieron o supieron hacerlo. Nunca es tarde. Tarancón merece este, y otros muchos homenajes más.
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