La misma tristeza de siempre

Había mucha expectación por conocer el contenido del documento que la Conferencia Episcopal presentaba ayer sobre la ideología de género. Un texto largamente esperado, que ha pasado por tres plenarias y varias comisiones permanentes antes de ser definitivamente aprobado. Al final, la montaña parió un ratón: es decir, un documento triste, desangelado y duro, muy duro, contra todo aquel que no piense exactamente como el conjunto de obispos comandado por el cardenal Rouco Varela y su acólito Martínez Camino.

El documento, extenso y dividido en seis capítulos, afronta todas las cuestiones que actualmente preocupan a los obispos españoles (excepto el dinero, claro está, que cuando se habla de amor y sexualidad mejor no menearlo). A saber, la destrucción de la familia, la negación del matrimonio en nuestra sociedad, el aborto, el divorcio exprés, la investigación con células madre, las uniones gay... el bucle de siempre. Y con las mismas respuestas de siempre.

Nadie pretende (al menos yo no lo haré) negar a la Iglesia el derecho y la obligación de plantear sus ideas, su forma de entender la vida. Yo mismo me confieso católico y creo en el matrimonio hombre-mujer, no apoyaría el aborto "per se", estoy convencido de que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad... Pero una cosa es ofrecer la visión cristiana de la vida, y otra muy distinta es apelar a la insumisión de las leyes, la condena al ostracismo a otras realidades (que, nos guste o no, existen y deben ser reconocidas en cuanto tales) o inventar una supuesta alianza del Mal en forma de ideología de género asexuada y enferma que únicamente pretende acabar con cualquier vestigio de la presencia de Dios en la Tierra.

Nos equivocamos, nos volvemos a equivocar cuando planteamos las cuestiones en términos de obediencia o condena, en relaciones basadas en la sumisión y en el sentimiento de que, en esta sociedad, sólo unos tienen la verdad absoluta. Algo que, por cierto no casa con las propuestas del Vaticano para este Año de la Fe y su Atrio de los Gentiles. Para que tu propuesta llegue a una sociedad cansada de escuchar mentiras y falsas esperanzas, hay que detenerse a contemplar a las personas en cuanto tales, a ofrecerles salidas integradoras e inclusivas. La política de quien mueva no sale en la foto sólo vale para que algunos salgan en las imágenes solos. Tremendamente solos. Ni siquiera Jesús se atrevería a ponerse delante de la cámara en ocasiones como las de ayer.

baronrampante@hotmail.es
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