Humanos en el mundo futuro. Luces en el cielo que se hayan relatado en la antigüedad como pasa con el nacimiento de Jesús

“Compartir” (291) de 24-09-2021. Preguntas y respuestas.

PREGUNTA doble:

1 Dice el cosmólogo Andrew Pontzen que al entrar en un agujero de gusano viajarías en el espacio pero también en el tiempo. Con una tecnología de algunos siglos mas, ¿ no le parece seguro que el primer sitio donde una civilizacion futura humana iria seria a la epoca de Jesucristo? ¿ Basado en sus conocimientos de las Escrituras hay algun pasaje que reconozca la posibilidad de la presencia de humanos del futuro? Algo que no encaje con la época. Y no solo me refiero a extraños personajes como Juan de Arimatea sino en otros mas rebuscados que usted conozca.

2 También quisiera preguntarle si usted con sus grandes conocimientos sobre la antiguedad, conoce algunas luces en el cielo que se hayan relatado en la antigüedad como pasa con el nacimiento de Jesús.

RESPUESTA:

1 Pues... respecto a lo primero: no se me ocurre ningún pasaje. Los judíos, en general, tanto antiguos como modernos, son muy poco dados a hablar del estado futuro. Sí de las señales apocalípticas del futuro, pero no de cómo será. Los profetas hablan siempre de un futuro material/espiritual, pero naturalmente poblado por humanos, cuyo centro es Israel. Hay algunas descripciones de la Jauja que podría ser el mundo futuro sobre a tierra de Israel, como la "Historia de los recabitas".

Respecto a esta historia, le copio lo que he escrito en la obra “El juicio final en el cristianismo primitivo y las religiones de su entorno”, de EDAF, Madrid, 2011.

“Un ejemplo excelente de cómo se concebía esta vida material, dichosa y feliz en ese mundo previo al definitivo se halla en la llamada “Historia de los recabitas”, un documento judío de los siglos III o IV d.C., conservado en griego y en otras lenguas antiguas, que contiene ideas que debían circular mucho antes, justo por la época del nacimiento del cristianismo. El texto nos dice en la ficción cuál es la suerte futura de los justos en un Reino de Dios sobre la tierra. Comienza así:

”Había una vez cierto hombre admirable y virtuoso que habitó durante cuarenta años en el desierto, durante los cuales no comió pan (comida en general) ni bebió vino ni vio el rostro de mortal alguno. Su nombre era Zósimo y pedía a Dios con insistencia día y noche que le mostrara el lugar al que había trasladado a los bienaventurados, los hijos de Jonadab, a los que se había llevado de esta vida mortal en tiempos de Jeremías, el profeta ,y rogaba que Dios le indicara dónde vivían.

”Zósimo recibe la revelación divina que le instruye acerca de cómo unos fieles israelitas, descendientes de Recab, son perseguidos por el rey Joacaz (609 a.C.) a causa de haberse mantenido fieles a la alianza con Dios y a sus preceptos. Por ello son arrojados a una prisión, pero los ángeles de Dios los rescatan y los transportan a las “Islas de los bienaventurados”, donde viven una vida casi eterna y feliz. Aunque sus habitantes son de hecho todavía mortales (11,2), viven un pregusto en la tierra de lo que luego será la vida bienaventurada en el cielo. Esta vida dichosa en la Isla consiste -desde luego- en abundantes plegarias y alabanzas a Dios, pero también en una existencia apacible en una naturaleza prodigiosa, entre maravillosos árboles de espléndidos frutos, de los que subsisten aquellos justos sin ningún esfuerzo. La tierra producía de por sí suficiente alimento, y no eran necesarios el laboreo, ni la ganadería. Tampoco era preciso el oro o la plata, ni era menester trabajar el hierro. Lucía en aquella isla una luz perpetua, no había noche ni tiempo lluvioso o malo. Todo era apacible, venturoso y pacífico. Uno de los bienaventurados dice a Zósimo:

«Dios ha dado la orden y esta tierra produce para nosotros árboles amenos y espléndidos, llenos de abundantes y maravillosos frutos. A los pies de estos árboles (hay fuentes) de las que fluye un agua dulce y deliciosa. Nos alimentamos de estos frutos y bebemos de esta agua. En nuestras tierras hay viñas, cereales, madera, hierro, casas y grandes edificios, oro y plata. El tiempo en nosotros no tiene tormentas ni lluvia, tampoco nieve o hielo. El sol no brilla amenazante sobre nosotros, porque una nube –que lo rodea como un baluarte- lo impide. Nuestra tierra está llena de una luz maravillosa, de modo que no hay en ella noche ni obscuridad. Nuestro rostro brilla y vivimos rodeados de luz (11,3-5)»”.

Y respecto a lo segundo:

Hay muchos textos antiguos sobre señales en los cielos por el nacimiento de un personaje importante. En la Biblia el más conocido es la visión de Balaán sobre el futuro mesías de Israel en Números 24,17: “Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel. Aplasta las sienes de Moab, el cráneo de todos los hijos de Set”. La estrella de Belén de Mateo 2,1-12 es otro caso. Y también muchas más señales de cómo el hombre muerto, o al menos su lama, es trasplantada al cielo estrellado. Por ejemplo a la muerte de Julio César, según Tito Livio, creo recordar, muchos afirmaron que vieron –a modo de estrella– cómo su alma era transportada al empíreo y se transformaba en una estrella. Era pues una creencia común.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

https://www.trotta.es/libros/los-libros-del-nuevo-testamento/9788413640242/

O bien https://www.trotta.es/libros/novedades

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