Cartas del cardenal Tarancón

La ejemplaridad moral
El desarrollo económico-social ha producido un verdadero trueque de valores. El aspecto ético o moral de las acciones humanas ha cedido en gran parte ante la eficacia y el éxito. Es una realidad que nuestra sociedad "ve seriamente amenazados los valores éticos en la familia, en la vida profesional, en las manifestaciones artísticas y en las actividades públicas.
La familia española había conservado, hasta no hace mucho, sus fundamentales características humanas y cristianas. Era uno de los valores básicos de nuestra sociedad. La moralidad pública -en las manifestaciones artísticas, en las costumbres, etc.- estaba hasta ahora por el valor que tenían en la conciencia de muchos las formas y las "apariencias" sociales.
Esa que podríamos llamar "tradición española" nos aseguraba, al parecer,
la importancia de los valores éticos o morales en todas las actividades privadas y públicas. Las cosas han cambiado muy profundamente en los últimos años. En la actualidad son muchos -y no sólo los Obispos- los que empiezan a asustarse por ese clima nuevo que está influyendo poderosamente en todos. Es indispensable que, reaccionando todos contra ese relajamiento de los valores morales, consigamos formar una sociedad más digna, más justa, más humana, cuya grandeza se asienta en lo más noble de la persona.
El Evangelio nos impone a este respecto un deber gravísimo a todos los cristianos. La Iglesia -los cristianos- ha de ser la "levadura que fermente toda la masa". Los hijos de Dios deben ser "ejemplares" para que "viendo todas sus buenas obras, alaben al Padre que está en los cielos". El cristiano ha de ser y parecer honrado las veinticuatro horas del día, por exigencias de su fe y por su obligación de dar testimonio ante lod demás de la trascendencia de la vida humana.
Hay una moralidad fundamental básica, hay unos principios éticos permanentes, existe una regla segura de conducta que tiene su raíz en la misma naturaleza humana y que está corroborada por la Palabra de Dios que no puede cambiar con las circunstancias. Es verdad que los principios morales pueden aplicarse distintamente según los condicionamientos humanos y sociales. Pero es evidente también que la moral no puede quedar al arbitrio de cada hombre o de un clima social determinado.
La vida de familia no puede ser ahora como hace cincuenta años. Pero los valores religiosos y humanos de la familia tienen la misma vigencia ahora que hace doscientos años. Pero la honradez profesional obliga ahora como ha obligado siempre. Las manifestaciones artísticas se regulan ahora por otras leyes y por otras técnicas distintas a las de hace cien años. Pero esas manifestaciones, ahora como antes, no deben servir para degradad al hombre, sino para educarle y elevarle. Fomentar las bajas pasiones siempre será una degradación, una inmoralidad.
Las actividades públicas exigen ahora una mayor preparación que la que era indispensable hace unos años. Pero ahora como siempre han de ejercerse con sentido ético, esto es, procurando el bien de la comunidad y no los intereses de quienes las ejercen. Una mayor libertad social exige en todos una mayor conciencia de los propios deberes y una subordinación más rigurosa a los valores éticos y morales.
El testimonio de horaded, de moralidad intachable, de dignidad humana y cristiana,es un deber grave para todos los cristianos en los momentos actuales de nuestro país. Es una de las actividades evangélocas que nos exige nuestra condición de cristianos, miembros de esta sociedad concreta que entre todos debemos formar.
8 febrero 1976
Los Cristianos y la política. Cartas cristianas
del cardenal Tarancón
Sevicio editorial del Arzobispado de madrid 1977.
---www.porunmundomasjusto.com (M+J) Partido político nacido en España con aspiración mundial.
Pere Casaldáliga,
misionero claretiano en Brasil y firme defensor de los derechos
de los empobrecidos ha apoyado nuestro partido con un breve poema
muy esperanzador. Dice así:
"Nuestra hora"
Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.
Ramiro Viñuales
en el homenaje a Salvador Soler
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Virtudes públicas o laicas
en José Ortega y Gasset
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