Compañeros de Jesús


Fotografia del Congreso de Teología
de los Teologos Juan XXIII

Hay teólogos que más que hablar de seguidores de Jesús prefieren la expresión "compañeros de Jesús". San Ignacio de Loyola eligió ya en su día este nombre para el grupo religioso que fundó: la "Compañía de Jesús".

El teólogo jesuita, Ignacio González Faus, posiblemente el más ingenioso entre ellos, cree que la traducción de la frase evangélica "venir detrás de mí", al traducirla del verbo griego a-koluthein (Mt 10, 38 y 16, 24; Mc 8, 34; Lc 9, 23)significa "caminar con". Por eso lo que nuestros evangelios traducen como "seguir" quedaría mejor traducido como "caminar con" o acompañar.

Comparto con él que el término seguir suena hoy más gregario o despersonalizador. En este sentido es curiosa la interpretación que hacen de estos textos la psicoloanalista Marie Balmary y otros: no invitan, dicen, a seguir ciegamente detrás, sino que invitan a despojarse de ese seguimiento ciego o cómodo y a caminar junto al Señor afrontando la cruz de su vida (comprometida en la construcción de un mundo más justo). Así pues, la traducción habitual de la frase "quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga" quedaría de este otro modo: quien quiera seguirme que se despoje de toda comodidad y que cargue con su condición.

Lo que parece decir: despójese de esa comodidad y cargue con la cruz de buscar en cada momento el modo más auténtico de acompañarme. Esto parece más coherente con el Dios bíblico y de Jesús que nunca crea dejando las cosas totalmente establecidas y acabadas, sino que deja espacio para actuar nosotros y realizarnos. De este modo se entiende mejor la frase de Jesús: ya no os llamaré siervos sino amigos (Jn 15, 15). El seguimiento de Jesús transforma al seguidor en compañero.

Hemos de tener claro también que el seguimiento de Jesús no nos saca de este mundo, sino que se realiza viviendo en este mundo pero de otro modo. Implica una cierta desinstalación, comenzando por la económica: dejar las redes y la barca (Mt 20, 22) o vender lo que se tiene y ponerlo al servicio de los pobres.

Traducido hoy significa que hemos de llevar una vida sobria, formando parte de una civilización que Ellacuría llamaba "civilización de la pobreza" y que presentaba como único camino de salvación para este mundo.

Ver JI. González Faus, El seguimiento de Jesús ayer y hoy, ponencia en el XXX Congreso de Teología de Madrid, 2010
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