Diálogo Políticos y Ciudadanos

A los políticos que se disponen a estrenar nueva legislatura, queremos decirles los ciudadanos, con palabras prestadas por los mayores pensadores y los padres conciliares, que protagonizaron el Concilio Vaticano II, que la política es una de las virtudes públicas o sociales, a la que tenemos que acercarnos todos con el máximo respeto.

Pero tanto los políticos como los ciudadanos hemos de dejar a un lado la forma de ver y hacer politica, que heredamos del pasado y afrontarla de distinta manera. De ello depende el bien común de nuestro pueblo, por eso todos hemos de estar implicados. La gestión honesta de ese bien común, que es el cometido de la política,no puede dejar indiferente a un ciudadano minimamente consciente.

De lo contrario daríamos la imagen de quien pone sus bienes en manos de un administrador y se desentiende por completo. De ser así lo normal es que esa adminitración no vaya bien. Pues eso hacemos la mayoría de los ciudadanos con nuestro bien más preciado que es el bien común. Nuestra responsabilidad en la vida pública la depositamos con nuestro voto en manos de los políticos y ya no nos preocupamos más del asunto.

Esto es una aberración que los políticos no han sabido o no han querido corregir. Actitud que tiene doble lectura: o no saben que en su cometido entra educar a los ciudadanos para que particien en la vida pública, en este caso no estarían capacitados para ejercer su misión. O sí lo saben, pero actúan como si no lo supieran, para que no se inmiscuyan en lo que hacen. En ambos casos se produce una perversión de la política, porque sus verdaderos propietarios y destinatarios somos los ciudadanos.

Sucede a veces que un ciudadano consciente quiere participar en la vida pública y se le dice "zapatero a tus zapatos". Por cierto, el presidente Rodriguez Zapatero nos ha pedido más de una vez que los ciudadanos nos impliquemos más en ella. Sin duda él tiene un sentido más alto y noble de la política que la mayoría de los políticos, incluidos algnos otros presidentes, que la han considerado como feudo propio.

A los que así proceden les diría, gráficamente, para que me entiendan todos, que con esa actitud exclusivista están representando el papel del andamio de la construcción, que se cuela por la ventana y se hace inquilino y propietario de la casa. Espero que me entiendan también los políticos municipales que están atrapados en la corrupción del ladrillo. Comprendan el enojo de un ciudadano que desea tomar parte activa en la vida pública, para no ser más tiempo víctima de ella.
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