Domingo: Evangelio y liberación

Invocación

Que el Pueblo, Señor,
tenga en sus manos
el Pan de la Eucaristía,
puesto que el pueblo hace el pan.

La tierra y su esposo el Hombre,
produzcan la Eucaristía,
culto vivo del Dios vivo.

La sangre derramada
es su voz
que se recoge, viva,
en la carne del Pueblo
que es la tierra.

Quiero plantar
en esta Amazonia
mi libre grito humano
mi protestante fe liberadora,
la derramada antorcha de mi sangre.

Yo sé que la semilla
será un día cosecha convocada.
(CEL 3-12)

Reflexión de Pedro Casaldáliga, obispo.

Iglesia
(continuación)

El Vaticano II fue un alivio en la fe comunitaria. Fue casi un Sacramento primordial, cuya Sangre derramada no ha podido reducirse a un despilfarro a favor de pocos. Creo que la Salvación de Dios muchas veces “va por dentro”. Creo que todo es Gracia es “mayor” que la Iglesia, porque la Gracia es el Amor universalmente salvador de Dios en Cristo.

Si antes acepté que fuera de la Iglesia no había salvación, ahora creo que fuera de la salvación no hay Iglesia.

“Quizá _escribía en el diario, el 2-3-72_ la fórmula nueva, y más verdadera, del viejo adagio eclesial: ¡”Fuera de la Salvación no hay Iglesia”! ¡Solamente salvando, la Iglesia es; sólo salvándose y salvando, se es Iglesia, sólo se hace Iglesia en la medida en que se salva el Mundo.

La Iglesia no puede ser el “lugar hecho”donde se celebra la Salvación con regodeada posesión de privilegiados. La Iglesia es la señal abierta de la Salvación; el lugar “oficial”, sí _comunitario y consciente_ , de celebrarla : un lugar cierto, pero lugar de partida y de llegada y de encuentro; lugar de constante salida…
(YCJ, 158-160)

A medida que se reconoce la Iglesia como Sacramento de Salvación, como Pueblo de Dios, se reconoce tan “particular” como “universal”. Con el Vaticano II yo también empecé a descubrir con muchos otros, “la buena nueva de la Iglesia particular”. Imprecisamente aún. Sólo más tarde ha comprendido que “los signos de los tiempos” debían completarse con “los
signos de los lugares”…

Pedro Casaldáliga
-sobre sí mismo-


Con un callo por anillo
Monseñor cortaba arroz.
¿Monseñor “martillo y hoz?

,
Me llamarán subversivo.
Y yo les diré: lo soy.
Por mi pueblo en lucha, vivo.
Con mi pueblo en marcha, voy.

Tengo fe de guerrillero
Y amor de revolución.
Y entre Evangelio y canción
sufro y digo lo que quiero.
Si escandalizo, primero
quemé el propio corazón
al fuego de esta Pasión,
cruz de Su mismo Madero.

Incito a la subversión
contra el Poder y el Dinero.
Quiero subvertir la Ley
que pervierte al Pueblo en grey
y al Gobierno en carnicero.
(Mi pastor se hizo Cordero.
Servidor se hizo mi Rey.)
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