Domingo de Ramos, reflexión



Entrada
Hoy te aclamamos, Cristo con ramos y cantos de júbilo.
Tal vez mañana, esta misma tarde no te reconozacamos
cuando te hagas presente en los hermanos.
Dínos ¿por qué es tan vacilante la condición humana?
¿No fue esta inseguridad y falta de fe la que originó tu pasión?

Reflexión

La tortura de Jesús ayer en su cuerpo físico
se ha multiplicado y agravado hoy en su cuerpo místico:
las burlas, las bofetadas, los azotes...es cierto
que las sigues recibiendo en número mayor en los hermanos
y con procedimientos más refinados.

Sí, el Cristo místico, el Cristo mosaico formado por todos nosotros está siendo torturado en muchos rincones de la tierra, unas veces a oscuras en las cárceles, en las celdas otras abiertamente en las calles,
pero una y otra son de sobra conocidas.

¿Cómo es posible tanta pasividad en el cuerpo social?
¿Cómo es posible que no sufra el cuerpo entero
cuando es herido uno de sus miembros?

¿Es que los que dicen creer no creen en tu Evangelio?
¿Cómo son tan pocos los profetas que denuncian
la pobreza y el escarnio que se cometen en los pueblos?

Don Helder Cámara alzó su voz en el estadio de deportes de París, yo lo presencié, y siguió por otros puntos del globo denunciando la tortura en su pueblo. Era para estremecerse.

La fe nos dice que tu vives en los que sufren y pasan necesidades.
Nosotros hemos emprendido muchas veces la conversión del corazón,sin embargo aquí le tenemos todavía duro
como si estuviera fosilizado.

Con Caín se volvió duro hace muchos años
y hace años y más años que está paralizado,
insensible ante el sufrimiento,
ante el subdesarrollo del Tercer Mundo,
ante la injusticia que entre todos tapamos.

¿Para que sirve un corazón petrificado,
para qué sirve un corazón que no late al ritmo del corazón de los hermanos?

Los hermanos, solo ellos son los que garantizan
la reactivación de nuestro corazón,
sólo los hermanos son los que marcan sus latidos.

Los latidos de nuestro corazón ¿van acompasados por los anhelos,por las decepciones, por ls esperanzas y angustias,por tantas promesas hechas y nunca cumplidas al amplio mundoque llena la tierra?.

Si queremos saber si nuestro corazón está sano,
debe latir al ritmo descontrolado
del corazón de los hermanos.

Contigo hemos emprendido, Crisro, una vez más
el final de tu paso entre nosotros,
que condensa el memorial del misterio pascual
en nuestra Semana Santa.
F. Margallo, Para celebrar evangelizando oportuna e importunamente y Profetas de ayer y de hoy
Madrid 1976 y 1986
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