Evangelio de adviento



Rito penitencial

La civilización en que vivimos se apoya cada vez más en medios poderosos: Subidas al espacio de astronatas perdidos en las nubes; las transnacionales agoviantes, la gran banca insolidaria, los terratenientes y un consumismo disparatado.

La misma Iglesia cree cumplir mejor su misión
sirviéndose también de medios fuertes,
emulando a los poderosos.

No es este, ciertamente,
el proceder de Dios en la Historia Santa.

Pidamos perdón
por haber trastocado el proyecto de Dios
y haberle puesto al nivel de los grandes,
Él está al lado de los pobres
y los débiles.

Oremos
Oh Dios,
a quien no nos atrevemos a llamar todopoderoso,
sino compasivo y misericordioso.

Tú eres el Dios amante de la paz en los pueblos,
una paz que no se impone
por el poder o la fuerza, sino
por la justicia y el derecho.

Escucha con Santa María y Santa Isabel
nuestro ruoego:

que sepamos reconocer y cumplir
tu voluntad aquí en la tierra
como los bienaventurados en el cielo
por los siglos de los siglos.



Loa a la Virgen del Adviento

-bendita y llena de gracia, María,
en tu caminar por la montaña,
tú y el fruto de tus entrañas.

-Te apresuraste a casa de Isabel para ayudarla,
porque ya está en el sexto mes la que llamaban estéril.

-Las dos os sentís dichosas,
pues el Señor con su sombra ha borrado la afrenta
con la que Israel os marcó,
como a Sara, como a Rebeca (Gen 16, 1; 25,21)
en el pasado de vuetra historia.

-¿Por qué Dios mira siempre y se complace en ensalzar
a los humildes?
¿Por qué los olvidamos nosotros
y nos sentimos disminuidos con su presencia?

-Tal ves vuestro Dios de ayer
no es nuestro Dios de hoy,
por eso el Señor no hace ya maravillas entre nosotros.

-¿Pero tú María, Madre del Señor, vas a servir a Isabel?
Es un gesto insólito, la Madre del Hijo de Dios,
de quien es el universo entero,
el cielo, la tierra y cuanto contiene (Sal 23)
¿vas a hacer de chacha a Isabel?

-Sí, así es.
Y porque Dios se fijó en la humildad de su esclava
todas las generaciones te llamarán bienaventurada.
Cristo, ¿fue en este gesto de tu Madre
donde apremdiste la humildad, a servir y no a ser
servido?

-La Eucarisría es la proclamación en el tiempo
de este gesto secular.

Plegatia eucarística

Te glorificamos, Señor,
por todos los justos, hombres y mujeres,
que en el pasado gastaron su vida
y la gastan en nuestro tiempo,
para que se imponga la justicia
y el derecho.

¿No vienes tú como un Dios justo y liberador?
Te bedecimos con Santa María y Santa Isabel,
camino de tu venida en otro tiempo
y testimonio viviente para nosotros hoy.

Ellas son las "sin poder",
que confunden a los poderosos y los fuertes
que se empeñan en someter a los más débiles.

Con todo los que han preparado así tu venida
nos volvemos esperanzados y te aclamamos: Santo...

Santo eres, Señor,
y santo tu plan de destronar la los grandes
y encumbrar a los pequeños.

Santo eres tú, Jesucristo, en tu proyecto
de que vivamos todos como hermanos.

Derrama tu Espíritu
como se lo enviaste a los discípulos diciendo:
Tomad, comed y bebed...

Te sentimos ahora presente espiritualmente,
pero seguimos anhelando tu venida
con la angustia de los que aún no han podido ver tu día:

los hambrientos y empobrecidos, los minusválidos,
las mujeres discriminadas y asesinadas,
los presos políticos, los exiliados...

Dinos, ¿no es el Adviento para ellos?

Presenta al Padre nuesttra ofrenda, que eres tú,
y nuestro ruego.

Nosotros no apagaremos el ardor de este fuego
aunque nos queme,
hasta que se abra un camino nuevo
y sea posible tu Adviento.

Envíamos ahora con la firme intención
de servir, de amar como María.
Tal vez ella no podía calcular la medida
del gesto que ibas a dar:
entregar la propia vida
como servicio a los demás.

Francisco Margallo, Profetas de ayer y de hoy
Madrid 1986
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