Marx y la Biblia
3 Marx y la Dialéctica
(Cont., viene del día 9)
No es fiel a la Biblia el atribuir un sentido de veras nuevo exclusivamente al hecho de que Dios interviene desde fuera de la historia; no es eso lo que la Biblia enseña. Segúb Pablo, la posibilidad real y concreta de algo nuevo e inédito proviene del desarrollo inmanente de la historia misma dirigida, es cierto, por Dios.
"La esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espítitu Santo que se nos dió"(Rom 5, 5)."Así como el delito de uno trajo muerte a todos los hombres, así la justicia de uno trae a todos los hombres la justicia y la vida" (Rom 5, 18).
Repito: Cuando Marx se desentiende del problema de la muerte y por tanto ni siquiera entrevé la posibilidad de la resurrección, no es precisamente la falta de fe en Dios sino insuficiente dialéctica lo que hay que reprocharle. Aquí no tenemos sino que seguir a un marxista verdaderamente
consecuete: E. Bloch.
Cuando el pequeño burgués empezó a edificarse a la vista
de los Alpes y a charlatanear sobre los colosos de las
montañas y las majestades de las cordilleras, lo que hacía
era poetizar su cosmovisión mecanicista; esta no había dejado
...sino átomos incoloros e insonoros, y la muerte era
disolverse uno en ellos...Para Kant la realidad coincidió
con el objeto de la ciencia newtoniana; lo que pasara de
ahí, era o del malo o puro postulado reflexivo.
Para el conocimiento materialista dialéctico que no
reconoce un tal dualismo sino que en la realidad misma capta un postular y en el postular una realidad posible, el mundo no termina con la mecánica de Newton. El mundo no tiene un "más allá", pero tampoco tiene un "más acá"; o mejor: ninguna barrera sino la que la dirección del proceso dialéctico pone...En contraste con el materialismo mecanicista, el dialéctico no conoce límites en su "más acá"; por lo tanto...
En el fondo el soslayar el problema de la muerte implica la misma resignación opíaca que Marx con toda razón llama capitulación ante la injusticia. Todo lo que charlatenee la ciencia positivista sobre la falta de fundamento de la esperanza en la resurrección, es incapaz de ocultar que esa ciencia brota de resignación vil, de lacayismo puro. Sobre el estoicismo de los existencialistas obseva Bloch perspicazmen-
te:
El precario profesar la nada, difícimente bastaría para te
ner alta la frente y trabajar como si fuera un final. Por
el contrario, claras señales indican que, en el subconsci
ciente, duran aún los henchidos ideales anteriores y son
los que sostienen...Gracias a ellos aunque sin percatarse
salva el hombre moderno la seguridad en sí mismo, gracias
a ellos se forma la impresión de que no es que el hombre
perezca sino que al mundo, un buen día le da la gana de ya
no comparecer ante él. ...Vive de esperanzas anteriores y
del asidero que ellas un tiempo prestaban.
El caso del existencialismo, por lo menos el de un Albert Ca-
mus, no es el de la ciencia positivista; ésta sí impone la na-
da al final de la ruta, pero su autoridad es magra porque no
conoce realidades sino abstracciones, pues ni definir, ni me-
dir, ni ver ni contemplar son realmente conocer. "El saber contemplativo...no puede por definición, referirse sino a lo sido; acerca del futuro no tiene la menor autoridad, su incum-bencia son las res finitae, las cosas terminadas que ya son hechas; lo cual es lo que está en cuestión; el positivismo no tiene conciencia del fieri de la realidad y, por tanto, tampo-
co del prceso que continúa.
Ya antes constabamos que tanto la Biblia como el auténtico pensamiento dialéctico rechazan la imposición de una pretendi-
da "naturaleza de las cosas" inmudable; y mucho más cuando se trata del hombre@. Del hecho de que los hombres@ sidos hayan muerto, simplemente no se sigue que la muerte nunca será ven-
cida.
Ver: José P. Miranda, Marx y la Biblia, crítica a la filosofía de la opresion
Ediciones Sigueme 1975