Meditaciones del Quijote en J.Ortega y Gasset

J. Ortega y Gasset



Entrada la primavera, el Círculo de Bellas Artes de Madrid se convierte en templo laico de la cultura. A él acuden ritualmente a meditar sobre el Quijote, joya de las letras hispanas, hombres de letras, artistas de todos los géneros, periodistas, políticos,libreros y algunos curiosos.

Pienso que la idea de meditar sobre el libro de Cervantes, estrella de la literatura universal, se remonta a José Ortega y Gasset. Prueba de ello es que el primer libro de nuestro mayor filósofo lleva por título Meditaciones Y en él se centra nuestra meditación.

La razón que llevó a Ortega a escribr Meditaciones del Quijote no fue por alardear de intelectual. Como ha escrito su discípulo y amigo Julián Marías, simplemente buscaba en él una razón para vivir, que es el origen de la filosofía. Un vivir que en él se orienta a la "circunstancia", que es primeramente España. Así lo dice él mismo: "El individuo no puede orientarse en el universo sino a través de una raza, porque va sumido en ella como la gota en nube viajera".

Si pudiéramos penetrar en las meditaciones de los que acuden al templo laico del Círuculo, encontraríamos en ellas muchas experiencias de España. Pero la mayor de todas seguiría siendo el Quijote ya que cuando se reúnen unos cuantos españoles sensibilizados por la miseria ideal de su pasado, la sordidez de su presente y la acre hostilidad de su porvenir desciende entre ellos Don Quijote .Y el calor fundante de su fisonomía disparatada compagina aquellos corazones dispersos, los ensarta como un hilo espiritual, los nacionaliza, poniendo tras sus amarguras personales un comunal dolor étnico. Siempre que estéis juntos, murmuraba Jesús, me hallaréis entre vosotros.

Los extranjeros sólo han visto en el Quijote "una divina curiosidad", no era como en nuestro caso el problema de su destino. Por eso Ortega ha concentrado en el Quijote la pregunta ante Dios ¿Qué es España? En su respuesta atisba el sentimiento de que nuestro destino ha consistido precisamente, en el aniquilamiento progresivo de la posibilidad de España.

Por causas que se desconocen, en la morada íntima de los españoles anida el odio que permanece allí artillado lanzando guerra al mundo. Pienso que si Ortega viviera hoy esto de guerrear lo aplicaría más bien al pueblo norteamericano en la etapa de Bush, aunque Aznar nos infiltró en su ejército guerrero en Irack.

Eso ya pasó, pero el odio, se dice en Meditaciones del Quijote,"es un afecto que conduce a la aniquilación de los valores". Cuando odiamos algo, ponemos entre ello y nuestra intimidad un resorte de acero que impide la fusión de lo odiado con nuestro espíritu. Cada instante el obejeto en cuestión va consumiéndose y perdiendo su valor.

De esta manera se ha convertido para el español el universo en una cosa rígida y desértica. Y van nuestras almas por la vida suspicaces y fugitivas haciendo muecas de descontento. El odio "fabrica inconexión, que aisla y desliga, atomiza el orbe y pulveriza la individualidad".

Por el contrario, el amor nos liga a las cosas, aun cuando sea un instante fugaz. ¿Qué es lo que sentimos cuando amamos una mujer, cuando amamos la ciencia, la patria..."Y antes que otra nota hallaremos ésta: aquello que decíamos amar se nos presenta como algo imprescindible", no podemos vivir sin ello. De este modo va ligando el amor cosa a cosa y todo a nosotros.
Como escribiera Platón: Amor es un divino arquitecto que bajó al mundo, "a fin de que todo en el universo viva en conexión Banquete 202, (Meditaciones del Quijotee, I, 311 ss.)
Volver arriba