Navidad para ateos


JI. González Faus

La Virgen madre y el Niño
se fueron al Corte Inglés;
gastaron veinte mil duros;
y mil más para José;
Pero mira cómo beben¡
los peces en el río.
..
Este podría ser el único villancico cantable hoy, inteligible para el hombre postmoderno. La cultura consumista exigiría una inculturación de este tipo. Y en los belenes del futuro ya no será necesario colocar ninguna cueva ("Qué hortera ¿no?"), porque el Nacimiento tendrá lugar en unos grandes almacenes o en un Banco. El buey y la mula ya no estarán en torno al pesebre; el buey yacerá dentro de la cuna -pequeñito, pero revestido de oro- para que todo el mundo pueda entender lo que en realidad se está celebrando: el nacimiento...del becerro de oro.

Fiesta pagana.-No creo que esta situación tenga remedio en el mundo occidental, ni que el cristianismo primermundista tenga hoy fuerza para cambiar el sentido de una fiesta pagana, como cuentan que supo hacer con la Navidad en los comienzos de su historia.

Esta líneas, pues, no pretenden cambiar nada. Se dirigen sólo a aquellos que no creen en ese dios al que Jesús llamaba Mammón, o a aquéllos que se preguntan qué es lo que estuvo alguna vez debajo de toda esa trivial parafina consumista, y qué había en el lienzo originario o en la pintura primitiva de la Navidad.

Difícil explicarlo hoy con lo desteñidas que se nos han quedado las palabras. Pero a mí me proporciona cierto acceso a ello la comparación entre un texto hindú y otro texto cristiano. En uno de los libros sagrados de la India, muy anterior a Cristo, se encuentra la afirmación siguiente: "En el principio existía el "Sí-mismo"./Este existía en forma de persona./ Miró: no vió nada más que a Sí,/ y dijo: "Yo soy"./ Este fue el comienzo (Brarm.Upanishad I, 4,1).

Llama en seguida la atenticón el parecido de ese texto con otro de los clásicos del cristianismo, con el que coincide en casi todo el primer verso: "En el principio existía la Palabra". Si traducimos un poco lo que significa eso de "la Palabra", la comparación con el texto hindú se vuelve más luminosa: "En el principio existía el "Salir-de-sí-mismo",/ y ese Salir-de-sí-mismo era Dios y estaba vuelto hacia Dios./ Esto es lo que ocurría en Dios desde el principio.../ Y ese Salir-de-sí-mismo se hizo poquedad humana./ Y plantó su tienda entre nosotros...(Evangelio de Juan, cap. I).

En ambos casos resulta sobrecogedor el esfuerzo del lenguaje humano por asomarse al comienzo de los comienzos, más allá incl-uso de aquel big-bang que -cuando se lo piensa un poco seriamente- no deja de ser también estremecedor. Aquí ("en el principio") coinciden nuestros textos.

Pero comienza a separarse en el contenido de esos orígenes. Para el texto hindú, el inicio de toda realidad es Dios como Sí-mismo absoluto. Para el texto cristiano, en el origen de todo está Dios como salida de Sí o como autodonación absoluta de ese Sí-mismo. En un caso, Dios como Autoconciencia Absoluta. En el otro, Dios como Comunión Absoluta.

Pueden parecer formulaciones muy enrevesadas, pero creo que no lo son y que, si seguimos leyendo, se aclararán. Porque -según el texto cristiano, esa concepción del origen extratemporal como Comunión Absoluta es lo que hace posible que, en un tiempo concreto del tiempo, esa Autodonación Absoluta, se hiciera libremente un vulgar ser humano de esta historia y que de este modo, saliera también hacia nosotros y se comunicara a nosotros.

Carne.-Vale la pena aclarar que el texto de san Juan ( el Verbo se hizo carne)no dice asépticamente que la "Palabra" se hizo uno de nosotros, sino que lo dice con uno de los términos más negativos que tiene la mentalidad semita para designar al hombre: dice que se hizo carne (lo cual no significa exactamente que se hizo materia, sino que se hizo poquedad, fragilidad, fugacidad y fracaso. Se hizo, pues, nuestra misma debilidad, nuestra misma fugacidad y nuestra lucha y nuestra tragedia.

Los cristianos llaman a eso la Encarnación, pero esto no importa ahora. Lo que importa es que, desde el texto hindú (profundo y sobrecogedor por otra parte), no es posible esa forma de comunicación que describe el texto cristiano. En un caso la Plenitud máxima es concebida como cerrazón absoluta. En el otro (y paradógicamente) como apertura absoluta, pero en una apertura que no destroza, sino que llega a ser la máxima Plenitud. Precisamente por eso, la clave de esta historia ya no está en que "Alguien" vaya a intervenir mágicamente en ella desde fuera (Como piensan los hombres religiosos y niegan con razón los ateos), sino en que está llevada, soportada por el Absoluto.

Si esto es verdad, resulta una verdad tan increíble que tendría que ser recordada constantemente, y celebrada con frecuencia. Por eso el evangelio de Juan continúa diciendo que, en ese "abajamiento"de la Comunión Absoluta, hemos visto nada menos que "la gloria de Dios". Ahí y no en otra parte. Y una gloria de Dios que no sería accesible si Dios fuera la Plenitud cerrada. Recordar todo esto es lo que quiere ser la Navidad. Este era su núcleo fundamental.

Es claro que todo eso ya no tiene nada que ver con lo que pasa estos días navideños en la mayor parte del mundo. Y conste que no soy enemigo de que lo más profundo del hombre se exprese de manera material( en fin de cuentas la Navidad implica una sublimación de la materia); pero a condición de que esa manera material nazca de aquella profundidad en lugar de suplantarla o eliminarla.

Queda claro también por qué Fidel Castro no me cae antipático por el hecho de haber suprimido la Navidad. Si yo tuviera poder para ello, quizás haría lo mismo. Y el escándolo de los bienpensantes por el hecho de que Fidel suprimiera la Navidad me parece más blasfemo que el hecho de prohibirla.

Repensar así las cosas podría ser el modo de dar sentido a la Navidad para algunos ateos. Al menos para los ateos del Becerro de Oro...(El Mundo 26 de diciembre de 1992).
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