Nueva teología política europea (curso)
Capítulo cuarto
Nuevo lenguaje para una nueva teología
Lenguaje del humanismo político
(continuación)
5. Cómo hablar de Dios al hombre secularizado
El teólogo norteamericano Harvey Cox se interroga sobre cómo hablar de Dios al hombre tecnopolita de hoy y antes de dar una respuesta razona de la siguiente manera: Si la mitología fue el lenguaje del hombre tribal y la metafísica el del hombre del burgo ¿cual debe ser el de la época de la ciudad secular?
Cox se vuelve a los teólogos y observa que estos defienden ahora un lenguaje histórico, previo abandono de la carga metafísica que hemos arrojado sobre la Biblia, para dejar que la palabra de Dios adopte su propio significado en términos históricos. Así lo cree Van Peursen y con él parece estar de acuerdo Carl Michalson, cuando dice que la Biblia no formula los interrogantes del ser, no es metafísica, sino que interroga sobre "el significado y el acto histórico" del hombre.
Cox da la razón a ambos, pero la sustitución del lenguaje metafísico por el histórico no le convence, porque el término histórico se suele asociar al pasado; son muy pocas las personas que incluyen también el presente en él. Por consiguiente, el lenguaje adecuado para reemplazar al metafísico es el político, que es el que incide en los problemas del mundo para darles una solución.
También Moltmann se ha referido en algún momento a un hablar histórico-escatológico de Dios, que viene a ser lo mismo. La Biblia habla del Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, pero habla del Dios de Abrahán como el Dios que prometió bendecir en este patriarca a todas las naciones de la tierra, es decir, habla escatológicamente en la historia, que quiere decir que el esjatón final se adelanta al tiempo presente para hacer ya el mundo nuevo que esperamos. De ahí la conclusión del teólogo de la esperanza de que el lenguaje teológico no puede ser abstracto ni ahistórico, sino concreto y libertador.
A pesar de que la sustitución de las categorías metafísicas por las políticas es una propuesta controvertida, el teólogo norteamericano, con el que comenzábamos este epígrafe, concluye rotundamente: En la época de la ciudad secular, la política suplanta a la metafísica como el lenguaje de la teología. Y aclara a continuación lo que eso significa:
"hablamos de Dios políticamente siempre que ayudamos al prójimo a que sea el responsable, el agente adulto, el hombre plenamente posburgués y postribal que Dios espera que sea hoy día, que se percate conscientemente de la trama de reciprocidad interhumana en la que está cogido y sostenido como hombre, que arroje parte de la ceguera y el prejuicio de la inmadurez, y acepte un papel más amplio y libre en la creación de instrumentos de justicia humana y una visión cultural nueva del mundo. No le hablamos de Dios intentando hacerle religioso, sino, por el contrario, instándole a que llegue a la madurez, dejando las cosas de niño".
El teólogo suizo Gerhard Ebeling no emplea el término político, pero dice que hay que hablar no religiosamente de Dios. Es decir, hablar de Dios de forma secular debe ser siempre concreto, claro, activo y siempre con refencia al hombre y a su vida en el mundo. Para ello es necesario encontrar a los hombres en un punto en que ellos se sientan interpelados. En todo caso, debe ser un hablar mundanamente de Dios .
Hablar políticamente de Dios, insiste Cox, es hablar al hombre o a la comunidad no de manera abstracta y genérica, sino en puntos concretos que afectan a su vida en el mundo. Por tanto, ha de ser una palabra sobre la situación en que viven, la familia, el empleo, la justicia social, su compromiso en las instituciones públicas, el hambre en el mundo, la libertad, los brotes de racismo etc. Si esta palabra no surge de un compromiso claro del que la emite, no es palabra de Dios, sino mera palabrería.
En la palabra de Dios va su misma vida que es espíritu y se hizo carne en su Hijo Jesucristo, entregado por la vida del mundo en un gesto supremo de caridad política. En este hablar sobre Dios Cox argumenta con la misma Palabra de Dios: "Cuando Dios habla siempre ocurre algo...su Palabra trae luz a las tinieblas...discierne, cura y corta...no se reduce a frases y sílabas, sino que viene a ser como pies y manos...La Palabra de Dios al hombre es Jesús de Nazaret" .
Para el trabajo que nos ocupa como educadores de la fe, extraemos de lo dicho las siguientes conclusiones:
1. Hablamos de Dios al hombre secular de hoy, hablando del mismo hombre, imagen de Dios, de su vida en el mundo y de su responsabilidad en la edificación de un mundo nuevo, que es el sueño del Dios bíblico y cristiano.
2. Hablamos inteligiblemente de Dios, cuando quitamos los disfraces que ocultan la transparencia de las palabras verdaderas, para que, pronunciadas con seriedad, hagan brotar la vida.
3. Hablar así de Dios se convierte en discurso político, el discurso propio del cristiano que quiere cambiar la sociedad actual carente de valores humanizantes .
Bibliografía
H. Cox, La ciudad secular, Barcelona 1968
J. Moltmann, El experimento esperanza, Sígueme 1977
M. Merleau Ponty, Eloge de la philosophie, Perís 1953
H. Cox, El cristiano como rebelde, Marova 1968
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Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
Ed. Tirant lo Blanch, Valencia 2007
Por Francisco Margallo Bazago
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Mañana reflexionamos sobre el aborto en el
debate abierto con el anuncio del Gobierno
de una nueva ley que lo regule más en sin-
tonía con lo que necesita la sociedad en
este momento.
www.porunmudomasjusto
Nuevo lenguaje para una nueva teología
Lenguaje del humanismo político
(continuación)
5. Cómo hablar de Dios al hombre secularizado
El teólogo norteamericano Harvey Cox se interroga sobre cómo hablar de Dios al hombre tecnopolita de hoy y antes de dar una respuesta razona de la siguiente manera: Si la mitología fue el lenguaje del hombre tribal y la metafísica el del hombre del burgo ¿cual debe ser el de la época de la ciudad secular?
Cox se vuelve a los teólogos y observa que estos defienden ahora un lenguaje histórico, previo abandono de la carga metafísica que hemos arrojado sobre la Biblia, para dejar que la palabra de Dios adopte su propio significado en términos históricos. Así lo cree Van Peursen y con él parece estar de acuerdo Carl Michalson, cuando dice que la Biblia no formula los interrogantes del ser, no es metafísica, sino que interroga sobre "el significado y el acto histórico" del hombre.
Cox da la razón a ambos, pero la sustitución del lenguaje metafísico por el histórico no le convence, porque el término histórico se suele asociar al pasado; son muy pocas las personas que incluyen también el presente en él. Por consiguiente, el lenguaje adecuado para reemplazar al metafísico es el político, que es el que incide en los problemas del mundo para darles una solución.
También Moltmann se ha referido en algún momento a un hablar histórico-escatológico de Dios, que viene a ser lo mismo. La Biblia habla del Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, pero habla del Dios de Abrahán como el Dios que prometió bendecir en este patriarca a todas las naciones de la tierra, es decir, habla escatológicamente en la historia, que quiere decir que el esjatón final se adelanta al tiempo presente para hacer ya el mundo nuevo que esperamos. De ahí la conclusión del teólogo de la esperanza de que el lenguaje teológico no puede ser abstracto ni ahistórico, sino concreto y libertador.
A pesar de que la sustitución de las categorías metafísicas por las políticas es una propuesta controvertida, el teólogo norteamericano, con el que comenzábamos este epígrafe, concluye rotundamente: En la época de la ciudad secular, la política suplanta a la metafísica como el lenguaje de la teología. Y aclara a continuación lo que eso significa:
"hablamos de Dios políticamente siempre que ayudamos al prójimo a que sea el responsable, el agente adulto, el hombre plenamente posburgués y postribal que Dios espera que sea hoy día, que se percate conscientemente de la trama de reciprocidad interhumana en la que está cogido y sostenido como hombre, que arroje parte de la ceguera y el prejuicio de la inmadurez, y acepte un papel más amplio y libre en la creación de instrumentos de justicia humana y una visión cultural nueva del mundo. No le hablamos de Dios intentando hacerle religioso, sino, por el contrario, instándole a que llegue a la madurez, dejando las cosas de niño".
El teólogo suizo Gerhard Ebeling no emplea el término político, pero dice que hay que hablar no religiosamente de Dios. Es decir, hablar de Dios de forma secular debe ser siempre concreto, claro, activo y siempre con refencia al hombre y a su vida en el mundo. Para ello es necesario encontrar a los hombres en un punto en que ellos se sientan interpelados. En todo caso, debe ser un hablar mundanamente de Dios .
Hablar políticamente de Dios, insiste Cox, es hablar al hombre o a la comunidad no de manera abstracta y genérica, sino en puntos concretos que afectan a su vida en el mundo. Por tanto, ha de ser una palabra sobre la situación en que viven, la familia, el empleo, la justicia social, su compromiso en las instituciones públicas, el hambre en el mundo, la libertad, los brotes de racismo etc. Si esta palabra no surge de un compromiso claro del que la emite, no es palabra de Dios, sino mera palabrería.
En la palabra de Dios va su misma vida que es espíritu y se hizo carne en su Hijo Jesucristo, entregado por la vida del mundo en un gesto supremo de caridad política. En este hablar sobre Dios Cox argumenta con la misma Palabra de Dios: "Cuando Dios habla siempre ocurre algo...su Palabra trae luz a las tinieblas...discierne, cura y corta...no se reduce a frases y sílabas, sino que viene a ser como pies y manos...La Palabra de Dios al hombre es Jesús de Nazaret" .
Para el trabajo que nos ocupa como educadores de la fe, extraemos de lo dicho las siguientes conclusiones:
1. Hablamos de Dios al hombre secular de hoy, hablando del mismo hombre, imagen de Dios, de su vida en el mundo y de su responsabilidad en la edificación de un mundo nuevo, que es el sueño del Dios bíblico y cristiano.
2. Hablamos inteligiblemente de Dios, cuando quitamos los disfraces que ocultan la transparencia de las palabras verdaderas, para que, pronunciadas con seriedad, hagan brotar la vida.
3. Hablar así de Dios se convierte en discurso político, el discurso propio del cristiano que quiere cambiar la sociedad actual carente de valores humanizantes .
Bibliografía
H. Cox, La ciudad secular, Barcelona 1968
J. Moltmann, El experimento esperanza, Sígueme 1977
M. Merleau Ponty, Eloge de la philosophie, Perís 1953
H. Cox, El cristiano como rebelde, Marova 1968
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Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
Ed. Tirant lo Blanch, Valencia 2007
Por Francisco Margallo Bazago
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Mañana reflexionamos sobre el aborto en el
debate abierto con el anuncio del Gobierno
de una nueva ley que lo regule más en sin-
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