Teología de J. Ortega y Gasset.





Evolución del cristianismo



Capítulo II



Cultura laica judía

Judaismo originario

La historia como revlación de Dios



El testimonio de los teólogos




(Cont., viene de ayer)



2. Profesiones de fe bíblicas



Si como hemos visto, buena parte de biblistas y teólogos se manifiestan hoy como los hemos presentado en el epígrafe anterior, es porque han llegado al conocimiento de que en el judaísmo primitivo el principal signo sagrado es la historia que vive el pueblo, Dios se revela siempre en esa historia.



Las antiguas profesiones de fe tienen un carácter histórico, es decir, ponen siempre a Yahvé en relación con algún acontecimiento vivido por el pueblo. La profesión de fe más antigua dice así: Yahvé es "el que saca a Isrrael de Egipto". Otras designan a Yahvé como "aquel que llamó a los patriarcas y les prometió la tierra". Junto a estas profesiones breves aparecieron pronto otras más largas que contienen un conjunto de acciones históricas divinas. La más importante de todas es la de Dt 26, 5-9, que parece muy antigua:



Mi padre era una arameo errante; bajó a Egipto y

residió allí con unos pocos hombres; allí se hizo un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron

y nos humillaron y nosimpusieron dura esclavitud.

Gritamos al Señor y el Señor escuchó

nuestra voz: vió nuestra miseria, nuestros trabajos,

nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano

fuerte, con brazo extendido, con terribles portentos,

con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar y nos

dió esta tierra, una tierra que mana

leche y miel.



El texto es todo él una profesión de fe, que recapitula los datos importantes de la historia salvífica desde la historia patriarcal hasta la conquista de Canaán; el arameo es Jacob. Con este texto tiene mucha afinidad el del libro de Jos 24, 3ss . Dice así:



Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del

Río

y le hice recorrer toda la tierra de Canaán, multipliqué

su descendencia y le dí por hijo a Isaac. A Isaac le dí

por hijos a Jacob y Esaú. A Esaú le dí en propiedad la

montaña de Seir. Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.

Envié después a Moisés y Aarón y herí a Egipto con los

prodigios que obré en medio de él. Luego os saqué

de allí. Saqué a vuestros padres de Egipto y

llegasteis al mar; los egipcios persiguieron a

vuestros padres con los

carros y sus guerreros hasta el mar de las Cañas.

Clamaron entoncesa Yahvéh, el cual tendió unas

densas nieblas entre vosotrosy los egipcios e hizo

volver sobre ellos el mar, que los cubrió.



El tono que en estos textos se percibe es el que de ahora en adelante va a dominar en la historia de Israel. Y resulta curioso observar cómo a pesar de que las religiones bíblicas tienen elementos sacros, no son instituciones de culto, a Dios se le rinde culto en la vida humana misma. El pueblo judío tenía, pues, conciencia de ser todo él pueblo sagrado, nación santa, comunidad sacerdotal. El sacerdocio lo ejercía todo el pueblo en su vida profana sin necesidad de ritos aparte de la propia vida, como se dice en Ex 19, 5-6.



A las religiones monoteístas antiguas mencionadas, Judaísmo, Cristianismo e Islamismo se las puede llamar seculares en cuanto que no tienen un espacio sacro acotado, ni separan a unos hombres determinados como mediadores de Dios, los sacerdotes, sino que descubren a Dios y se relacionan directamente con él en la comunidad humana.



Frente a las religiones cósmicas o de misterios, ellas no tienen sacrificios con ritos ni templos, pues la vida y el amor de los fieles es su templo. La Biblia juedocristiana y el Corán fundan una historia secular: buscan y descubren a Dios en el mismo centro de la vida de los hombres. Moisés, Jesús y Mahoma critican la idolatría sacral, porque sustituye a Dios y oprime al hombre. Sin embargo, muy pronto degeneraron en religiones de culto.



Ciertamente, la secularización es positiva, pero su desarrollo actual entraña grandes riesgos, porque sacraliza unos valores seculares de ecomomía y mercado, por encima de la realidad humana, que conducen a una glorificación del hombre en clave de sistemas y no de comunicación personal. De ahí que el tema clave de las religiones bíblicas no sea el conflicto de lo sagrado y lo secular, porque en ellas, como hemos visto, son una misma cosa. El conflicto se da entre la secularidad opresora que se vuelve idolatría y la secularidad liberadora que hace posible la comunicación humana de todos.



El judaísmo como tal es, pues, una religión secular que se identifica con la vida de los creyentes, que se alimentan con la Palabra de Dios que ilumina la totalidad de la vida humana en cada uno de los momentos familiares y existenciales. Aunque como dijera Ortega, la palabra es un sacramento de muy delicada administración .



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