Virtudes públicas y privadas



J. Ortega y Gasset

Hablar de virtudes públicas es como una denuncia de la virtud privada, intimista y beata, que nos ha ido metiendo cada vez más abajo en el pozo sin fondo de nuestro yo. En ese pozo no hay redención solidaria del hombre por lo que hay que emerger a la superficie, para no balbaratar la virtud en las profundidades del alma.

El mismo Dios tal como se ha manifestado en Jesús ¿no habita en la ciudad entre los avatares de los hombres?. El Dios cristiano es comunión, vida compartida en la plaza pública. Se impone, pues, devolverle a la virtud cristiana protagonismo social y público. ¿No nos dice la razón que es preferible mejorar la ciudad que el individuo?. Entonces no pongamos tanto énfasis en las virtudes privadas que ya poseemos y dispongámonos a adquirir las públicas que nos faltan (J. Ortega y Gasset, Obras Completas, X, 118; XI, 259 Madrid 1983).

Los profetas bíblicos hablaban continuamente de justicia, derecho, libertad, paz..., virtudes que agradan a Dios más que el incienso y los holocaustos (Am 5, 21; Is 1, 11-17; Miq 6, 6-8). Estas virtudes son las que hemos de mostrar en la vida pública. En el mismo tono que los profetas se expresa el Evangelio (Mc 2, 16-17; Mt 5, 23-25).

El Concilio Vaticano II supo leer todos estos textos a la luz de los signos de los tiempos. La Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual pide al hombre de hoy virtudes morales y sociales (GS 25, 30, 46,,,)

Ortega se adelantó al Concilio como profeta de las virtudes públicas, que llama también terrenas, municipales, laicas. Hay que hacer laica la virtud, para inyectar moralidad social a nuestreo pueblo. Una virtud que nos lleve a hacer más justas las ciudades. Cuando constata la carencia de dichas virtudes se rebela diciendo: "Me conformo con que nuestros abuelos no nos hayan dejado riquezas, pero le acuso de que no nos haya dejado en herencia ni ideas ni virtudes públicas (O.C., X, 50,77).

Ya con anterioridad Nietzsche gritaba desde las montañas de Zaratustra: "¡Permaneced fieles a la tierra. No permitáis que vuestra virtud huya de las cosas terrenas, para que no se pierda volando!" (F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid 1980).

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Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea

Ed Tirant lo Blanch, Valencia 2007
Por Francisco Margallo Bazago
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Terminamos así el curso, pero sigue ahí para quien quiera acudir a él.
El próximo martes comenzamos otro curso de Teología, será esta vez sobre la teología de Ignacio Ellacuría. Espero que os guste.
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