Estado supranacional europeo 1

Ortega intuyó en los años veinte del siglo XX que los pueblos europeos son desde hace tiempo una sociedad, una colectividad, en el mismo sentido que tienen estas palabras en cada una de las naciones que componen Europa. Esta sociedad europea tiene todos los atributos necesarios para ser tal: costumbres y usos europeos, derecho y poder público europeos etc.
Nuestro mayor filósofo tenía claro ya en su día que Europa iba a ser pronto un único Estado, el gran Estado que necesita para hacer frente a los grandes problemas que tiene en su conjunto. Hablaba de los Estados Unidos de Europa, porque creía improbable que una sociedad tan madura como la que forman los pueblos europeos no estuviera cerca de crear un Estado único para formalizar el ejercicio del poder públco europeo de hecho existente.
Aclara que ha descubierto la unidad de Europa no mediante la fantasía propensa al idealismo, contra la que se ha rebelado siempre, sino que ha sido el realismo histórico quien le ha enseñado a ver que la "unidad de Europa" como sociedad no es un ideal, sino un hecho cotidiano. Y visto esto, se impone necesariamente la probabilidad de un Estado general europeo.
La figura de este Estado supranacional, dice, será bien distinta al Estado nacional o al Estado-ciudad de tiempos antiguos, pero se hará con el tiempo, porque niega que el poder público actuante en cada una de las naciones europeas consista exclusivamente en su poder público interior o nacional. Desde hace cuatro siglos viven todos los pueblos de Europa sometidos a un mismo poder público.
La unidad de Europa, insiste, no es una fantasía, sino que es la realidad misma; la fantasía es creer qie Alemania, Italia o España son realidades sustantivas e independientes. Este carácter unitario de la realidad europea llevó a Montequieu a decir: "L'Europe n'est qu'une nation composé de plusieurs" (Europa no es otra cosa que una nación compuesta de varias).
(La rebelión de las masas. Prólogo para franceses IV, 118-121)